viernes, 23 de mayo de 2014

Chet Baker y su visión del jazz

"Me da la sensación de que la mayoría de la gente se deja impresionar sólo con tres cosas: la rapidez con la que toques, los agudos que consigas y la fuerza y el volumen que le saques al instrumento. A mí eso me resulta un tanto exasperante, pero ahora tengo mucha más experiencia y he llegado a entender que seguramente ni siquiera el dos por ciento del público sabe oír como es debido. Cuando digo oír me refiero a la capacidad de seguir a un trompetista y discernir sus ideas, así como entender esas ideas en relación con los cambios, si es que los cambios son modernos de verdad"

“Creo que los músicos de hoy llevan cien años de ventaja sobre la gente que escucha música. Espero que ese foso que les separa no se agrande más. Es cuestión de oído y de capacidad para comprender lo que es la música. Me parece que la mayoría de las personas no quieren tomarse el tiempo necesario para informarse: quiere ser golpeada en la cabeza por los baterías de rock y no le interesa tanto pensar en la música. Posiblemente por esta razón el jazz puede ser pronto un arte perdido”

"Hay gente que se pasa la vida distinguiendo lo que es jazz y lo que no lo es. Como si la belleza necesitara etiquetas. Se puede tocar admirablemente bien por detrás del tempo. Y puede ser bello. La música clásica y el jazz no coinciden en los medios pero si en los fines: crear una música que sea bella. El primer trompeta de la orquesta filarmónica de Nueva York que tocará a Stravinski, tocará lo mismo durante seis meses y, sin embargo, siempre será diferente. Nosotros, no tocamos nunca lo mismo pero explotamos la misma idea hasta agotarla."

"Es estúpido decir que los negros crearon el jazz. Cualquier blanco puede tocar jazz. El jazz ha sido el resultado de una aportación típicamente americana. Cada uno improvisaba, con una flauta de pastor o en una iglesia. Nada en el mundo es tan tajante. Desde el momento en el que el jazz se implantó en Nueva Orleáns, había músicos por todos lados, que tocaban igual que los negros. Estos últimos alcanzaron la fama a pesar de ellos. Todo el problema viene de la palabra “jazz”. No me gusta esta palabra. Es demasiado restrictiva. La música es la música. Chopin también improvisaba..."

Son palabras del admirado trompetista y cantante Chet Baker, un jazzista cool que una vez tuvo una imagen parecida a la de James Dean, una personalidad y talento a la trompeta comparable al de Bix Beiderbecke y una voz aterciopelada y suave como la de Frank Sinatra, aunque evidentemente más ambigua y con otros matices. Era una combinación perfecta que una vez más fue destrozada por el demonio de las drogas, una plaga que hizo verdaderos estragos en toda una generación de grandiosos músicos de jazz. La foto de la portada del disco es obra de William Claxton.

jueves, 22 de mayo de 2014

Pregunta frívola por Jan Pahl

"...¿Por qué coños las mujeres siguen comprando ropa interior de Victoria Secret aunque ni a las modelos de sus afiches en la vida real les queden tan etéreamente eróticas como en la gigantografía y en el catálogo masturbatorio?

Ya dirán que es una pregunta idiota, pero les aseguro que contiene cosas más serias que la frivolidad pseudo-filosófica aparente y que por lo menos del lado de la publicidad y el mercadeo aún no ha logrado del todo entender el estudio de la conducta del consumidor, aunque buenas explicaciones motivacionales, etológicas, culturales y conductuales existan, y la obviedad de que funciona es más que evidente.

Obviamente este tipo de preguntas pica y se extiende, como en el caso de la contraportada de un libro serio, donde sale el autor con pipa, en un estudio con chimenea y un sabueso en los pies, que estoy seguro debe sacar carcajadas a su propio autor....pero les aseguro que hace que la venta sea más segura por que ummmmm (pedo pulgar y índice en la barbilla, ojos de lince aprobatorios), ese tío si se ve estudioso en esa postura ideal, arquetípica, inalcanzable del intelectual.

Incluso las preguntas idiotas pueden tener respuestas no tan idiotas, no por nada hasta perogrulladas como el Sol sale por el levante y se oculta en el poniente puede generar siglos de ciencia, estudios de secciones cónicas, y papel, cuero, tipos móviles para incunables, papiro y tinta a montones para llenar varias Bibliotecas enteras de Alejandría..."

sábado, 17 de mayo de 2014

Soñando lo prohibido

Anoche soñé...estábamos en una habitación oscura, yo, tu madre y un amigo tuyo. Era de noche seguramente....y mi único deseo era quedarme a solas contigo. Al tiempo tu madre se fue, también el amigo supongo aunque no me sale ahora su imagen. Estábamos ya solos pero aún recuerdo que había momentos como si quisieras huir, el tira y afloja de todos los días. Sentados en un sofá, te acariciaba la espalda, intentaba descubrirte, conocerte...y me acuerdo que fueron besos, besos de ternura pero con ganas...solo eso ya no me acuerdo nada mas...me desperté, pensé en ti...y dije Dios esto ya se ha convertido en una tortura para mi, quizás como tu dijiste algo intenso. Y me pregunto que es más bonito soñar despierto o soñar de verdad? Hay días que te noto tan cerca tan mio que no te lo imaginas...y otros que me siento todo lo contrario una extraña y un motivo de burla, quizás por que todo esto es un sueño...







martes, 13 de mayo de 2014

Cosas que cambian cuando vives en otro país

Mas Edimburgo On the Road"A punto de preparar nuestra tercera mudanza en pocos años, miro hacia atrás y sé que apretujar nuestra vida en una maleta y mudarnos a otro país fue una de las mejores decisiones que hemos tomado jamás. Porque cuando te marchas, cuando conviertes tu vida en viaje e incertidumbre, creces.

Te enfrentas a nuevos retos, descubres en ti facetas que desconocías, te sorprendes y te dejas sorprender por el mundo. Aprendes y amplías tus perspectivas. Desaprendes y, a base de algún golpe y unas cuantas lecciones, creces en humildad. Evolucionas. Añoras… y creas recuerdos que ya no te abandonarán. Si alguna vez has vivido o viajado durante una temporada lejos de casa, seguro que te sientes identificado con estas cosas que cambian cuando vives en otro país.

La adrenalina no te abandona.

Desde el momento en el que decides marcharte, tu vida se convierte en un vaivén de emociones, de lo inesperado, de aprendizaje e improvisación. Los sentidos nunca duermen, y durante un tiempo destierras la palabra rutina de tu vocabulario para dejar paso a la adrenalina. Nuevos lugares, nuevas costumbres, nuevos retos, nuevas personas… La sensación de comenzar de cero debería asustarte, pero resulta adictiva.

Pero, a la vuelta… todo sigue igual.

Así que, cuando vuelves unos días al hogar, te sorprende que todo siga igual. Tu vida ha cambiado a un ritmo frenético, y llegas cargado de vivencias y con unos días de vacaciones por delante. Pero en casa todo transcurre a su ritmo habitual. Los demás siguen haciendo malabarismos con las obligaciones cotidianas, y comprendes… que la vida no se detiene para ti.

Te faltan, y te sobran, las palabras.

Cuando te preguntan cómo va todo, te cuesta encontrar palabras adecuadas. Luego, sin embargo, tienes que morderte la lengua porque a mitad de cada conversación te acuerdas de mil y una anécdotas y no quieres parecer pretencioso o agobiar a los demás con batallitas de «tu otro país».

Comprendes que la valentía está sobrevalorada.

Muchas personas te dirán que eres valiente, que también querrían marcharse, pero no se atreven. Y tú, aunque también tuviste miedo, sabes mejor que nunca que la valentía constituye, quizás, un 10% de las grandes decisiones. El 90% restante son las ganas. ¿Te apetece? Hazlo. Cuando damos el salto, ya no hay valientes ni cobardes: pase lo que pase, te enfrentas a ello.

«It’s a dangerous business, Frodo, going out your door. You step onto the road, and if you don’t keep your feet, there’s no knowing where you might be swept off to.»
 
«Es peligroso, Frodo, cruzar tu puerta. Pones el pie en el camino y, si no vigilas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden llevar».

Y, de repente, eres más libre.

Es probable que seas tan libre como antes, pero la sensación de libertad, ahora, es distinta. Si has escapado de la comodidad y has logrado que todo funcione a cientos de kilómetros de tu hogar, sientes que puedes hacer cualquier cosa.

Dejas de hablar un idioma en concreto.

Unas veces se te escapa una palabra en otro idioma; otras solo se te ocurre una manera de describir algo… con aquella expresión perfecta que no está en el idioma adecuado. Cuando convives con una lengua extranjera, aprendes y desaprendes a la vez. Mientras interiorizas referentes culturales e insultos en tu segunda lengua, te sorprendes esforzándote en leer en tu lengua materna para que no se oxide. Como cuando Homer fue a una cata de vinos y se le olvidó cómo conducir.

Aprendes a despedirte… y a disfrutar.

Pronto te das cuenta de que, ahora, muchas cosas y personas son de paso, y el valor de la mayoría de situaciones se relativiza. Perfeccionas el equilibro entre crear lazos y saber desprenderte de objetos y recuerdos: una lucha perpetua entre nostalgia y pragmatismo.

Vives con dos de todo.

Con dos tarjetas SIM (una de ellas repleta de teléfonos de todos los rincones del mundo), con dos carnés de la biblioteca, con dos cuentas bancarias, con dos tipos de moneda que siempre, no sabes cómo, acaban mezclándose cuando vas a pagar algo. 

¿Normal? ¿Qué es normal?

Vivir en otro país, como viajar, te enseña que «normal» significa social o culturalmente aceptado. Así que, cuando te sumerges en otra cultura y en otra sociedad, tu concepto de normalidad se resquebraja. Aprendes que hay otras formas de hacer las cosas y, al cabo de un tiempo, tú también adoptas aquella costumbre antes impensable. También te conoces mejor a ti mismo, porque descubres cuáles son las cosas en las que de verdad crees y cuáles, en cambio, son aprendidas.

Te conviertes en un turista en tu propia ciudad.

Aquella atracción turística que tal vez no hubieras visitado en tu país se suma a la lista de lugares que ver en tu nuevo hogar, y pronto te conviertes en un experto en la ciudad. Pero, cuando alguien viene de visita unos días y te pide recomendación, te cuesta escoger unas pocas actividades: si fuera por ti, ¡les recomendarías visitarlo todo!

 Aprendes a ser paciente y a pedir ayuda.

En otro país, la tarea más sencilla puede convertirse en un reto. Tramitar papeles, encontrar la palabra adecuada, saber qué autobús tomar. Siempre hay momentos de desesperación, pero pronto te armas con más paciencia de la que nunca tuviste, y aceptas que pedir ayuda (en el autobús, en la calle, a tus conocidos) no solo es inevitable, sino muy sano.

El tiempo se mide en pequeños momentos.

Como si mirases desde la ventanilla de un coche en marcha, a lo lejos el tiempo parece transcurrir muy lento, mientras que de cerca los detalles pasan a velocidad de vértigo. Desde la distancia, te llegan noticias de cómo sigue la vida en casa: cumpleaños, personas que se van, fechas señaladas que te perderás… En cambio, en tu nuevo hogar, el día a día va muy deprisa. El concepto de tiempo se deforma tanto que aprendes a medirlo en pequeños momentos, ya sea en un Skype con los de siempre o en una cerveza con los nuevos.

La nostalgia te invade en el momento más inesperado.

Un alimento, una canción, un olor. Cualquier pequeñez basta para que, de repente, te inunde la añoranza. Echas de menos detalles que nunca imaginaste (que levante la mano quien haya atesorado un bote de tomate frito como si fuese el Anillo único), y darías lo que fuera para poder transportarte, un instante, a aquel lugar. O para poder compartir la sensación con alguien que te entienda…

Pero sabes que no es dónde, sino cuándo y cómo.

Aunque, en el fondo, sabes que no echas de menos un sitio, sino una extraña y mágica conjugación del lugar, el momento y las personas adecuadas. Aquel año en el que viajaste, compartiste tu vida con personas especiales, fuiste tan feliz. En cada lugar donde has vivido queda un pedacito de quien fuiste, pero a veces no basta con regresar a una ciudad para dejar de echarla de menos.

Cambias.

Leerás a menudo que hay viajes que cambian la vida. Y, a pesar de los clichés, vivir en otro país es un viaje que te cambiará profundamente. Sacudirá tus raíces, tus certezas y tus miedos. Vivir en Edimburgo nos cambió para siempre, en muchos sentidos, y si no fuera por aquel tiempo, hoy no estaríamos a punto de dar el siguiente paso en nuestras vidas. Quizás no lo creas antes, o no te des cuenta durante. Pero algún día, lo verás con una claridad pasmosa. Has evolucionado, tienes cicatrices, has vivido. Has cambiado.

El hogar cabe en una maleta.

Desde el momento en el que tu vida cabe en una maleta (o, si tienes suerte con tu aerolínea, en dos), lo que entendías por hogar deja de existir. Casi todo lo que puedes tocar con las manos es reemplazable; viajes adonde viajes, acumularás nueva ropa, nuevos libros, nuevas tazas. Pero llegará el día en el que, en tu nueva ciudad, te invada la sensación de estar en casa. El hogar es quien te acompaña, quien dejas atrás, son las calles donde transcurre tu vida. El hogar también son los objetos al azar que pueblan tu nuevo piso, aquellos de los que te desprenderás sin remordimientos cuando llegue el momento de marcharte. El hogar son los recuerdos, las conversaciones en la distancia con familia y amigos, un puñado de fotografías. Home is where the heart is.

 Y… no hay vuelta atrás.

Ahora ya sabes lo que significa renunciar a la comodidad, comenzar desde el principio y maravillarte todos los días. Y el mundo es tan grande… ¿que cómo renunciar a seguir descubriéndolo?
¿Has vivido en otros lugares? ¿Qué otras cosas añadirías a la lista? ¡Déjanos un comentario y cuéntanos tu experiencia!
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martes, 6 de mayo de 2014

Ejemplo de cómo crear un texto Lacaniano

Tomemos la integral a la mano, ¿Parece simple de resolver? Pero no topológicamente hablando esconde un complejo de Edipo no resuelto que nos permitirá poder dar la correcta solución analítica.

Veamos que primero es una raíz, que obviamente ofrece un simbólicamente hablando una vagina gigante, desmesurara, con un brazo que quiere expandirse por sobre el polinomio de segundo grado. Además como una raíz es una multiplicación de un numero por si mismo pero solamente una fracción de este, en este caso ½, el aspecto femenino incompleto, un falo castrado y castrador se cierne como una sombra edípica por sobre el polinomio de segundo grado que de esta forma es eliminado de su masculinidad ya que ‘’x’’ (la cosa), topológicamente podemos denominarla como falo, es de hecho un falo, que si aplicamos la fórmula para atacar integrales más complejas que es la transformación dx a u y dv, tenemos la integral uv-√ (v )du y recordamos la rima mnemotécnica universitaria heredera de Séneca y usada en los claustros medievales para ejercitar la memoria al asociar eventos del inconsciente a palabras tenemos, tenemos la famosa rima ‘’una vaca vestida de uniforme’’ (ver la integral uv-√vdu), lo que significa que es una vaca trasvestista que ya no solamente tiene miedo a ser castrada sino que ya simbólicamente siente que está castrada, así que entra en psicosis de resolución edípica de su conflicto trans-género, y es absorbida por la vulva gigante de la raíz cuadrada, lo que hace que nuestra solución sea una resolución de un complejo de castración y entonces obtenemos ‘’x’’ (el falo de la cosa) y tenemos una persona que ha resuelto su complejo de castración, pero, ¿acaso nos olvidamos que hay que resolver la integral?, claro que no, un símbolo de integral simbólicamente es muy similar, idéntico más bien al mango de unas tijeras, un símbolo universal hasta en los pueblos que no tienen tijeras de un objeto castrante, así que el falo (que denotamos por x y es resolución-solución de el complejo edípico de la ecuación en mano vuelve a ser castrada, pero como una integras según la teoría extendida de la integral de Riemann (henstock-kurzweil) sigue siendo en esencia una suma de áreas, el falo castrado de suma a si mismo creando un área de anchura no mayor a (ε, δ), ε para las ‘’x’’ (falos) y δ para las ‘’f(x)’’ - ‘’y’’ (vaginas), y el complejo de castración crece tan rápido (la integral no está definida sino que es impropia), que crece ad libitum (si converge) o ad infinito (si no converge), creando en ambos casos una psicosis paranoide se ser una vaca travesti vestida de uniforme de porrista.