domingo, 30 de junio de 2013

Los nadies

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pié derecho, o empiecen el año cambiando de escoba. 
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada. 
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos: 
Que no son, aunque sean. 
Que no hablan idiomas, sino dialectos. 
Que no profesan religiones, sino supersticiones. 
Que no hacen arte, sino artesanía. 
Que no practican cultura, sino folklore. 
Que no son seres humanos, sino recursos humanos. 
Que no tienen cara, sino brazos. 
Que no tienen nombre, sino número. 
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. 
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
 
Eduardo Galeano

Albert Camus

Fue el cristianismo el que empezó a sustituir la contemplación del mundo por la tragedia del alma. Pero al menos se refería a una naturaleza espiritual y, a través de ella, conservaba cierta seguridad. Muerto Dios, no quedan más que la historia y el poder. Desde hace mucho tiempo, todos los esfuerzos de nuestros filósofos no han ido dirigidos más que reemplazar la noción de naturaleza humana por la de situación, y la antigua armonía por el impulso desordenado del azar o el movimiento implacable de la razón. Mientras que los griegos marcaban a la voluntad los límites de la razón, nosotros hemos puesto, como broche, el impulso de la voluntad en el centro de la razón, que se ha vuelto asesina. Para los griegos, los valores eran preexistentes a toda acción, y marcaban, precisamente, sus límites. La filosofía moderna sitúa sus valores al final de la acción. No están, sino que se hacen, y no los conoceremos del todo más que cuando la historia concluya. Con ellos, desaparecen también los límites, y, como las concepciones acerca de lo que habrán de ser aquéllos difieren, y como no hay lucha que, sin el freno de esos mismos valores, no se prolongue indefinidamente, hoy los mesianismos se enfrentan y sus clamores se funden con el choque de los imperios. Según Heráclito, la desmesura es un incendio. El incendio se extiende, Nietzsche ha sido superado. Europa no filosofa a martillazos, sino a cañonazos.

Mark Bloch

No hay menos belleza en una exacta ecuación que en una frase precisa. Pero cada ciencia tiene su propio lenguaje estético. Los hechos humanos son esencialmente fenómenos muy delicados y muchos de ellos escapan a la medida matemática. Para traducirlos bien y, por lo tanto, para comprenderlos bien (¿acaso es posible comprender perfectamente lo que no se sabe decir?) se necesita gran finura de lenguaje, un color adecuado en, el tono verbal. Allí donde es imposible calcular se impone sugerir. Entre la expresión de las realidades del mundo físico y la expresión de las realidades del espíritu humano, el contraste es, en suma, el mismo que entre la tarea del obrero que trabaja con una fresadora y la tarea del violero: los dos trabajan al milímetro, pero el primero usa instrumentos mecánicos 'de precisión y el violero se guía, sobre todo, por la sensibilidad del oído y de los dedos. No sería conveniente que uno y otro trataran de imitarse respectivamente. ¿Habrá quien niegue que hay un tacto de las palabras como hay un tacto de la mano?

Queremos tanto.....Cortazar

Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo habían borrado todavía. Volviste al mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí. La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaban a la patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar, la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste otro dibujo, sólo vos podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo. Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo naranja y las manchas violetas de donde parecía saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.

Razón y emoción

A veces pensamos que para vivir en el mundo real adecuadamente, sólo es necesaria la razón, la capacidad de observar el mundo, analizarlo y obtener explicaciones lógicas y elaboradas de las cosas, que las emociones no nos ayudan a vivir fácilmente en este mundo, que nos complican las cosas, que nos entorpecen.
Otras tantas veces sentimos que las emociones son lo único que importa, que debemos tenerlas en cuenta por encima de todo, y no prestar atención a lo que nos indica nuestra razón, como cuando nos enamoramos.
Quizás estamos llevados a pensar y sentir así por la educación que hemos recibido, o por las estructuras y mecanismos sociales en los que estamos inmersos ya desde que nacemos. En todo caso parece cierto que tendemos a ensalzar nuestra capacidad de raciocinio y a rechazar las emociones las más de las veces. Su expresión está muchas veces mal vista, su verbalización nos incomoda, y no acertamos a analizarlas de forma cotidiana y con soltura, incluso muchas veces nos afanamos en negarlas u ocultarlas, otras veces ni siquiera las podemos reconocer como propias.
Nacemos en una realidad en la que no podemos vivir si no la dotamos de sentido, para vivir en este mundo necesitamos representárnoslo, para poder analizarlo y entenderlo; y sentimos que esto lo hacemos sólo gracias a nuestra razón, a nuestra capacidad de entendimiento. Si esto fuese así, ¿para qué sentir? Por otro lado, si atendemos a la mayor parte de nuestras verbalizaciones, podemos ver que se repiten con asombrosa frecuencia términos tales como “pienso que...”, “creo que...” que de forma lógica y a simple vista, parecen apelar a actos de nuestra razón, pero que esconden, las más de las veces, lo que en realidad sentimos, y no lo que pensamos. ¿qué está pasando aquí?
Pues bien, Kant decía que “el entendimiento no puede intuir nada, y los sentidos no pueden pensar nada. Sólo de su unión puede originarse conocimiento”. Debemos aprender a escuchar lo que sentimos, pues es un indicativo claro de lo que nos está pasando, y también a vigilar lo que pensamos.
En este mundo, utilizando el pensamiento y la emoción, comenzamos a formarnos creencias diversas sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre la realidad en la que vivimos. Estas creencias no son más que representaciones que nos construimos para explicar nuestra realidad. Según mostraba Epicteto, estas representaciones pueden ser juicios correctos, lógicos, racionales y operativos (como “el sol sale por el este y se pone por el oeste”, o “dos más dos son cuatro”), o bien juicios incorrectos, errados, puras opiniones irracionales y sin justificación lógica (como “mis amigos no me quieren” o “me lo ha hecho a posta”) Dichos juicios, correctos o no, nos llevan mediante impulsos a actuar, a hacer, decir, movernos, cambiar, huir, acercarnos, decidir...
Muy al contrario de lo que pudiera pensarse, nuestras emociones y sentimientos no llegan después de todo este proceso de representación ni como resultado de nuestras acciones o de las de los demás, sino que ya estaban ahí casi desde el comienzo. Cualquier representación que nos hagamos del mundo trae consigo una emoción, seamos o no conscientes de ella. Y es ésta emoción, junto con nuestros juicios, la que nos permite actuar de una manera o de otra.
Las creencias o representaciones que nos formamos del mundo son ya unas “gafas” que elegimos ponernos. Sí, elegimos (somos libres de hacerlo), porque podríamos haber elegido otras: quizás las de color gris, porque es más fácil cargarle las responsabilidades a otros; o las rosas, porque es más fácil pensar que siempre se da lo mejor; o las que tienen un cristal con aumento, porque deseo ver hasta los más mínimos detalles. Esta elección cambia la visión de nuestro mundo entero. Estas gafas o representaciones, traen consigo una emoción siempre ligada, emoción que también elijo (porque soy libre), sea consciente de ello o no.
Esto es, la razón y la emoción, como decía Kant, vienen juntas, y esta unión es la que nos permite interpretar el mundo para vivir en él, y no sólo la razón. No podemos cambiar el mundo, pero sí que podemos cambiar nuestra interpretación sobre el mundo, como explicaba Epicteto en su Manual.
De esta manera, es fácil concluir que no debemos desechar la razón y de la misma manera, que tampoco debemos desechar las emociones sino, más bien, atenderlas. Puesto que ambas parecen ser herramientas humanas imprescindibles, deberíamos aprender a utilizarlas mejor en conjunción. Es importante saber que cuando mis emociones son negativas, las más de las veces pueden ser un claro indicio de que algo falla en dicha unión, una alerta, un semáforo en ámbar que nos indica precaución, que intenta mostrarnos que hay por algún lado un juicio a revisar, un razonamiento al que hay que prestarle atención también.
Atender a nuestras emociones nos permite ajustarnos a la realidad una y otra vez, corrigiendo nuestras representaciones para que se ajusten más convenientemente y sin tanto esfuerzo a la realidad. Sólo si escogemos ser valientes en el acto de búsqueda de nuevas interpretaciones más ajustadas, estaremos haciendo un uso más responsable de nuestra libertad.
Por ejemplo, somos libres para levantarnos de la cama cada día pensando que los demás son nuestros enemigos o que la vida no merece la pena de ser vivida; pero también somos libres, además de responsables con nuestra vida, si elegimos levantarnos de la cama cada día pensando y sintiendo que los demás tienen tantos problemas de ajuste entre razón y emoción a resolver como nosotros.
Muchas veces pensamos, cuando algo en el mundo exterior no nos gusta o nos incomoda, que debemos actuar directamente sobre ello, que debemos intervenir y cambiarlo, sin embargo una manera fructífera, directa y divertida de cambiar el entorno, pasa por cambiarse primero uno. Cuando cambiamos aquello que no nos gusta de nosotros mismos, creamos en nuestra realidad nuevas formas, nuevas relaciones, nuevas actitudes, nuevas ideas... y todo esto hace que vaya cambiando nuestro entorno de forma natural.
“No son las cosas las que nos disturban, sino nuestro juicio sobre las cosas” nos decía Epicteto, y añadía: “Somos libres para intervenir en el ámbito de nuestras representaciones”. Como se puede ver, la responsabilidad y la libertad están presentes constantemente, también en lo relativo a nuestros juicios y emociones.

Lo femenino

La mujer. Misterio inescrutable muchas veces. Montaña de curvas. Ciclo sempiterno que se repite una y otra vez, pero nunca de la misma manera. Sensibilidad casi extrema. Suavidad y calor, a veces contención, ternura, otras erotismo, lo salvaje. Conjunto de opuestos, radicalidad de cambio, posibilidad, creación, flexibilidad... Lo rojo, lo prohibido, la tentación, lo sagrado... Lunática, cambiante, bruja, hechicera, loba, puta, frágil, voluptuosa, lesbiana, narcisista, enamorada, madre o mística, luchadora... y, en todo caso, fundamentalmente cambiante.
En todos estos términos y en muchísimos más se ha hablado del conjunto de valores, características y comportamientos propios de la mujer, de lo femenino, utilizándolos, interpretándolos e interpelándolos positiva o negativamente según las situaciones.
Sin embargo, no sólo nos hemos dedicado hasta el momento a calificar e interpretar lo femenino, sino que además, siguiendo a Simone de Beauvoir en su libro “El segundo sexo”, la mujer se ha definido a lo largo de la historia siempre respecto de algo: como hija de alguien, hermana de alguien, esposa de alguien, madre de alguien... Pienso, como lo hace esta filósofa, que la tarea principal de la mujer, podría ser recuperar su propia identidad específica y hacerlo desde sus propios criterios. Desde los criterios de cada una de nosotras. ¿Cómo lograr algo tan complicado a primera vista?
La filosofía, puede ayudarnos una vez más. A muchos filósofos les parece esencial, para ayudarnos a pensar correctamente, comenzar definiendo términos para hacernos conscientes del significado real que les otorgamos. Sin embargo, ya hemos visto que lo femenino es un concepto complejo cargado de significados, algunos positivos y otros negativos, pero en todo caso bajo la influencia de los mismos. Por ello creo que es necesaria, previa a la definición, una resignificación del término. Resignificar filosóficamente un término es una tarea que consiste en volver a dotar de sentido a aquello que lo ha perdido o que requiere de uno nuevo, desde una perspectiva filosófica y práctica, con el fin de hacerlo nuestro nuevamente.
Resignificar lo femenino es pensarlo desde otro lugar, abriendo bien los ojos para poder verlo tal cual es, mirándolo con las gafas de la ternura y la paciencia, pues son las únicas que nos permitirán aceptar lo que veamos, para posteriormente, y una vez que hayamos ajustado nuestra mirada, decidir qué queremos hacer con ello, con qué nos quedamos, qué desechamos, qué procesamos, qué nos falta...
Quizás podamos entenderlo mejor con uno o dos ejemplos, partiendo de algunas de las diferencias físicas que nos caracterizan. La mujer es cíclica, pasa todos los meses por un ciclo menstrual que se manifiesta con la regla o con un embarazo. Esta característica tan nuestra ha sido interpretada de muy diversas maneras. Se ha podido ver como algo positivo (sobre todo si se manifiesta en la forma de embarazo, o si se interpreta como la llegada a la edad adulta) y como algo negativo (duele, molesta, no sirve para nada, me hace pasar vergüenza, es roja y no azul como en la televisión, no me puedo bañar o ir a la piscina, la revolución hormonal me hace llorosa y sensible). Resignificar esta característica sería acopiar todos los aspectos positivos y los negativos también y repensarla dotándola de un nuevo significado que abarque ambos aspectos y los transforme en otra cosa... Por ejemplo, podríamos pensar que el ciclo menstrual que no culmina en embarazo es una oportunidad de dar a luz un nuevo yo, es la representación de (hoy por hoy y para muchas mujeres) una elección consciente de darse a luz a sí misma una vez más. Muchas mujeres cada mes elegimos darnos a luz a nosotras mismas, crear una nueva vida nuestra, responsabilizarnos una vez más de nosotras mismas y no de otro ser. Esta es una interpretación que sugieren algunas mujeres como la poetisa Penélope Shuttle.
Otro ejemplo de resignificación de lo femenino podríamos extraerlo de la característica fuerza física femenina, con un cuerpo preparado para toda la fuerza y la resistencia del dolor para parir, pero no tanto quizás para la fuerza bruta de los hombres. Esta característica se ha interpretado a veces como debilidad o fragilidad, otras como sensibilidad. Resignificar esta característica sería aceptar nuestro cuerpo tal cual es, con lo que puede y lo que no puede hacer e interpretarla como la posibilidad que ofrecemos al mundo de conocer lo suave, lo blando, lo tierno... Nuestros brazos no nacen preparados quizás para transportar grandes pesos, pero sí para acunar, sujetar en abrazo a otros, mecer...
Resignificar lo femenino es una tarea ardua y constante que requiere replantearse una y otra vez lo que siento, pienso, digo, y hago. Requiere como todo proceso, un cambio interno para poder ver el cambio externo que tanto deseamos.
Simone de Beauvoir describía a la mujer como la heredera de un difícil pasado que se esfuerza en forjar un porvenir nuevo. Para poder mirar y ver fuera lo que quiero, he de trabajar lo que tengo dentro. Nuestro pasado, y en muchas ocasiones también nuestro presente, pueden reflejarnos una imagen de lo femenino que no encaje con nosotras, algo laxo, débil, vergonzoso incluso. Lejos de intentar cambiar primero lo de afuera, he de resignificar lo que llevo dentro, no minusvalorando aquello que me hace diferente, no sintiendo la diferencia como un handicap, sino aceptándola, valorándola. No somos iguales ¿por qué pedir la igualdad? Somos diferentes. De estas diferencias se nutre el mundo. Y necesitamos ver en el mundo estas diferencias para que el mundo funcione. No deberíamos buscar ser tratadas iguales, sino encontrar la equidad, es decir, un trato acorde a nuestras características.
Yo elijo ver hoy a la mujer como eterna hereditaria de la creación, luchadora laboriosa y constante, guerrera de la ternura, tentadora manifestación erótica, sabia hechicera y sobre todo cíclica y cambiante.

sábado, 29 de junio de 2013

Solo es el principio

Película documental sobre clases de filosofía para niños, captada con calidez y sensibilidad, en la senda de 'Ser y tener' de Nicolas Philibert, que promueve a la reflexión sobre nuestra capacidad ética, social y humana, y sobre la importancia de una buena educación desde la infancia.
Los expresivos y vitales protagonistas se llaman Azouaou, Abderhamène, Louise, Shana, Kyria o Yanis. Tienen entre 3 y 4 años cuando, juntos, exponen libremente, con sus emociones y contradicciones, sus ideas sobre el amor, la libertad, el liderazgo, la inteligencia, la muerte...

A lo largo de un curso, sentados en un círculo alrededor de una vela encendida, con ayuda de su maestra Pascaline, aprenden a expresarse, a escucharse mutuamente y a conocerse mejor.

Entre todos hacen filosofía, reflexionan sobre temas importantes, a menudo olvidados en nuestra sociedad. No hay estudiantes buenos ni malos: lo fundamental es pensar por sí mismos. Los niños hablan con sus propias palabras, llenas de espontaneidad, humor, lógica y poesía; cargadas en muchas ocasiones de un increíble y envidiable sentido tolerante y cívico. Ellos son nuestro futuro. 

Parece que en los últimos años están más candentes que nunca en el regazo de una sociedad que cada vez se preocupa más por los mínimos detalles temáticas como la enseñanza o la educación. Nicolas Philibert ya hacía hincapié en ello a través de su documental Ser y tener, posiblemente uno de los gérmenes de esta Sólo es el principio, pero lejos del documental también ha habido acercamientos como La clase de Laurent Cantet o incluso Profesor Lazhar de Philippe Falardeau, títulos todos ellos imprescindibles para comprender el creciente interés por una educación que requiere de figuras verdaderamente importantes para ser desarrollada debidamente. No obstante, Sólo es el principio se decanta por ir más allá de esas figuras sobre las que, a la par, sostiene el discurso —los maestros— y enlaza con un experimento tan sencillo como interesante: exponer a niños de temprana edad (entre tres y cuatro años) a unos talleres de filosofía en los que poder debatir libremente sobre temas de lo más variopintos. Así, la libertad, el amor o la inteligencia son diseminados por los pequeños del colegio Jacques Prévert en una curiosa y enriquecedora vivencia para ellos que les otorgará la capacidad de extrapolar todo ese aprendizaje al ambiente o contexto donde se mueven para así empezar a desarrollar habilidades que pueden ser un gran regalo el día de mañana.
Sin embargo, no sólo se centra en esos debates el trabajo de los debutantes Jean-Pierre Pozzi y Pierre Barougier, que también nos advierte que en ocasiones las figuras paternas desatienden los aspectos que aquí insiste en realzar una profesora, demostrando que motivar e inducir esas capacidades cognitivas es o debe ser imprescindible en los primeros años de cualquier niño, y que puede procurar resultados verdaderamente favorables de lograr que esa dialéctica verdaderamente suponga un estímulo más que una preocupación para el propio alumno.

Es así como a través de Pascaline nos vemos introducidos en esas sesiones en las que los pequeños dejan volar su imaginación e incluso razonan y discuten con argumentos aquello en lo que ellos creen ciegamente. Incluso durante un momento del documental Pascaline parece advertirnos de un detalle revelador: algunos de ellos preparan sus respuestas hablándolas con sus padres los días anteriores al coloquio, clara señal de que la motivación del propio niño es seguir indagando en la naturaleza de los temas propuestos y expandiendo sus horizontes para poder tener, cuanto antes mejor, un conocimiento propio que conlleve el enriquecimiento de ese debate a la par que cultive un intelecto que se irá desarrollando durante esos primeros años de niñez.

El único y principal pero llega cuando Pozzi y Barougier hacen trascender el documental más allá de esas sesiones; no porque ver como esos conocimientos adquiridos llegan al seno familiar resulte vano, sino más bien porque el tiempo que se le dedica a algo tan interesante como podría ser la introspección de todo ese debate generado en un ambiente totalmente distinto se limita a unos tantos minutos, prefiriendo que sean los pequeños y sus disquisiciones quienes acaparen gran parte del metraje, y aunque se siguen con gracia e incluso ternura unas intervenciones que rezuman inocencia pero, a medida que avanzan, también unas ganas de compartir e intentar ofrecer una motivación para su discurso enormes, quizá por ello Sólo es el principio no termina de trascender como uno desearía.

No obstante, cuando conociendo la situación actual de un sistema educacional que cada día parece hundirse y dar más pasos en falso, e incluso la poca atención que reciben por parte de figuras que tendrían que ser más importantes que nunca como la paterna o la materna, a uno se le antoja imprescindible un documental como Sólo es el principio, no únicamente para educadores y maestros, también para unos padres que deberían darse cuenta que en sus manos está nuestro futuro, el futuro no sólo de ellos mismos o sus retoños, también de una sociedad que necesita cada vez más muestras de humanidad. Esa humanidad que desprende un infante.

Federico Luppi



excelente discurso para unos futuros profesores!

7 millones de otros

Sobre el proyecto

En 2003, luego de La Tierra vista desde el cielo, Yann Arthus-Bertrand junto a Sibylle d'Orgeval y Baptiste Rouget-Luchaire lanzó el proyecto "7 mil millones de Otros". 6.000 entrevistas fueron filmadas en 84 países por vinte realizadores que salieron al encuentro de Otros. Desde el pescador brasileño al boticario chino, del artista alemán al agricultor afgano, todos respondieron a las mismas preguntas sobre sus miedos, sus sueños, sus pruebas, sus esperanzas: ¿Qué aprendió de sus padres ? ¿Qué querría transmitir a sus hijos ? ¿Qué pruebas tuvo que atravesar? ¿Qué representa el amor para usted?... 

Cuarenta preguntas esenciales permiten descubrir tanto lo que nos separa como lo que nos une. Estos retratos de la humanidad de hoy son accesibles en este sitio internet. El corazón del proyecto, que es mostrar todo lo que nos une, nos une y nos diferencia, se encuentra en las películas, que incluyen los temas tratados durante estos miles de horas de entrevistas.

Estos testimonios también se presentan durante las exposiciones en Francia y en todo el mundo (Bélgica, Brasil, España, Italia, Rusia ...), y en otros medios tales como libros, DVD o en la televisión.

Todo comenzó con una avería de helicóptero, un día, en Malí. Esperando al piloto, conversé con un aldeano durante todo un día. Me habló de su vida cotidiana, de sus esperanzas, de sus miedos: su única ambición era alimentar a sus hijos. Interrumpido mi trabajo para una revista, me sumergía en los problemas más elementales. Me miraba directo a los ojos, sin quejas, sin pedidos, sin resentimiento. Había llegado allí a fotografiar paisajes, fui cautivado por su mirada, por su palabra.

Luego soñaba con poder escuchar sus palabras, sentir lo que nos une. Puesto que vista desde arriba, la Tierra aparece como una superficie enorme para compartir. Pero en cuanto aterrizaba, empezaban los problemas. Me encontraba confrontando la rigidez de las administraciones de cada país, y sobre todo la realidad de las fronteras impuestas por los hombres, símbolo de la dificultad de vivir juntos.

Vivimos una época increíble. Todo va a una velocidad enloquecedora. Tengo 65 años y cuando pienso en la manera en que vivían mis padre, es  apenas creíble. Hoy tenemos a nuestra disposición herramientas de comunicación extraordinarias: podemos verlo todo, saberlo todo y la cantidad de información que circula nunca ha sido tan grande. Todo esto es muy positivo. Lo irónico es que al mismo tiempo, seguimos conociendo tan poco a nuestros vecinos.

Hoy, sin embargo, la única acción posible es ir hacia el Otro.  Entenderlo. Pues en todas las luchas que están por venir, ya sea la pobreza o los cambios climáticos, ya no podremos actuar solos. El tiempo en que nos podíamos permitir pensar sólo en nosotros mismos, en nuestra pequeña comunidad se ha acabado. De ahora en adelante, no podemos ignorar lo que nos une y las responsabilidades que esto supone.

Somos más de siete mil millones en la Tierra, y no habrá desarrollo sostenible si no conseguimos vivir juntos. Es por eso que « 6 mil millones de Otros» es tan importante para mí. Creo en ello porque afecta a cada uno de nosotros, y porque es una incitación para actuar. Espero que cada uno a su vez tendrá ganas de hacer estos encuentros, de escuchar al Otro y darle vida a « 7 mil millones de Otros » agregando su testimonio para expresar su deseo de vivir juntos.

¿Quieres saber como define la gente de todo el mundo la felicidad?
 

Relacionarnos con el mundo

Estar en el mundo resulta a simple vista algo fácil de hacer, sólo debemos despertarnos por la mañana y casi sin salir de la cama y con un poco de conciencia... op! Ya estamos con el mundo, ya nos encontramos en él... 
Sin embargo, si esto fuera simplemente así, no nos ocasionaría ninguna dificultad, no nos traería problemas relacionarnos con él. Pero parece que para podernos relacionar con el mundo de forma satisfactoria hubiera que saber manejar una serie de herramientas personales. Podríamos decir que relacionarse es interaccionar con el entorno, y como resultado de ello se obtienen tanto modificaciones en la conducta como en el propio entorno. Al relacionarnos con el mundo entran en juego al menos dos factores irreductibles. A saber: yo y el mundo... Algunos dirían “¡eh! El mundo y yo”... “yo” va primero porque considero más difícil conocerse que conocer, entenderse que entender, manejarse que manejar. Y porque además este conocimiento resulta casi imprescindible a la hora de conocer todo lo demás; depende de lo profundo que sea, así será nuestro conocimiento de lo otro. Para que nuestra relación con el mundo, con lo otro que no es yo, sea satisfactoria resulta evidente para todos que debemos conocer ese “otro”: qué es, cómo es, cómo se comporta, dónde y por qué. Quizás no sea tan evidente a veces en el día a día que tan importante es conocer lo ajeno como lo propio. ¡Una de las consignas más famosas de la filosofía es “conócete a ti mismo”!Muchas veces nos perdemos en el mundo con facilidad pasmosa, nos dejamos ir, desconectamos de nosotros mismos... no sabemos dónde se quedan nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y nuestra conciencia... Es tan grande la atracción y la atención que pide esta sociedad posmoderna a lo que hacemos, a lo que hay fuera, que nos perdemos, perdemos la conciencia interior. El mundo nos atrae, nos pide una respuesta, nos la exige. Nos despertamos, pero todo gira a gran velocidad: hemos de trabajar, resolver problemas, atender mil llamadas, contestar mails, comunicarnos, atender a los niños, trabajar más y más... Y cuando llegamos a casa enchufamos la televisión con el ánimo de desconectar, pero desconectar ¿de qué?, ¿de nosotros?, ¿de lo otro?Quizás esta pérdida de conciencia, este aletargamiento quasi infinito sea algo a lo que haya que atender. Pues sin conciencia, la identidad parece diluirse y todo deviene alteridad, todo resulta extraño, ajeno... Perdiéndose de vista así, ¿dónde queda el espacio de la razón común, de lo compartido?, ¿no comenzamos a perder el espacio de comunicación? Nos comunicamos más, es cierto. Pero... ¿nos comunicamos mejor?, Preferís... ¿cantidad o calidad?Para Husserl, los significados compartidos en la interacción con lo otro, con el mundo, son constitutivos del sentido común. ¿Dejamos lugar hoy para el sentido común?, ¿o ya no nos importa ese espacio común, y abogamos por el solipsismo, por el quasi-autismo patológico en el que sólo importo yo? Parece que con este comportamiento estamos destruyendo el “yo”, pero por otro lado, parece que fuera lo que más nos importa... ¿no es esto una incongruencia? Autores como Hegel, que tomaba la idea del otro como parte del autoconocimiento, o como Lacan, que vinculaba al otro con el orden simbólico y el lenguaje, son algunos ejemplos de tantos y tantos filósofos que han pretendido esclarecer el tema de la relación con el mundo. Husserl pensaba que la cognición compartida y el consenso eran esenciales en la formación de ideas y relaciones. Sartre hablaba de lo que él llamó el “ser-para-el-otro”, de las relaciones de conflicto con el otro como lucha de libertades en “El ser y la nada”. Explicaba que necesitamos al otro para conformar nuestra propia identidad, porque decía que la mirada del otro nos objetiva. Pero, ¿no será que hemos llevado esta idea al extremo y nos hemos convertido en objetos, perdiendo así lo propio, volviéndonos cada vez más ajenos a nosotros mismos?, ¿qué nos pasa?, ¿no queremos tener el gusto de conocernos?, ¿encontramos solamente placer en el voyeurismo del otro?He vivido muchas veces la alteridad... He tenido la oportunidad de verla disfrazada de muchas formas. Cuando no he encontrado la fortaleza de explicar mi criterio y me he amoldado al del resto, cuando no he sabido explicar lo que sentía o necesitaba, cuando ni siquiera he sido consciente de lo que estaba sintiendo, cuando me he perdido en las necesidades del otro y he desatendido las mías, cuando me he transformado sin quererlo en algo con lo que no estaba de acuerdo...A mi asombro, he descubierto que este tipo de locura es común en el ser humano actual, muchas personas me han contado que les sucedía lo mismo, he visto otras tantas igual de dormidas ante sí mismas, igual de alienadas...Ni sólo yo, porque caigo en el completo solipsismo, en el embargante autismo sentimental, ni sólo el otro, porque me convierto en nada y desaparezco, me pierdo... ¿no sería más adecuado para todos aquí buscar el justo medio aristotélico? 
Husserl proponía algo a lo que llamaba intersubjetividad. No pretendía el solipsismo ni la conciencia de la objetividad más absoluta, era conciente de las diferentes realidades, de las diferentes visiones, de la diferencia entre sujetos. Sin embargo, decidió ver en esta diferencia algo enriquecedor. Aquellos “acuerdos” a los que llego con el otro para poder relacionarnos se convierten entonces en la hermosura de aquello tácito compartido. Necesito al otro para conformar mi identidad, como explicaba Sartre, pero no puedo por ello diluirme, pues el otro también me necesita para poder conformar la suya propia. Para ello son necesarias muchas herramientas personales, como apuntaba al principio, es necesario el diálogo, saber hablar (sin chillar, sin susurrar...), saber razonar y compartir lo que se razona, saber aceptar, manejar los enfados, interpretar, relajarse, conocer los valores propios y los ajenos, saber pedir, saber dar, saber recibir y respetar...No es fácil relacionarse con el mundo de forma satisfactoria, pero siempre resulta un universo hermoso por descubrir .“No es prudente ir camuflado, ni por estar junto a ti, ni para ir a ningún lado... preferiría con el tiempo, reconocerme sin rubor...”Reconocerse a sí mismo, es una mezcla de conocimiento y de aceptación, es volverse a conocer desde una perspectiva diferente, es reencontrarse, es saberse, es comprenderse, es comenzar a entender y a aceptar lo otro... Reconocerse posibilita darse al otro mejor. Tener una conciencia plena de sí mismo en todo momento que no se deja aparcada ni de lado jamás, sino que, muy al contrario, se tiene presente en cada momento es una gran herramienta que nos permite entregarnos por entero al otro, que nos convierte en un regalo para el mundo.

Las pasiones

Para Aristóteles son una modificación del alma. Es recibir pacientemente; para Ciceron la pasión es conmoción. Para los estoicos, perturbaciones, algo que debe eliminarse por el uso de la razón.
Los tomistas señalan como pasiones al amor y el odio, la esperanza y el temor. Pero si se las encamina por la voluntad son útiles para la vida del hombre.
Para Descartes en su tratado señala seis pasiones primitivas, la admiración, el amor, el odio, el deseo, el apetito, la alegría y la tristeza.
En la actualidad es tenida en cuenta como un afecto intenso y permanente. Toda una invasión de la vida psíquica por una afecto que domina tanto la razón como la voluntad. La pasión puede paralizar en este caso la voluntad o bien desviarla.
Para Hegel en el siglo XIX, nada grande se ha hecho en este mundo sin pasión. Para Nietzsche, la voluntad de poder es la forma primitiva de pasión y todas las otras pasiones son solamente configuraciones de aquella, primero poder, luego el placer.
Definiciones y sinónimos. Padecer tormentos, penas u otras cosas sensibles. Perturbación deordenada del ánimo. Excesiva inclinación hacía algo o alguien con vehemencia. Es un pathos esencial.
Para Edgard Morin vocación docente. Contrario a la acción. Abatimiento. Desconsuelo. Es una preferencia muy viva.
También es una aficción, una mania, un extremo, fanatismo, a veces paroxismo o exaltación. Exarcebación.
Tanto filósofos como representantes de otras áreas han hecho enormes esfuerzos por aislar y discernir el juego de las ideas y el juego de las pasiones.
Spinoza en el siglo XVII señalo que las pasiones dividen a los hombres pero es inútil procurar esterilizar los afectos para superar los conflictos y diferencias. Se han equivocado aquellos que pensaron que sofocar las pasiones era beneficioso para una comunidad.
Es por y con la interacción con los demás que deviene el juego psicosocial de las pasiones.
Pasión por la escritura, el cine, el trabajo, sea por lo que fuere, la profesión, los coleccionistas etc.
Los virtuales mantienen el pensamiento en un suspenso infinito, son funcionales, tanto las emociones como los sentimientos, con ausencia de pasión e imaginación. El hombre crea emociones adecuadas al momento que atraviesa, cree que las puede controlar porque el las ha creado. Se altera también la realidad.
Las emociones. Una agitación repentina del ánimo. Del latin emotio, remover.
Los sentimientos. Acción y efecto de sentir estado afectivo del ánimo producido por causa.
La emoción: alteración, desasosiego, enternecimiento, inquietud, alteración.
Hay momentos adecuados, personas y situaciones en las que se puede manifestar una emoción como la ira. En una medida aceptada.
Similar a la pasión, la diferencia está en la intensidad. La pasión es más intensa que la emoción y ésta es más fuerte que los sentimientos y en durabilidad es al revés.
Idolos y pasiones. Existen porque detrás hay diferentes empresas que manejan todo, creando ámbitos especiales para que crezca la pasión por tal o cual. Los idolos se asimilan a nuestra propia persona y a veces se pierden los límites.
Cada uno en lo suyo, el deportista, el músico etc.
Expresan los ideales de una ética de ocio. Estimulan a luchar contra el paso del tiempo y lograr la eterna juventud. En ellos se ve a personas que les resulta facil vivir, es como siempre hubiesen savido como estar, como amar y como vivir. Se convierten entonces en un patrón-modelo de conducta.

¿Cómo reaccionaría él o ella en mi lugar?

Los dioses de la antigüedad se convertían en dioses heroes de salvación, hoy nuestros ídolos también se humanizan, se convierten en los mediadores entre el mundo fantástico de los sueños y la vida cotidiana.
Antiguamente los hombres aspiraban a vivir como dioses, reyes. Hoy al imitarlos se correponde al llamado cada vez más profundo de las masas hacia una salvación individual.
Para Aristóteles, el justo medio de posición de conquista, de la moderación como una virtud necesaria para contrarestrar las aflicciones. Las emociones pueden se negativas o positivas, nobles o innobles. Para los modernos son una forma inferior de actividad intelectual. No tienen una lógica propia.
Para Pascal el corazón tiene razones que la razón no entiende.
Modelar las emociones trabajar sobre las positivas o constructivas. Como la compasión.
Para el budismo existen 84000 aflicciones y sus antídotos.
La música de Vivaldi, intensificación del sentido emocional con el que se percibe el sonido. El invierno por ejemplo en las cuatro estaciones.

jueves, 27 de junio de 2013

¿Que es el amor?

Es curioso que aquello que consideramos el estado más sublime de la condición humana sea, rigurosamente, una carencia. Porque de eso se trata el amor; el amor es ausencia.

Amor y deseo son un mismo camino para el mismo sentimiento, no se excluyen, como suelen postular algunos, sino que se complementan en un todo indivisible.

Ahora bien, para desear algo, digamos una mujer o un nuevo canario, es preciso carecer de ambos, ya que deseamos sólo aquello que no poseemos.

(Aquí, un anciano se pone de pie con cierta dificultad, y dice:)

_No mienta, infeliz. Yo he deseado a más de una mujer estando casado, y he deseado también un canario nuevo teniendo ya uno en la jaula.

_Muy sabias palabras, amigo geronte. Pero ha formulado mal su observación, incurriendo en un evidente oximoron.

(Varias personas intentan persuadir al anciano que oximoron no es un insulto, sino una figura literaria).

_Usted asegura haber deseado a una mujer mientras estaba casado, pero esto no anula mi tesis, sino más bien la afirma. Véa, usted deseaba una mujer que no poseía, es decir, deseaba lo que no tiene. Lo mismo pasa con su canario, deseaba uno que no poseía. Ya lo decía Sócrates durante el Banquete, refiriéndose a cuestiones un tanto más profundas, pero análogas a la problemática del canario: “quien desea algo es porque carece de ello”.

En este punto una vieja pide la palabra.

_Mire, joven; pienso que se equivoca. Yo misma, cuando era joven y saludable, deseaba intensamente ser joven y saludable; es decir, deseaba lo que ya poseía.

_Muy aguda reflexión, querida señora, pero lamento decirle que incurre usted en un error típico. Vuelvo a citar a Sócrates, o a eso que Platón imaginaba como Sócrates: “Pero cuando alguien nos diga: Yo, que estoy sano, quisiera también estar sano, y siendo rico quisiera también ser rico, deseo aquello que ya poseo, le diríamos: Lo que quieres realmente es la cualidad de las cosas que hoy posees, deseas la continuidad de esas cosas que tienes en el futuro, no en el presente. Examina, pues, si cuando dices “deseo lo que ya tengo”, no quieres decir en realidad. “deseo en el futuro lo que poseo en la actualidad”. Luego, Sócrates, con su inabarcable dialéctica, llega a probar que Afrodita, la diosa del amor, alcanza su rango precisamente por ser el único ser en el universo que carece de amor, ya que amor es lo que desea.

El Amor y el Deseo son carencia, queridos y pacientes abuelos. Amamos aquello que no tenemos, y suponiendo que el objeto de ese amor se nos haga accesible, lo seguiremos amando sólo mientras exista la posibilidad de perderlo. El amor muere cuando se transforma en seguridad, y se hace bellamente insoportable cuando permanece en la incertidumbre.

Muchas veces se ha dicho que el amor nos completa, que sin él no podríamos acceder a las delicias de la inmortalidad; pero una vez más lamento decepcionarlos, piadosos oyentes; ya que el amor es infinitamente más sutil que nuestras áridas reflexiones, y su naturaleza es tan intrincada, que para reducirla a términos cognocibles habría que hablar del amor como una falta, un hueco, una ausencia, o cualquier otra metáfora cóncava que ustedes puedan imaginar.

Ahora bien, ¿qué sucede cuándo ya estamos enamorados? ¿Acaso dejamos de desear aquello que poseemos, como bien sostiene nuestro anterior postulado? No, todo lo contrario. El concepto de deseo asociado al amor debería tener una palabra que la distinga de otros deseos, acaso más prosaicos. No es posible que debamos utilizar la palabra deseo en dos oraciones tan disímiles:

Te deseo, mi amor.
Deseo una grande de anchoas.

No, nuestra lengua debería incluir un concepto de deseo exclusivo para el amor.

Desear algo es una intención de pertenencia. El que desea quiere poseer, y el que ama necesita compartir. El enamorado no quiere poseer el cuerpo amado, sino comer y beber de él, ofreciéndose él mismo como comida y bebida. Los enamorados no desean nada, ya que nada poseen del otro. La naturaleza del amor es compartir, tanto el lecho como las pequeñas e incongruentes realidades cotidianas; el amante no desea, ya que él mismo es también el otro.

Claro que no todos los hombres somos iguales, y estoy convencido que nuestra capacidad de amar es proporcional a nuestra imaginación. Quien mida su vida y la de otros con la vara del materialismo, encontrará un amor acorde a sus perspectivas; y quien esté abierto a las infinitas posibilidades del destino, encontrará, tarde o temprano, un amor inmortal. Traduzco este difícil y oscuro pasaje: un imbécil puede amar, el canalla no.

El secreto de la atracción


La reunión se tornó en hastío colectivos cuando los concurrentes advirtiron la probervial ausencia de mujeres.

Acto seguido se abrió un interesante debate acerca de la atracción, algo bastante curioso si tenemos en cuenta que nuestro grupo de eruditos se caracterizan por el más riguroso ascetismo sensual.

Cada uno de ellos manipulaba una hipótesis acerca del secreto de la atracción. A continuación trascribo parte de aquel debate.


SILVIO PASCAL (oftalmólogo): la atracción ocurre a partir de la vista. Lo que vemos perfora la retina y el nervio óptico se encarga de transportar la información a la corteza cerebral, por ejemplo, de un escote generoso. Una vez allí el cerebro se encarga de responder una pregunta fundamental: "¿es o no es atractivo?". De más está decir que los caballeros nos enfocamos en el rostro, los pechos, las caderas, el culo y las piernas de una mujer; mientras que ellas ponen el ojo en el rostro, la espalda, los brazos, las manos, y los pies del hombre.
EDGARDO TAPIA (fonoaudiólogo): Perdón, Pascal, pero el secreto de la atracción se encuentra en el oído. La vibración de la voz estimula la corteza cerebral y la relaciona con una imagen. En realidad, el cerebro crea una "imagen acústica" a partir de una voz, y con ella compara otras voces que previamente consideró atractivas.
EUSEBIO NASON (floricultor): Discrepo, caballeros. El secreto de la atracción se halla en el olfato, el sentido más poderoso para causar afinidades y rechazos. Si tenemos en cuenta que es el único sentido que viaja directamente a la corteza cerebral podemos admitir que es el más rápido de todos. El efecto de un aroma es más rápido y certero que la vista y el oído combinados. Un buen perfume garantiza el éxito.
GUILLERMO DACTILO (manicuro): Lamento estar en desacuerdo con todos, señores. El secreto de la atracción está en lo táctil, en la piel, el órgano más extenso del cuerpo. Las yemas de los dedos y los labios son las áreas más sensibles del cuerpo. Alcanza con estimular esas dependencias de la geografía epidérmica para lograr una atracción inapelable.
ERNESTO DENTINI (ortodoncista): No podrían estar más equivocados, caballeros. El secreto de la atracción está en el gusto, más precisamente en la lengua. Piensen lo siguiente, poseemos entre 5.000 y 12.000 receptores gustativos. Un beso con sabor agradable marcará el éxito de la atracción.
LUGANO (exégeta): Ustedes son lo que académicamente se llama imbéciles. La atracción no tiene secretos. De hecho, no existe nada más claro y evidente. La atracción sucede, así como suceden las mareas o el ocaso. Una persona nos resulta atractiva en parte porque estamos condicionados por nuestra sociedad, pero también porque en ella encontramos algo que la destaca del resto; y que no necesariamente resulta de una ecuación matemática acerca de lo que es orgánicamente conveniente.
El debate continuó, cada vez más acalorado, hasta que la reunión se dispersó en la noche en perfecto orden.

Nunca se ha visto una congregación de expertos en atracción tan atildada, tan aguda, tan segura de sus potulados, y tan solitaria...

lunes, 24 de junio de 2013

Fragmentos de un discurso amoroso

"Desacreditada por la opinión moderna, la sentimentalidad del amor debe ser asumida por el sujeto amoroso como una fuerte transgresión, que lo deja solo y expuesto; por una inversión de valores, es pues esta sentimentalidad lo que constituye hoy lo obsceno del amor.
(Tomaré para mí el desprecio con el que se abruma todo pathos: en otro tiempo, en nombre de la razón, hoy, en nombre de la "modernidad", que requiere un sujeto, con tal que sea "generalizado".)
Dí con un intelectual enamorado: para él, "asumir" (no reprimir) la extrema tontería, la tontería desnuda de su discurso, es la forma necesaria de lo imposible y de lo soberano: una abyección tal que ningún discurso de la transgresión puede recuperarla y que se expone sin protección al moralismo de la antimoral. De ahí que juzgue a sus contemporáneos modernos como otros tantos inocentes: lo son los que censuran la sentimentalidad amorosa en nombre de una nueva moral (Nietzche): "El sello distintivo de las almas modernas no es la mentira sino la inocencia, encarnada en el moralismo falso" . (Inversión histórica: no es ya lo sexual lo que es indecente; es lo sentimental -censurado en nombre de lo que no es, en el fondo, más que otra moral.)
El enamorado delira ("desplaza el sentimiento de los valores"), pero su delirio es tonto. El daimon de Sócrates le soplaba: no. Mi daimon es por el contrario mi tonteria: como el asno nietzscheano digo sí a todo, en el campo del amor. Me obstino, rechazo el aprendizaje, repito la misma conducta; no se me puede educar - y yo mismo no lo puedo hacer; mi discurso es continuamente irreflexivo; no sé ordenarlo, graduarlo, disponer de enfoques, las comillas; hablo siempre en primer grado; me mantengo en un delirio prudente, ajustado, discreto, domesticado, trivializado por la literatura.
Todo lo que es anacrónico es obsceno. Como divinidad (moderna), la Historia es represiva, la Historia nos prohíbe ser inactuales. Del pasado no soportamos más que la ruina, el monumento, el kitsch o el retro, que es divertido; reducimos ese pasado a su sola rúbrica. El sentimiento amoroso está pasado de moda (demodé), pero ese demodé no puede siquiera ser recuperado como espectáculo: el amor cae fuera del tiempo interesante; ningún sentido histórico, polémico, puede serle conferido; es en esto que es obsceno.
En la vida amorosa, la trama de los incidentes es de una increíble futilidad, y esta futilidad, unida a la mayor formalidad, es sin duda inconveniente. Cuando imagino seriamente suicidarme por una llamada telefónica que no llega, se produce una obscenidd tan grande como cuando, en Sado, el papa sodomiza a un pavo. Pero la obscenidad sentimental es menos extraña, y eso es lo que la hace más abyecta; nada puede superar el inconveniente de un sujeto que se hunde porque su otro adopta un aire ausente.
La carga moral decidida por la sociedad para todas las transgresiones golpea todavía más hoy la pasión que el sexo. Todo el mundo comprenderá que X... tenga "enormes problemas" con su sexualidad; pero nadie se interesará en los que Y... pueda tener con su sentimentalidad: el amor es obsceno en que precisamente pone lo sentimental en el lugar de lo sexual.
La obscenidad amorosa es extrema: nada puede concentrarla, darle el valor fuerte de una transgresión; la soledad del sujeto es tímida, carente de todo decoro: ninbún Bataille le dará una escritura a ese obsceno. El texto amoroso está hecho de pequeños narcisismos, de mezquindades psicológicas; carece de grandeza: o su grandeza es la de no poder alcanzar ninguna grandeza. Es pues, el momento imposible en que lo obsceno puede verdaderamente coincidir con la afirmación, el amén, el límite grado de lo obsceno."

La balada del café triste

 " Ante todo, el amor es una experiencia compartida por dos personas, pero esto no quiere decir que la experiencia sea la misma para las dos personas interesadas. Hay el amante y el amado, pero estos dos proceden de regiones distintas. Muchas veces la persona amada es sólo un estímulo para todo el amor dormido que se ha ido acumulando desde hace tiempo en el corazón del amante. Y de un modo u otro todo amante lo sabe. Siente en su alma que su amor es algo solitario. Conoce una nueva y extraña soledad, y este conocimiento le hace sufrir. Así que el amante apenas puede hacer una cosa: cobijar su amor en su corazón lo mejor posible; debe crearse un mundo interior completamente nuevo, un mundo intenso y extraño, completo en sí mismo. Y hay que añadir que este amante no tiene que ser necesariamente un joven que esté ahorrando para comprar un anillo de boda: este amante puede ser hombre, mujer, niño; en efecto, cualquier criatura humana sobre esta tierra. Pues bien, el amado también puede pertenecer a cualquier categoría. La persona más estrafalaria puede ser un estímulo para el amor. Un hombre puede ser un bisabuelo chocho y seguir amando a una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw dos décadas atrás. Un predicador puede amar a una mujer de la vida. El amado puede ser traicionero, astuto o tener malas costumbres. Sí, y el amante puede verlo tan claramente como los demás, pero sin que ello afecte en absoluto la evolución de su amor. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor turbulento, extravagante y hermoso como los lirios venenosos de la ciénaga. Un buen hombre puede ser el estímulo para un amor violento y degradado, y un loco tartamudo puede despertar en el alma de alguien un cariño tierno y sencillo. Por lo tanto, el valor y la calidad del amor están determinados únicamente por el propio amante. Por este motivo, la mayoría de nosotros preferimos amar que ser amados. Casi todo el mundo quiere ser el amante. Y la verdad a secas es que de un modo profundamente secreto, la condición de ser amado es, para muchos, intolerable. El amado teme y odia al amante, y con toda la razón. Pues el amante está tratando continuamente de desnudar al amado. El amante implora cualquier posible relación con el amado, incluso si esta experiencia sólo puede causarle dolor."



domingo, 23 de junio de 2013

Personas que aportan color

”Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá quienes se llevaran mucho, pero no habrá de los que no nos dejen nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.” (J. L. Borges)

Efectivamente  existen personas que sin pretenderlo, se instalan a orillas de nuestra vida,  son capaces de colorearla, iluminarla, embellecerla pero con la peculiaridad de no enturbiarla. Sin intención, sin sentido, tan sólo con su carácter y su capacidad de empatía, son capaces de cambiarnos el envoltorio que poseemos en ocasiones de tristeza, apatía, desgana, melancolía, etc.

A veces, simplemente tenemos breves encuentros   con esas personas, pero  nos dejan un brillo y unos matices que  estaban agotados en nuestra  paleta de colores diarios.
Puede parecer que sea  nuestro  componente romántico,  el responsable de adjudicar capacidades vitales para nuestra vida a ciertas personas. Pero es importante reseñar, que siempre es necesario estar receptivo y abierto para escuchar y aprender lo que los demás nos pueden comunicar y aportar (hasta de quien menos esperemos) pues pueden ser responsables de provocar tsunamis de energía y color en  nuestro día a día.

Con nuestros sentimientos en estado de alerta, debiéramos de ser capaces de reconocer la calidad de todas aquellas personas que tratan sin apenas desearlo, de convertir nuestra vida en “colores  indispensables “ y que nos agitan como si nada fuese con ellos, para que salgamos de todos los espacios oscuros y lugares en blanco y negro.

Aprendiendo

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia

entre sostener una mano
y encadenar un alma.

Y uno aprende que el AMOR no significa acostarse.

Y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender ....

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas,
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta
y los ojos abiertos,
y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes ...
y los futuros tienen su forma de caerse
por la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado,
hasta el calor del Sol puede quemar.

Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno es realmente fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende ... y así cada día.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien,
porque te ofrece un buen futuro,
significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz
de amarte con tus defectos sin pretender cambiarte,
puede brindarte toda la felicidad.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás con una persona
sólo por acompañar tu soledad,
irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados
y que quien no lucha por ellos, tarde o temprano,
se verá rodeado sólo de falsas amistades.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira siguen
hiriendo durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace,
pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente,
es muy probable que la amistad jamás sea igual.

Con el tiempo te das cuenta que aun siendo feliz con tus amigos,
lloras por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida
con cada persona es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla
o desprecia a un ser humano, tarde o temprano
sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy,
porque el sendero del mañana no existe.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen,
ocasiona que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro,
sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado,
añorarás a los que se marcharon.

Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón,
decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas,
decir que quieres ser amigo, pues ante
una tumba ya no tiene sentido.

Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo...
Jorge Luis Borges

viernes, 21 de junio de 2013

JOAN CHAMMORRO

“oye te admiro, conozco tu trabajo y a mí me encantaría ser músico y formador de jazz”

RESPUESTA DE JOAN CHAMORRO:

“¿tienes ganas y tiempo para practicar, para dedicarte con constancia, para ir entendiendo que esto que tanto admiras en mí es producto del trabajo, del esfuerzo, de aprender cada día algo nuevo, de no tener más expectativas que las del futuro mas cercano, de sentir que no hay meta, que no hay final, si no que lo que importa es el camino, el día a día contigo y con los alumnos que puedas tener, que no puedes esperar a tocar como Dexter Gordon, para ser feliz, que tienes que intentar ser tú, cada día un poco mas tú y que eso es lo importante?
¿Que los sueños como el tuyo, que es el que yo un día tuve, se pueden hacer realidad, pero que necesitas entregar parte importante de tu tiempo a ello, a escuchar, a querer hacer tuya esta música, a querer compartirla no solo desde el intelecto sino también desde el corazón, y que si quieres ser formador de jazz tienes ser generoso, tienes que emocionarte cuando tus alumnos avanzan, tienes que ser un apasionado y sentir que realmente es importante tu trabajo?”
La música es un arte, y como tal tiene que emocionar. Enseñar en un arte, también tiene que emocionar.

 

Paracelso

"Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. 
 Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve... 
 Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor... 
 Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca 
 de las uvas."

Te invento

Me permito apreciarte en la distancia,soñando Abriles.
Tu primavera acaricia mis emociones.
Te imagino, te intuyo, te respeto, no te veo, me desasosiego.
Un amigo, un hombre, un filósofo, una imagen tierna a la que pongo rostro.
Un homenaje a la ilusión.
Primer abril
Yo te desconozco ,pero como te siento,
TE INVENTO.

Maldita filosofía

Bendita tu boca incoherente, que se apodera de mi instinto y convierte mi deseo en herida de lobo hambriento.
Benditos tus ojos ambiguos, que reflejan caricaturas de rostros amados , esperando en los espejos por una porción de olvido.

Bendita tu caricia improvisada, que recupera un segundo de mi piel con sonrisas y luego me indemniza el alma.

Y maldita la filosofía que se esconde en tu amargura, pues lejos de aniquilar tu ausencia... la perpetua.