sábado, 20 de julio de 2013

Caminar sobre brasas

Un aspecto curioso del mal de amores es su tendencia a prolongarse más allá de su tiempo de maduración. Las personas saben que se hallan en una situación que no les beneficia, pero permiten con frecuencia que ésta se prolongue durante años. Aunque no tomen ninguna iniciativa, confían en que la relación mejore. Muchos se aferran a la seguridad que poseen en lugar de arriesgarse a emprender una relación más vital pero imprevisible con otra persona. Pero a menudo la gente se resiste a poner fin a una relación hasta que no se agota la más mínima esperanza de mejorar.
Algunas personas aplazan lo inevitable hasta que ya no pueden soportarlo más. Entonces adoptan una actitud decidida y enérgica. (...)
Requiere tiempo para que el alma, tan profunda y compleja, ponga en orden sus sentimientos y tome una decisión. Yo suelo esperar hasta que la manzana de la decisión está a punto de caer del árbol por su propio peso. Sin duda, tengo una paciencia o una capacidad de contemporizar exagerada. Cuando aconsejo a otros, no me precipito. Creo que es importante estar bien seguro antes de tomar una decisión. Muchas personas toman decisiones basándose exclusivamente en el principio de que es preciso hacer algo. Pero el alma tarda un tiempo en adaptarse a esas decisiones apresuradas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario