lunes, 24 de febrero de 2014

Los diez secretos de la música, según David Byrne

Los diez secretos de la música, según David Byrne 

Se hizo famoso con el grupo Talking Heads, pero lleva ya 25 años de carrera en solitario, publicando álbumes, bandas sonoras y hasta un musical discotequero sobre Imelda Marcos (esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos). Su último proyecto es un libro que promete mucho desde el título: Cómo funciona la música (Reservoir Books, 2014). El texto combina argumentos estéticos, sociales, tecnológicos, dosis de antropología y mucho relato autobiográfico para acercarnos a los secretos de la experiencia sonora. ¿Balance de la lectura? Se trata de un ensayo irregular, donde Byrne divaga con frecuencia y abusa del "corta y pega" a investigadores de renombre. Gran parte del texto está basado en sus recuerdos sobre una industria (la discográfica) que se ha desmoronado por completo (sus lecciones tienen más valor histórico que práctico). A pesar de todo, sus 365 páginas también albergan enfoques sustanciosos. Por ejemplo, estos diez que hemos seleccionado:

1. La música es un juego

Quizá el mayor mérito del libro sea su intención de despojar a la música del manto de solemnidad que le dan algunos analistas. "La antropóloga Ellen Dissanyake nos cuenta que muchas sociedades africanas usan la misma palabra para "arte" y "jugar". Incluso en inglés, decimos que jugamos ("play") un instrumento. Esta actitud respecto al arte y la interpretación, completamente opuesta a la idea occidental de monumentos y grandes obras, ve la cultura como algo efímero y fugaz. Como la música. Es una experiencia, no una imagen fija e inalterable. La música, vista así, es una forma de vida, una manera de estar en el mundo, no una cosa que sostienes con la mano y haces sonar con un aparato" (página 314).

2. Mejor trabajar en equipo que en plan genio solitario

"La web musical Pitchfork aseguró una vez que yo colaboraría con cualquiera por una bolsa de Doritos. No lo decían como un elogio, aunque, en realidad, no estaban muy lejos de la verdad. Contrariamente a lo que insinuaban, soy bastante quisquilloso a la hora de elegir con quién colaboro, pero también estoy dispuesto a trabajar con gente que no esperaríais. Me arriesgo a que sea un desastre porque la gratificación creativa de una colaboración exitosa es enorme. Lo he hecho toda la vida. Trabajar en equipo tiene ventajas obvias. Tus ideas más flojas pueden ser corregidas. Mi concepto original para la canción Psycho Killer era darle un sentido paradójico y tocarla como balada, pero cuando otros miembros se unieron a la banda tomó una dirección más enérgica, que tuvo éxito entre nuestro público. Hay muchas posibilidades de que tu inspiración venga de ideas exteriores a ti" (página 191).

3. La música no es una experiencia individual, sino inmersión social

"Siempre querremos que la música sea parte de nuestro tejido social. Nos dejamos arrastrar a conciertos y a bares aunque el sonido sea una birria; hacemos circular música de mano en mano (o a través de la red) como forma de moneda social; levantamos templos en los que solo 'nuestro tipo de gente' puede escuchar nuestro tipo de música (salas de ópera, clubes punk, auditorios de música clásica), y queremos saberlo todo de nuestros bardos favoritos: su vida amorosa, su ropa, sus creencias políticas. La música tiene algo que nos apremia a implicarnos en un contexto entero, más allá del pedazo de plástico que la contiene (…) La música penetra en tantas partes del cerebro que no concebimos que sea una cosa aislada. Es con quién estabas, qué edad tenías y qué ocurrió aquel día" (página 223).

4. Hoy lo extraño no es la música, sino el silencio

"La tecnología ha cambiado cómo suena la música, cómo se compone y cómo la experimentamos. También ha inundado de música el mundo. El planeta está saturado de (sobre todo) sonidos grabados. Antes teníamos que pagar por la música o debíamos hacerla nosotros mismos; tocarla, escucharla y experimentarla era excepcional, una experiencia rara y personal. Ahora escucharla es universal y el silencio es la rareza que saboreamos y por la que pagamos" (página 145).

5. No es un problema que desaparezcan los formatos

"Tras años de acumular elepés y compactos, tengo que reconocer que me estoy deshaciendo de ellos. De vez en cuando, pongo un cedé en el lector, pero casi me he convertido completamente al MP3, que escucho en mi ordenador o, glups, ¡en mi teléfono! Para mí la música se está desmaterializando, está volviendo a un estado más fiel a su naturaleza, me parece. La tecnología nos ha devuelto al principio" (página 145).

6. Los que los blancos llamamos "innovador" es alguien que va solo dos pasos por detrás de los negros

Uno de los momentos más reveladores del libro es la crónica de sus colaboraciones con Brian Eno. La crítica musical considera a ambos como artistas rompedores, pero sus mayores descubrimientos están basados en formas existentes de música negra. Un ejemplo: "Muchas canciones de James Brown, de Hamilton Bohannon y de algunos músicos de blues del Mississippi giran básicamente alrededor de un solo acorde. Conocíamos mucha de esa música y nos encantaba. Parecía que habíamos dado un gran rodeo para llegar a un lugar que, al menos en la estructura, ya tenía que resultarnos ligeramente familiar. Igual que en aquella cita de T.S Eliot sobre llegar a donde empezamos y descubrirlo por primera vez, estábamos esencialmente reintentando algo que ya conocíamos, algo que teníamos allí mismo, en nuestro propio patio trasero" (páginas 167-168).

7. Desconfía del concepto de "autenticidad"

"El musicólogo John Lomax estaba particularmente emperrado en lo que él consideraba 'autenticidad'. Leadbelly (pionero del blues) era un artista todoterreno, que gozaba tocando canciones populares, así como material más áspero y folk. Cuando Lomax se lo llevó a Nueva York para actuar en las fiestas sofisticadas de la gran ciudad le prohibió tocar los temas más populares. Quería presentar a un negro 'en bruto', un auténtico primitivo salido de la prisión, para que los neoyorquinos se quedaran boquiabiertos…y lo valoraran también. Hasta le hacia vestir con un peto en los conciertos, como si no tuviera otra cosa que ponerse. En realidad, Leadbelly prefería los trajes. (…) El espectáculo se impuso y la autenticidad fingida se convirtió en herramienta común de los presentadores" (páginas 99-100).

8. El ego del artista es un invento moderno

"El musicólogo Peter van der Merwe supone que los cantantes mesopotámicos cantaban con emotividad intensa, pero dirigida hacia el interior, un poco como los músicos asirios contemporáneos. Cantan como si escucharan a sí mismos. Es un gesto que expresa intensidad e implica comunicación con tus sentimientos, como si la canción fuera un mensaje profundamente íntimo y no una simple manifestación del ego de la persona que canta. Lo que se desprende de esto es que el cantante no es tanto un ejecutante como un medio, un vehículo. Hay una conexión bastante directa entre este tipo de canto y la vocalización del flamenco contemporáneo. Las cosas no han cambiado mucho" (páginas 327 y 328).

9. Las cooperativas son el mejor futuro para los músicos

"Lo que ahora llamamos sello discográfico podría ser reemplazado por una nueva entidad, una compaña pequeña que -en esencia- canalice los ingresos y facturas de las diferentes entidades y vendedores, y lleve las cuentas en orden. Un consorcio de artistas de nivel medio que compartan los servicios de tal entidad podría hacer que este modelo funcionara; una especie de cooperativa del negocio musical. United Musicians, la compañía que fundó Michael Hausman, es un ejemplo de ello" (páginas 265-266).

10. La industria musical de Estados Unidos es racista 

"Los primeros rockers británicos se inspiraron en grabaciones de músicos y cantantes norteamericanos (negros en su mayoría). Muchos de esos cantantes norteamericanos nunca tuvieron la oportunidad de actuar en Liverpool o Manchester, pero sus grabaciones llegaron donde ellos no pudieron. Hasta cierto punto, esos músicos británicos imitaron inicialmente a sus ídolos norteamericanos ; algunos de ellos trataron de cantar como si fueron negros del Sur o de Chicago. Si en la radio y los conciertos de Estados Unidos no hubiera habido tanta segregación como había (y sigue habiendo, en gran medida) no habría existido espacio para que se colaran esos británicos" (página 109).

Posdata: Resulta valiente que Byrne denuncie el racismo cultural en su propio país, pero no tanto que evite hablar de su relación con la música latina y africana (más allá de algún comentario de pasada). En el fondo, el vocalista de Talking Heads es el mayor ejemplo de cómo un neoyorquino blanco que se inspira en la música negra suele obtener más dinero, prestigio y espacio en los medios que las personas que inventaron esos ritmos en los países pobres. No se trata de señalar a Byrne como vampiro cultural (toda la música popular es reciclaje, en una u otra medida), pero se echa de menos un análisis de las estructuras de poder (industria cultural, publicidad…) que hacen que las recompensas caigan casi siempre del lado de la gente más rica, blanca y con mejores conexiones sociales.

Por Victor Lenore

http://www.elconfidencial.com/cultura/2014-02-24/los-diez-secretos-de-la-musica-segun-david-byrne_92389/Se hizo famoso con el grupo Talking Heads, pero lleva ya 25 años de carrera en solitario, publicando álbumes, bandas sonoras y hasta un musical discotequero sobre Imelda Marcos (esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos). Su último proyecto es un libro que promete mucho desde el título: Cómo funciona la música (Reservoir Books, 2014). El texto combina argumentos estéticos, sociales, tecnológicos, dosis de antropología y mucho relato autobiográfico para acercarnos a los secretos de la experiencia sonora. ¿Balance de la lectura? Se trata de un ensayo irregular, donde Byrne divaga con frecuencia y abusa del "corta y pega" a investigadores de renombre. Gran parte del texto está basado en sus recuerdos sobre una industria (la discográfica) que se ha desmoronado por completo (sus lecciones tienen más valor histórico que práctico). A pesar de todo, sus 365 páginas también albergan enfoques sustanciosos. Por ejemplo, estos diez que hemos seleccionado:

1. La música es un juego

Quizá el mayor mérito del libro sea su intención de despojar a la música del manto de solemnidad que le dan algunos analistas. "La antropóloga Ellen Dissanyake nos cuenta que muchas sociedades africanas usan la misma palabra para "arte" y "jugar". Incluso en inglés, decimos que jugamos ("play") un instrumento. Esta actitud respecto al arte y la interpretación, completamente opuesta a la idea occidental de monumentos y grandes obras, ve la cultura como algo efímero y fugaz. Como la música. Es una experiencia, no una imagen fija e inalterable. La música, vista así, es una forma de vida, una manera de estar en el mundo, no una cosa que sostienes con la mano y haces sonar con un aparato" (página 314).

2. Mejor trabajar en equipo que en plan genio solitario

"La web musical Pitchfork aseguró una vez que yo colaboraría con cualquiera por una bolsa de Doritos. No lo decían como un elogio, aunque, en realidad, no estaban muy lejos de la verdad. Contrariamente a lo que insinuaban, soy bastante quisquilloso a la hora de elegir con quién colaboro, pero también estoy dispuesto a trabajar con gente que no esperaríais. Me arriesgo a que sea un desastre porque la gratificación creativa de una colaboración exitosa es enorme. Lo he hecho toda la vida. Trabajar en equipo tiene ventajas obvias. Tus ideas más flojas pueden ser corregidas. Mi concepto original para la canción Psycho Killer era darle un sentido paradójico y tocarla como balada, pero cuando otros miembros se unieron a la banda tomó una dirección más enérgica, que tuvo éxito entre nuestro público. Hay muchas posibilidades de que tu inspiración venga de ideas exteriores a ti" (página 191).

3. La música no es una experiencia individual, sino inmersión social

"Siempre querremos que la música sea parte de nuestro tejido social. Nos dejamos arrastrar a conciertos y a bares aunque el sonido sea una birria; hacemos circular música de mano en mano (o a través de la red) como forma de moneda social; levantamos templos en los que solo 'nuestro tipo de gente' puede escuchar nuestro tipo de música (salas de ópera, clubes punk, auditorios de música clásica), y queremos saberlo todo de nuestros bardos favoritos: su vida amorosa, su ropa, sus creencias políticas. La música tiene algo que nos apremia a implicarnos en un contexto entero, más allá del pedazo de plástico que la contiene (…) La música penetra en tantas partes del cerebro que no concebimos que sea una cosa aislada. Es con quién estabas, qué edad tenías y qué ocurrió aquel día" (página 223).

4. Hoy lo extraño no es la música, sino el silencio

"La tecnología ha cambiado cómo suena la música, cómo se compone y cómo la experimentamos. También ha inundado de música el mundo. El planeta está saturado de (sobre todo) sonidos grabados. Antes teníamos que pagar por la música o debíamos hacerla nosotros mismos; tocarla, escucharla y experimentarla era excepcional, una experiencia rara y personal. Ahora escucharla es universal y el silencio es la rareza que saboreamos y por la que pagamos" (página 145).

5. No es un problema que desaparezcan los formatos

"Tras años de acumular elepés y compactos, tengo que reconocer que me estoy deshaciendo de ellos. De vez en cuando, pongo un cedé en el lector, pero casi me he convertido completamente al MP3, que escucho en mi ordenador o, glups, ¡en mi teléfono! Para mí la música se está desmaterializando, está volviendo a un estado más fiel a su naturaleza, me parece. La tecnología nos ha devuelto al principio" (página 145).

6. Los que los blancos llamamos "innovador" es alguien que va solo dos pasos por detrás de los negros

Uno de los momentos más reveladores del libro es la crónica de sus colaboraciones con Brian Eno. La crítica musical considera a ambos como artistas rompedores, pero sus mayores descubrimientos están basados en formas existentes de música negra. Un ejemplo: "Muchas canciones de James Brown, de Hamilton Bohannon y de algunos músicos de blues del Mississippi giran básicamente alrededor de un solo acorde. Conocíamos mucha de esa música y nos encantaba. Parecía que habíamos dado un gran rodeo para llegar a un lugar que, al menos en la estructura, ya tenía que resultarnos ligeramente familiar. Igual que en aquella cita de T.S Eliot sobre llegar a donde empezamos y descubrirlo por primera vez, estábamos esencialmente reintentando algo que ya conocíamos, algo que teníamos allí mismo, en nuestro propio patio trasero" (páginas 167-168).

7. Desconfía del concepto de "autenticidad"

"El musicólogo John Lomax estaba particularmente emperrado en lo que él consideraba 'autenticidad'. Leadbelly (pionero del blues) era un artista todoterreno, que gozaba tocando canciones populares, así como material más áspero y folk. Cuando Lomax se lo llevó a Nueva York para actuar en las fiestas sofisticadas de la gran ciudad le prohibió tocar los temas más populares. Quería presentar a un negro 'en bruto', un auténtico primitivo salido de la prisión, para que los neoyorquinos se quedaran boquiabiertos…y lo valoraran también. Hasta le hacia vestir con un peto en los conciertos, como si no tuviera otra cosa que ponerse. En realidad, Leadbelly prefería los trajes. (…) El espectáculo se impuso y la autenticidad fingida se convirtió en herramienta común de los presentadores" (páginas 99-100).

8. El ego del artista es un invento moderno

"El musicólogo Peter van der Merwe supone que los cantantes mesopotámicos cantaban con emotividad intensa, pero dirigida hacia el interior, un poco como los músicos asirios contemporáneos. Cantan como si escucharan a sí mismos. Es un gesto que expresa intensidad e implica comunicación con tus sentimientos, como si la canción fuera un mensaje profundamente íntimo y no una simple manifestación del ego de la persona que canta. Lo que se desprende de esto es que el cantante no es tanto un ejecutante como un medio, un vehículo. Hay una conexión bastante directa entre este tipo de canto y la vocalización del flamenco contemporáneo. Las cosas no han cambiado mucho" (páginas 327 y 328).

9. Las cooperativas son el mejor futuro para los músicos

"Lo que ahora llamamos sello discográfico podría ser reemplazado por una nueva entidad, una compaña pequeña que -en esencia- canalice los ingresos y facturas de las diferentes entidades y vendedores, y lleve las cuentas en orden. Un consorcio de artistas de nivel medio que compartan los servicios de tal entidad podría hacer que este modelo funcionara; una especie de cooperativa del negocio musical. United Musicians, la compañía que fundó Michael Hausman, es un ejemplo de ello" (páginas 265-266).

10. La industria musical de Estados Unidos es racista

"Los primeros rockers británicos se inspiraron en grabaciones de músicos y cantantes norteamericanos (negros en su mayoría). Muchos de esos cantantes norteamericanos nunca tuvieron la oportunidad de actuar en Liverpool o Manchester, pero sus grabaciones llegaron donde ellos no pudieron. Hasta cierto punto, esos músicos británicos imitaron inicialmente a sus ídolos norteamericanos ; algunos de ellos trataron de cantar como si fueron negros del Sur o de Chicago. Si en la radio y los conciertos de Estados Unidos no hubiera habido tanta segregación como había (y sigue habiendo, en gran medida) no habría existido espacio para que se colaran esos británicos" (página 109).

Posdata: Resulta valiente que Byrne denuncie el racismo cultural en su propio país, pero no tanto que evite hablar de su relación con la música latina y africana (más allá de algún comentario de pasada). En el fondo, el vocalista de Talking Heads es el mayor ejemplo de cómo un neoyorquino blanco que se inspira en la música negra suele obtener más dinero, prestigio y espacio en los medios que las personas que inventaron esos ritmos en los países pobres. No se trata de señalar a Byrne como vampiro cultural (toda la música popular es reciclaje, en una u otra medida), pero se echa de menos un análisis de las estructuras de poder (industria cultural, publicidad…) que hacen que las recompensas caigan casi siempre del lado de la gente más rica, blanca y con mejores conexiones sociales.

Por Victor Lenore

http://www.elconfidencial.com/cultura/2014-02-24/los-diez-secretos-de-la-musica-segun-david-byrne_92389/

domingo, 23 de febrero de 2014

Vivimos...

Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor… aunque la violencia, se practica a plena luz del día..


"Nos hicieron creer que el “gran amor”, sólo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado. Las personas crecen a través de la gente. Si estamos en buena compañía, es más agradable.

Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta.

Nos hicieron creer en una fórmula llamada "dos en uno": dos personas pensando igual, actuando igual, que era eso lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene nombre: anulación. Que sólo siendo individuos con personalidad propia, podremos tener una relación saludable.

Nos hicieron creer que el casamiento es obligatorio y que los deseos fuera de término, deben ser reprimidos. Nos hicieron creer que los lindos y flacos son más amados. Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos, y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad. No nos contaron que estas fórmulas son equivocadas, frustran a las personas, son alienantes, y que podemos intentar otras alternativas.

Ah!, tampoco nos dijeron que nadie nos iba a decir todo esto... cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y ahí, cuando estés muy enamorado de tí, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien.
Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor… aunque la violencia, se practica a plena luz del día..."

John Lennon.

Fantasias sexuales

Una de las fantasías sexuales de muchas mujeres es hacer el amor de forma salvaje.

Llegar a casa…que tu marido esté preparando la cena…(bueno, esto de por sí solo ya sería una fantasía) acercarte al él por detrás, arrancarle el delantal y hacerlo en la mesa de la cocina… ¿Pero os imagináis esto en la vida real? con las piernas colgando, clavándote un tenedor en la nuca, y desollándote el culo con el rallador del pan?

Estas cosas nos pasan por intentar copiar lo que vemos en las películas, por ejemplo, la típica fantasía de mezclar sexo y comida, como en “Nueve semanas y media” con las fresas, el melocotón en almíbar… vamos a ver: ¿qué tiene de sexy hacer macedonia encima de tu pareja? porque el almíbar tiene una característica muy poco erótica, a los tres minutos se seca… y se queda como el Loctite. Claro!!! como en la película cortan…. pero a ti te toca irte a la ducha.. con la cabeza pegada a la de tu marido, con el culo en pompa y caminando hacia atrás…que parecemos dos siameses…

Otra fantasía muy típica es grabarse en video, me contó una amiga que daba mucho morbo. Así que lo probamos: es supererótico….hasta que te ves…tu marido te pone la cinta todo emocionado, y cuando ves dos cuerpos abrazados….¡¡gordos!!, dices:
-Paco, te has equivocado de cinta, eso es un combate de sumo.
-No cariño, somos nosotros, es que la cámara engorda.
-¿Que engorda? ¿Y la mesilla de noche porqué no engorda?
Pero la muestra más clara de que las fantasías nunca deberían llevarse a cabo es cuando tu marido se empeña en hacer el amor en la bañera. Aquí la fantasía es conseguir hacerlo sin romperte nada. Para empezar…muy, pero que muy erótico…. no es. El se mete, y se queda encajado en la bañera, con las rodillas en las orejas, y el periscopio intentando asomarse. Y va el cachondo y te dice:

-¡¡Venga, metete!!
Y claro, como él ha cogido el mejor sitio, a ti te toca poner el culo encima del tapón y que te dé el grifo en la nuca. Y entonces empieza a moverse todo apasionado. ¡Y se monta allí una marejada…! ¡Chaf, chaf…! Aquello parece “La Tormenta Perfecta”…

Lo malo es que el que está en la bañera no es George Clooney, es el capitán Pescanova.

Entonces te dice:

-Vamos a probar otra postura, ponte tú encima!
en ese momento se sale el tapón y el desagüe te hace ventosa… y piensas
“este ha organizado un trío sin avisarme”
Y cuando te das cuenta de que es el tapón le dices:
-¡¡Que se sale el agua, que se sale el agua!!
Y él: No te muevas, busca el tapón…
Tú, tanteando, agarras lo primero que encuentras…
-Y él grita: ¡¡Eso no es el tapónnn joderrr!!
¿no ves que hay dos?

En ese momento, ya solo se te ocurre una solución:
- Cariño, ¿por qué no nos vamos a la cama?… Pero a dormir ¿eh?

¡¡¡QUE AHORA SÍ QUE ESTOY AGOTADA!!!

viernes, 21 de febrero de 2014

Diez lecciones de El Padrino

Foto: Diez lecciones de El Padrino

1) No es nada personal, solo negocios. 
2) Le haré una oferta que no podrá rechazar
3) Te diré algo que aprendí de mi padre: Intenta pensar cómo piensan los que te rodean. Con esta base, todo es posible. 
4) Nunca digas a un extraño lo que piensas. La gente nunca debe saber todo lo que piensas.
5) Nunca seas violento. Nunca seas agresivo. Razona tus problemas.
6) Mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos.
7) Procura vivir no para ser un héroe, sino para conservar tu vida.
8) Mantén la boca cerrada y los ojos abiertos.
9) El poder agota a los que no lo tienen. 
10) Nunca odies a tus enemigos. Afecta tu razón. La mente sufre el cuerpo lo paga.1) No es nada personal, solo negocios.
2) Le haré una oferta que no podrá rechazar
3) Te diré algo que aprendí de mi padre: Intenta pensar cómo piensan los que te rodean. Con esta base, todo es posible.
4) Nunca digas a un extraño lo que piensas. La gente nunca debe saber todo lo que piensas.
5) Nunca seas violento. Nunca seas agresivo. Razona tus problemas.
6) Mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos.
7) Procura vivir no para ser un héroe, sino para conservar tu vida.
8) Mantén la boca cerrada y los ojos abiertos.
9) El poder agota a los que no lo tienen.
10) Nunca odies a tus enemigos. Afecta tu razón. La mente sufre el cuerpo lo paga.

El pensamiento filosófico de Virginia Woolf

¿Esconde la literatura una de las formas más delicadas de hacer filosofía? A través de novelas inmortales e inspiradores relatos, en la obra de Virginia Woolf encontramos un catálogo de preocupaciones que giran en torno a la situación de la mujer en los albores del siglo XX, el paso del tiempo y el poder estético de la palabra como vehículo de reflexión crítica sobre la realidad.



Virginia Woolf confesaba en uno de sus más fervientes períodos creativos: “Para mí nada es real, excepto lo que escribo”. Su transcurso vital se ve truncado desde muy pronto por el fallecimiento de su madre, Julia. Años más tarde, al preguntarse qué lugar ocupaba la figura materna en su existencia, respondía: “Continúa en mí”. Como era costumbre en la época, Julia no recibió otra educación que la doméstica. Su primer marido, Herbert (acaso su más auténtico amor), falleció repentinamente, dejando en la madre de Virginia una huella de tristeza que apenas podrá borrar. El aguijón acompañó a Virginia durante toda su vida como si de una herencia espiritual se tratara. De alguna manera, crecer significa sentir el desplazamiento desgarrador que nos aleja de la madre, de la seguridad que esta supone. Por otro lado, crecer es el arte de relacionarnos con los recuerdos, no siempre voluntarios. Además, los recuerdos no son en ocasiones estrictamente individuales, sino colectivos: Virginia puede conservar la imagen de su madre no solo gracias a sus propias evocaciones, sino también a las de sus hermanos y su padre. “¡Ay, el misterio de la vida! ¡La inexactitud del pensamiento! ¡La ignorancia de la humanidad! Cuán poco dominio tenemos sobre nuestras posesiones –cuán accidental es nuestra vida tras tantos siglos de civilización–”, dice en el relato La marca en la pared. En esta misma obra, de gran carga filosófica y enorme valor literario, expresaba Virginia su deseo de “pensar en silencio” sin ser molestada, en calma, para deslizarse “sin dificultad de una cosa a otra, sin ningún sentimiento hostil”, sin obstáculo alguno.

La cruda realidad versus la realidad poética

La vida humana, sea contemplada a través de nosotros mismos o de otras personas, siempre adquiere una doble e inexcusable perspectiva: la de los hechos “duros y aislados”, como Virginia los llamaba; y después, la mirada poética o estética (pero siempre escritural), que tiene por cometido ofrecer una visión más honda de cuanto nos rodea, para embellecer cualquier imagen a fin de protegernos de la desnudez de la existencia y lograr, así, hacer el mundo habitable, pues sabemos en el fondo que este es un mundo “en el que no se puede vivir”, escribía Virginia.
Aunque Julia intentó hacer ver a su hija que “la verdad es siempre lo mejor”, esta no tuvo claro qué perspectiva de aquellas dos era la genuinamente real. Como Virginia muy bien sabía, lo que llamamos “real” se encuentra teñido por nuestros sentimientos más profundos, y estos no siempre dejan ver los hechos en su puridad. En su intención por comprender y transcribir los entresijos del alma humana, Virginia comenzó desde pequeña a pensar en las “cosas serias de la vida” (la vejez, la pobreza o la enfermedad), y finalmente concluyó que “sin duda sería mi destino conocerlas”. Gracias a sus novelas, sabemos que la escritora nunca dejó de lado aquel marcado contraste entre alegría y pena que parecen darse mutua caza sin tregua a lo largo de la vida. Más que hechos incontrovertibles, lo que permanece es el rastro de un sentimiento con el que hemos de convivir: “Cuando el yo le habla al yo, ¿quién le habla? El alma sepultada, el espíritu que se adentra y adentra en la catacumba central; el yo que levantó el velo y abandonó el mundo… un cobarde quizá, pero hermoso en cierto modo mientras se desliza incesantemente con su farolillo arriba y abajo por los oscuros pasillos” (Una novela no escrita).

La liberación por la palabra
A ese fatalismo metafísico se sumaba la circunstancia de que Virginia era mujer, y más aún, una mujer al inicio del siglo XX. Esta época, marcada por asombrosos avances tecnológicos e industriales se veía aún manchada por la dependencia de las mujeres respecto a la figura masculina.
Virginia Woolf denunció en numerosas ocasiones este desajuste social, que incluso sufrió en su propio cuerpo (desde joven fue víctima de los abusos de uno de sus hermanos, gestos que nunca fueron vistos por sus familiares más allegados como signos que propasaran el límite del decoro debido). Uno de los relatos de obligada lectura para conocer la postura de Virginia sobre este escabroso asunto es Phyllis y Rosamond, en el que la autora asegura que, para las mujeres, “el amor era algo inducido por ciertas acciones calculadas” que surgía en salones de baile, conservatorios perfumados, y siempre “al abrigo de miradas furtivas, golpes de abanico y tonos de voz entrecortados y sugestivos”. La mujer es observada como un objeto del que puede disponer el mejor postor, lucha mediante, tras la correspondiente explotación sentimental y física. Las protagonistas del cuento, al preguntarse si podrían llegar a amar sincera y desinteresadamente, llegan a la conclusión de que todo intento de liberación sería en vano: “Su largo cautiverio las había corrompido tanto por dentro como por fuera”. También en el relato Una sociedad denunciaba Woolf la situación de la mujer: “Mientras nosotras hemos dado a luz a nuestros hijos, ellos, supongo, han creado libros y cuadros. Nosotras hemos poblado el mundo. Ellos lo han civilizado. Pero ahora que sabemos leer, ¿qué nos impide juzgar los resultados?”.
Al igual que el resto de componentes del denominado círculo de Bloomsbury, Virginia es consciente del poder de la palabra a la hora de derribar fronteras opresivas. Pero este poder solo puede ser contemplado si se da una condición, y esta es la libertad. En sus años de juventud se promete “escribir lo que me apetezca escribir, y ya está”, sin preocuparse por sus lectores, que “me leerán si les gusto”. Virginia desea redactar textos que conduzcan al planteamiento de verdaderas preguntas; las respuestas nunca llegan si el modo de interrogarnos no es el adecuado.
Virginia Woolf es una de las escritoras más sobresalientes de la literatura, “pero es también, y sobre todo, una mujer sincera y honesta –explica su biógrafa Nadia Fusini–. Penetra con audacia en el nudo de los grandes interrogantes humanos y en ellos se pierde”. Pero, sobre todo, lucha, y de su combate trascienden preguntas que conciernen a la existencia humana en su totalidad.
Días después del suicidio que empujó a Virginia a adentrarse en las aguas del río que en otro tiempo tanta paz le habían dado (28 de marzo de 1941), el oficial de policía que se encargaba de la investigación de tan funesto suceso explicaba que, si la escritora había decidido quitarse la vida, fue porque había sentido y padecido de forma más intensa la “bestialidad” de aquellos tiempos. “La vida es lo que vemos en los ojos de la gente –escribía Virginia años antes–; la vida es lo que aprenden y, una vez aprendido, nunca, por más que intenten ocultarlo, dejan de ser conscientes de… ¿de qué? De que la vida es así, al parecer”.

 ❖ Carlos Javier González Serrano

jueves, 6 de febrero de 2014

Cuando sepas de mí

“Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.
Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en arrojártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo, inconexo y mal.
Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos… nah.
A lo que iba.
Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.
Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Háznoslo a los dos. Que no se te note. Que nadie descubra esos ojos tuyos subrayados con agua y sal.
Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazo a mis recuerdos. Piensa que llevarán días, meses o puede que incluso años vagando y mendigando por ahí, abrazándose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de que alguien los acogiese, los escuchase y les diese calor. Son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia a ti y a mí, escritas en un idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a manos de un paladar exquisito.
Dales cobijo. Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.
Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.
Nada de todo esto debería turbar ni alterar tu existencia el día que sepas de mí. Nada de todo esto debería dejarte mal. Piensa que tú y yo pudimos con todo. Piensa que todo se pudo y todo se tuvo, hasta el final.
A partir de ahora, tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.
Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.
Haz ver que me olvidas.
Y me acabarás olvidando.
De verdad.”