Engels
(1820-1895) concibe un ser humano que es resultado o producto de la
naturaleza y cuya conciencia no será más que producto de su cerebro.
Desde ese punto de vista, la conciencia humana está totalmente
determinada por realidades como la naturaleza y el entorno. ¿Qué espacio
queda entonces a la libertad, si es que existe alguno? La libertad de
comprender, viene a responder Engels. En uno de sus textos más
importantes y originales, "Anti-Dühring",
señala: “La libertad no consiste en una soñada independencia respecto
de las leyes naturales, sino en el reconocimiento de esas leyes y en la
posibilidad, así dada, de hacerlas obrar según un plan para determinados
fines (...). La libertad de la voluntad no significa, pues, más que la
capacidad de poder decidir con conocimiento de causa.” Y concluye: “La
libertad consiste, pues, en el dominio sobre nosotros mismos y sobre la
naturaleza exterior, basado en el conocimiento de las necesidades
naturales; por eso es necesariamente un producto de la evolución
histórica”.
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