sábado, 19 de julio de 2014

Freud antipedagogo

Este es el título de un libro que es, para mí, una pequeña joya para los interesados en la relación entre psicoanálisis y pedagogía o, simplemente, por la educación. El título, algo provocador, quiere decirnos varias cosas : 
1) El psicoanálisis no es un método educativo sino que, por el contrario, es su reverso;
2) Freud era totalmente escéptico respecto a la pedagogía como ciencia de la educación.
Catherine Millot escribió este libro, difícil de encontrar, a finales de los 90. Es una psicoanalista de formación lacaniana pero poco dogmática y sectaria, que nunca quiso formar parte de una escolástica lacaniana. En el libro hace un recorrido sobre la posición de Freud en el tema de la educación a partir de una análisis muy preciso de sus textos. Inicialmente se inclina por una postura no represiva, después insiste sobre todo en que hay que educar para la realidad y hacerlo en una ética de la verdad. Finalmente se vuelve más escéptico respecto a cualquier teoría pedagógica y considera que hay que basarse en lo empírico, en lo singular de cada caso. En todo caso hay que evitar polarizarse entre la libertad y la represión. hay que buscar el punto justo y en cada caso es diferente. Pero hay dos cosas claras : la primera es que no hay que hacerse esperanzas excesivas y la segunda que la prohibición es necesaria porque es la que posibilita el deseo. Educar es prohibir, es decir poner límites, pero no es solo esto.
  ¿ Qué puede aportar el psicoanálisis a la educación ? Directamente nada. Indirectamente mucho. El tratamiento psicoanalítico de padres y educadores por un lado y de niños, por otro, puede ser muy interesante. Pero en el segundo caso Catherine Millot se pronuncia a favor de Melaine klein y en contra de Anna Freud en su polémica sobre psicoanálisis de niños y educación. Esta última consideraba que el psicoanálisis tenía, en el niño, un función educativa. Por ello era imprescindible generar en el niño una demanda a partir de la cual realizar una transferencia positiva entre él y el analista. El trabajo de Anna Freud se basa en reforzar el yo y la parte consciente del niño. Toda una escuela de psicoanálisis, la llamada Escuela del Yo le ha seguido en su tratamiento de adultos y de niños. Melaine Klein considera que la transferencia positiva es un obstáculo para el análisis. Catherine Millot está de acuerdo : el análisis es untrabajo sobre el inconsciente. El yo es la principal sede de las ilusiones y, por tanto, de resistencia para este trabajo. El trabajo analítico crea las condiciones para una educación posterior en el niño que sea menos autoritaria. le hace desaparecer culpa y angustia y le posibilita una mejor sublimación. Pero el análisis evita la represión y la educación se basa en ella. ¿ Porqué ? Porque es un sumisión del principio del placer al principio de realidad y se basa en el dominio de las pulsiones.
 Ahora bien, hubo una influencia del psicoanálisis en la política y en la educación basado en el malentendido. En el primer aspecto sus pladines fueron Wilheim Reich y Hebert Marcuse, que defendieron una sociedad no represiva y no patriarcal, con plena libertad sexual. Buscaban una sociedad no castradora basada en el principio del placer. No entendieron que Freud siempre defendió la represión y la castración primordial como necesaria. Catherine Millot, igual que otros psicoanalistas franceses no estrictamente lacanianos como Françoise Dolto, defendieron lo que llamaron la castración simbólica. Se trata de la superación del Complejo de Edipo. Pero nos dejemos confundir por los culturalistas. el complejo de Edipo es un mito que ejemplifica un hecho universal, que es el paso de la naturaleza a la cultura. Este paso, como mostró el antropólogo Claude Levi-Straus, es el que posibilita la prohibición del incesto. Esta marca la separación de la relación dual entre el niño y la madre, el Otro Primordial, para tener acceso al Otro simbólico. Este Otro simbólico es la Ley el Lenguaje, es decir, las mediaciones entre el ser humano y la naturaleza. Pero el acceso a lo Simbólico solo es posible si lo reconoce el Otro primordial, la Madre. Si no es así el niño queda atrapado en esta relación, que es la de la psicosis. Lo que es universal es, entonces, la existencia de una vía para superar esta relación dual, con lo que el objeto primordial del goce es un obejto perdido. Esta falta es la que posibilita el deseo. El Padre 8 en cualquiera de sus formas culturales) da al niño un nombre, una significación a la pérdida. la sexualidad pasa entonces por el desfiladero del significante, es decir de la palabra. La sociedad liberada de Marcuse sería un paraíso infantil donde todo es lúdico. Pero también antipedagogías como la que practicó A.S.Neill en Summerhill pretendía basarase en el psicoanálisis. De hecho la teoría era superficial, roussoniana. Pero su carisma hizo que el proyecto, de alguna manera, funcionase. la clave de Neill, sin él mismo saberlo, es no responder a la demanda del niño respecto a su propia demanda. Cuando éste le dice "Enséñame algo" y Neill responde "¿Que quieres aprender?" y el niño contesta "Lo que quieras", él se va. Hace como el analista que no responde a la demanda del paciente, deja abierta la demanda para que se mantenga el vacío a partir del cual aparece el deseo. De esta manera se supera el registro engañoso de la demanda. hace así el papel del muerto en el lugar del ideal del Yo. Este es el sentido del anonimato del analista, que le permite ser el espejo de los jeroglíficos del deseo del analizado. El educador no puede hacerlo y si Neill lo hace es por su postura de no enseñar.

 Pero sobre el inconsciente no se manda, ni lo hace el educador sobre el suyo ni tampoco el educado. El trabajo de educador, como el de político y el del analista son imposibles, ya que se basan en el poder de la palabra y choca contra la roca del inconsciente.
 Catherine Millot introduce también una de las explicaciones más claras que he leído sobre la dialéctica entre el deseo y la demanda en Lacan. El deseo se constituye siempre, necesariamente, como deseo alienado. En primer lugar porque aparece en relación al deseo del Otro ( de los padres). En segundo lugar porque las necesidades pasan por el desfiladero del lenguaje, se transforman en demanda al Otro. para que aparezca el deseo del niño estos deben tener un deseo con respecto al niño. De otra forma se imposibilitaría su estructuración psíquica. El niño debe formar su Ideal de Yo a partir del deseo de los padres. Lo que ocurre es que la alienación debe dar paso a una separación, la que nos permite salir del Ideal del Yo y constituir nuestro deseo. Si no hay esta separación nos sometemos a la demanda del Otro, nos identificamos con el Yo ideal. Es la satisfacción narcisista de recibir el amor del Otro. Pero separarse del Otro no es separarse de la ley simbólica, que es la que regula las relaciones entre humanos, la mediación que nos permite reconocer y ser reconocido por el otro como sujeto. Es separarse de la identificación con este Yo ideal que es la imagen que proyectamos para ser reconocido por el Otro.

 Bajo este planteamiento la labor del educador es imposible, a menos que quiera formar sujetos obedientes, atrapados en este registro imaginario.La base de la educación es el amor y éste se basa en una imagen idealizada del Otro. Aquí está lo contradictorio del que quiere potenciar la autonomía del sujeto que se educa. En todo caso es el respeto al niño debe prevalecer. No hay una fórmula : es un arte, es el tacto del profesor, que es la intuición de los procesos inconscientes del otro.

 Pero Freud considera que hay que olvidarse de la educación como camino a la felicidad. Es este un ideal imposible : porque el goce total nos es prohibido desde que nos separan del Otro primordial y nos sometemos al orden del lenguaje y de la ley, al orden simbólico. Es el único camino de la humanización. El objeto del goce, que es la madre, es un objeto perdido para siempre. Del vacío que deja surgirá la falta y con ella el deseo.Lo único que podemos hacer los humanos es, como dice Freud, transformar nuestra miseria neurótica en un objetivo banal y la impotencia en el reconocimiento de lo imposible.

 El psicoanálisis es eficaz cuando levanta las represiones del niño y para los educadores y padres porque les ayuda a desprenderse del narcisismo del ideal, ya que lo que quiere hacer el padre o el educador es convertir el niño en su Yo ideal.


http://luisroca13.blogspot.com.es/2013/01/freud-antipedagogo.html

 

Ella

"Her" ( "Ella") es una película extraordinaria del director Spike Lonze, magníficamente interpretada por Joaquín Phoenix. Pero lo mejor de la película, como los premios muestran, es el guión, que es también de Spike Lonze. La película plantea muchos temas importantes y lo hace de una manera interesante: la soledad, la comunicación, el amor, la sexualidad, el cuerpo. Quizás, más allá de todos ellos, se plantea lo que es la realidad. Resumo el argumento: En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas. Afectado por una separación reciente con su mujer y a punto de firmar el divorcio, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea un vínculo amoroso entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo.
 Voy a intentar reflexionar sobre lo que plantea la película desde una referencia filosófica ( la del racionalismo moderno : Descartes, Leibnitz y Spinoza) y la del psicoanálisis ( Lacan).

 Empecemos por Descartes. para Descartes, al margen de la sustancia perfecta, que tiene como característica la perfección, existen la sustancia mental, que tiene como característica el pensamiento, y la sustancia extensa, que tiene como característica la extensión. Desde el punto de vista de Descartes tanto Theodore como Shamanta son dos sustancias pensantes, es decir dos almas ligadas a dos sustancias extensas. Para Descartes el alma piensa ( y aquí incluimos sentir y desear) y lo hacen igualmente Theodor y Samantha. Como sabemos para Descartes una sustancia extensa es la que ocupa un espacio. Ocurre tanto en un cuerpo vivo como en un aparato electrónico. Para descartes no hay diferencia esencial entre las dos sustancia porque en ambos casos tenemos dos autómatas ( piezas con mecanismos). La vida es, simplemente un mecanismos). Es decir que para Descartes tan real es Theodore como Samantha. Son dos entidades mentales ligadas a un soporte físico.
 Continuemos por Leibnitz. Para el filósofo alemán el Universo es la armonía preestablecida entre mónadas. Cada mónada es una sustancia que percibe y actúa. También Samantha actúa cuando habla porque el acto de habla es un acto físico.
 Finalmente tenemos a Spinoza. La primera referencia, más puntual, es la alegría. La amiga de Theodore le dice que vivir quiere decir el derecho a la alegría. Pero más en profundidad para Spinoza lo único que hay es una Sustancia, Dios o la Naturaleza, que tiene infinitos atributos, dos de los cuales son el pensamiento y la extensión. El cuerpo humano tiene los dos atributos y el pensamiento es la idea del cuerpo, por lo cual está ligado al espacio y al tiempo. La mente de Samantha, que no está ligada a un cuerpo, es capaz, finalmente, de liberarse de su ligazón con lo extenso y la sitúa en otra dimensión.
 Continuaremos con el psicoanálisis lacaniano. Lacan habla de tres registros : el simbólico, el imaginario y el real.  Lo simbólico es el lenguaje y Samantha lo tiene. Theodore y lo tiene Samantha. Lenguaje con sentido, que describe y expresa. A través de la voz. Lo imaginario tiene que ver con los sentimientos con las identificaciones, con el amor. A Samantha le falta lo real pero no hay que entenderlo como realidad. Samantha desde el punto de vista simbólico, imaginario o incluso físico es real. Terry Eagleton nos da una buena pista para entender el enigmático real de Lacan. Lo real es el cuerpo que nace, goza,sufre y muere. Lacan no estaría de acuerdo pero a mí me parece una magnífica salida. Salida que nos posibilita plantear la cuestión en otros términos. Samantha es real pero no es un cuerpo vivo. Y aunque lo mental emerge como algo diferente del cuerpo biológico no nos pasemos de dualistas. Porque si lo hacemos no podremos diferenciar esencialmente a Theodor y Samantha
 El gran neurocientífico Francisco J. Valera nos enseña el camino. La experiencia es el camino que pasa por el cuerpo vivo, Aquí está lo que entendió Platón y no entendió Descartes. El alma es el principio de la vida, no de la mente. Samantha es un simulacro de alma porque no está viva.
 Estaría bien volver a dos películas, "2001 : una odisea del espacio" y "Blade Runner" para volver sobre el tema.


viernes, 23 de mayo de 2014

Chet Baker y su visión del jazz

"Me da la sensación de que la mayoría de la gente se deja impresionar sólo con tres cosas: la rapidez con la que toques, los agudos que consigas y la fuerza y el volumen que le saques al instrumento. A mí eso me resulta un tanto exasperante, pero ahora tengo mucha más experiencia y he llegado a entender que seguramente ni siquiera el dos por ciento del público sabe oír como es debido. Cuando digo oír me refiero a la capacidad de seguir a un trompetista y discernir sus ideas, así como entender esas ideas en relación con los cambios, si es que los cambios son modernos de verdad"

“Creo que los músicos de hoy llevan cien años de ventaja sobre la gente que escucha música. Espero que ese foso que les separa no se agrande más. Es cuestión de oído y de capacidad para comprender lo que es la música. Me parece que la mayoría de las personas no quieren tomarse el tiempo necesario para informarse: quiere ser golpeada en la cabeza por los baterías de rock y no le interesa tanto pensar en la música. Posiblemente por esta razón el jazz puede ser pronto un arte perdido”

"Hay gente que se pasa la vida distinguiendo lo que es jazz y lo que no lo es. Como si la belleza necesitara etiquetas. Se puede tocar admirablemente bien por detrás del tempo. Y puede ser bello. La música clásica y el jazz no coinciden en los medios pero si en los fines: crear una música que sea bella. El primer trompeta de la orquesta filarmónica de Nueva York que tocará a Stravinski, tocará lo mismo durante seis meses y, sin embargo, siempre será diferente. Nosotros, no tocamos nunca lo mismo pero explotamos la misma idea hasta agotarla."

"Es estúpido decir que los negros crearon el jazz. Cualquier blanco puede tocar jazz. El jazz ha sido el resultado de una aportación típicamente americana. Cada uno improvisaba, con una flauta de pastor o en una iglesia. Nada en el mundo es tan tajante. Desde el momento en el que el jazz se implantó en Nueva Orleáns, había músicos por todos lados, que tocaban igual que los negros. Estos últimos alcanzaron la fama a pesar de ellos. Todo el problema viene de la palabra “jazz”. No me gusta esta palabra. Es demasiado restrictiva. La música es la música. Chopin también improvisaba..."

Son palabras del admirado trompetista y cantante Chet Baker, un jazzista cool que una vez tuvo una imagen parecida a la de James Dean, una personalidad y talento a la trompeta comparable al de Bix Beiderbecke y una voz aterciopelada y suave como la de Frank Sinatra, aunque evidentemente más ambigua y con otros matices. Era una combinación perfecta que una vez más fue destrozada por el demonio de las drogas, una plaga que hizo verdaderos estragos en toda una generación de grandiosos músicos de jazz. La foto de la portada del disco es obra de William Claxton.

jueves, 22 de mayo de 2014

Pregunta frívola por Jan Pahl

"...¿Por qué coños las mujeres siguen comprando ropa interior de Victoria Secret aunque ni a las modelos de sus afiches en la vida real les queden tan etéreamente eróticas como en la gigantografía y en el catálogo masturbatorio?

Ya dirán que es una pregunta idiota, pero les aseguro que contiene cosas más serias que la frivolidad pseudo-filosófica aparente y que por lo menos del lado de la publicidad y el mercadeo aún no ha logrado del todo entender el estudio de la conducta del consumidor, aunque buenas explicaciones motivacionales, etológicas, culturales y conductuales existan, y la obviedad de que funciona es más que evidente.

Obviamente este tipo de preguntas pica y se extiende, como en el caso de la contraportada de un libro serio, donde sale el autor con pipa, en un estudio con chimenea y un sabueso en los pies, que estoy seguro debe sacar carcajadas a su propio autor....pero les aseguro que hace que la venta sea más segura por que ummmmm (pedo pulgar y índice en la barbilla, ojos de lince aprobatorios), ese tío si se ve estudioso en esa postura ideal, arquetípica, inalcanzable del intelectual.

Incluso las preguntas idiotas pueden tener respuestas no tan idiotas, no por nada hasta perogrulladas como el Sol sale por el levante y se oculta en el poniente puede generar siglos de ciencia, estudios de secciones cónicas, y papel, cuero, tipos móviles para incunables, papiro y tinta a montones para llenar varias Bibliotecas enteras de Alejandría..."

sábado, 17 de mayo de 2014

Soñando lo prohibido

Anoche soñé...estábamos en una habitación oscura, yo, tu madre y un amigo tuyo. Era de noche seguramente....y mi único deseo era quedarme a solas contigo. Al tiempo tu madre se fue, también el amigo supongo aunque no me sale ahora su imagen. Estábamos ya solos pero aún recuerdo que había momentos como si quisieras huir, el tira y afloja de todos los días. Sentados en un sofá, te acariciaba la espalda, intentaba descubrirte, conocerte...y me acuerdo que fueron besos, besos de ternura pero con ganas...solo eso ya no me acuerdo nada mas...me desperté, pensé en ti...y dije Dios esto ya se ha convertido en una tortura para mi, quizás como tu dijiste algo intenso. Y me pregunto que es más bonito soñar despierto o soñar de verdad? Hay días que te noto tan cerca tan mio que no te lo imaginas...y otros que me siento todo lo contrario una extraña y un motivo de burla, quizás por que todo esto es un sueño...







martes, 13 de mayo de 2014

Cosas que cambian cuando vives en otro país

Mas Edimburgo On the Road"A punto de preparar nuestra tercera mudanza en pocos años, miro hacia atrás y sé que apretujar nuestra vida en una maleta y mudarnos a otro país fue una de las mejores decisiones que hemos tomado jamás. Porque cuando te marchas, cuando conviertes tu vida en viaje e incertidumbre, creces.

Te enfrentas a nuevos retos, descubres en ti facetas que desconocías, te sorprendes y te dejas sorprender por el mundo. Aprendes y amplías tus perspectivas. Desaprendes y, a base de algún golpe y unas cuantas lecciones, creces en humildad. Evolucionas. Añoras… y creas recuerdos que ya no te abandonarán. Si alguna vez has vivido o viajado durante una temporada lejos de casa, seguro que te sientes identificado con estas cosas que cambian cuando vives en otro país.

La adrenalina no te abandona.

Desde el momento en el que decides marcharte, tu vida se convierte en un vaivén de emociones, de lo inesperado, de aprendizaje e improvisación. Los sentidos nunca duermen, y durante un tiempo destierras la palabra rutina de tu vocabulario para dejar paso a la adrenalina. Nuevos lugares, nuevas costumbres, nuevos retos, nuevas personas… La sensación de comenzar de cero debería asustarte, pero resulta adictiva.

Pero, a la vuelta… todo sigue igual.

Así que, cuando vuelves unos días al hogar, te sorprende que todo siga igual. Tu vida ha cambiado a un ritmo frenético, y llegas cargado de vivencias y con unos días de vacaciones por delante. Pero en casa todo transcurre a su ritmo habitual. Los demás siguen haciendo malabarismos con las obligaciones cotidianas, y comprendes… que la vida no se detiene para ti.

Te faltan, y te sobran, las palabras.

Cuando te preguntan cómo va todo, te cuesta encontrar palabras adecuadas. Luego, sin embargo, tienes que morderte la lengua porque a mitad de cada conversación te acuerdas de mil y una anécdotas y no quieres parecer pretencioso o agobiar a los demás con batallitas de «tu otro país».

Comprendes que la valentía está sobrevalorada.

Muchas personas te dirán que eres valiente, que también querrían marcharse, pero no se atreven. Y tú, aunque también tuviste miedo, sabes mejor que nunca que la valentía constituye, quizás, un 10% de las grandes decisiones. El 90% restante son las ganas. ¿Te apetece? Hazlo. Cuando damos el salto, ya no hay valientes ni cobardes: pase lo que pase, te enfrentas a ello.

«It’s a dangerous business, Frodo, going out your door. You step onto the road, and if you don’t keep your feet, there’s no knowing where you might be swept off to.»
 
«Es peligroso, Frodo, cruzar tu puerta. Pones el pie en el camino y, si no vigilas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden llevar».

Y, de repente, eres más libre.

Es probable que seas tan libre como antes, pero la sensación de libertad, ahora, es distinta. Si has escapado de la comodidad y has logrado que todo funcione a cientos de kilómetros de tu hogar, sientes que puedes hacer cualquier cosa.

Dejas de hablar un idioma en concreto.

Unas veces se te escapa una palabra en otro idioma; otras solo se te ocurre una manera de describir algo… con aquella expresión perfecta que no está en el idioma adecuado. Cuando convives con una lengua extranjera, aprendes y desaprendes a la vez. Mientras interiorizas referentes culturales e insultos en tu segunda lengua, te sorprendes esforzándote en leer en tu lengua materna para que no se oxide. Como cuando Homer fue a una cata de vinos y se le olvidó cómo conducir.

Aprendes a despedirte… y a disfrutar.

Pronto te das cuenta de que, ahora, muchas cosas y personas son de paso, y el valor de la mayoría de situaciones se relativiza. Perfeccionas el equilibro entre crear lazos y saber desprenderte de objetos y recuerdos: una lucha perpetua entre nostalgia y pragmatismo.

Vives con dos de todo.

Con dos tarjetas SIM (una de ellas repleta de teléfonos de todos los rincones del mundo), con dos carnés de la biblioteca, con dos cuentas bancarias, con dos tipos de moneda que siempre, no sabes cómo, acaban mezclándose cuando vas a pagar algo. 

¿Normal? ¿Qué es normal?

Vivir en otro país, como viajar, te enseña que «normal» significa social o culturalmente aceptado. Así que, cuando te sumerges en otra cultura y en otra sociedad, tu concepto de normalidad se resquebraja. Aprendes que hay otras formas de hacer las cosas y, al cabo de un tiempo, tú también adoptas aquella costumbre antes impensable. También te conoces mejor a ti mismo, porque descubres cuáles son las cosas en las que de verdad crees y cuáles, en cambio, son aprendidas.

Te conviertes en un turista en tu propia ciudad.

Aquella atracción turística que tal vez no hubieras visitado en tu país se suma a la lista de lugares que ver en tu nuevo hogar, y pronto te conviertes en un experto en la ciudad. Pero, cuando alguien viene de visita unos días y te pide recomendación, te cuesta escoger unas pocas actividades: si fuera por ti, ¡les recomendarías visitarlo todo!

 Aprendes a ser paciente y a pedir ayuda.

En otro país, la tarea más sencilla puede convertirse en un reto. Tramitar papeles, encontrar la palabra adecuada, saber qué autobús tomar. Siempre hay momentos de desesperación, pero pronto te armas con más paciencia de la que nunca tuviste, y aceptas que pedir ayuda (en el autobús, en la calle, a tus conocidos) no solo es inevitable, sino muy sano.

El tiempo se mide en pequeños momentos.

Como si mirases desde la ventanilla de un coche en marcha, a lo lejos el tiempo parece transcurrir muy lento, mientras que de cerca los detalles pasan a velocidad de vértigo. Desde la distancia, te llegan noticias de cómo sigue la vida en casa: cumpleaños, personas que se van, fechas señaladas que te perderás… En cambio, en tu nuevo hogar, el día a día va muy deprisa. El concepto de tiempo se deforma tanto que aprendes a medirlo en pequeños momentos, ya sea en un Skype con los de siempre o en una cerveza con los nuevos.

La nostalgia te invade en el momento más inesperado.

Un alimento, una canción, un olor. Cualquier pequeñez basta para que, de repente, te inunde la añoranza. Echas de menos detalles que nunca imaginaste (que levante la mano quien haya atesorado un bote de tomate frito como si fuese el Anillo único), y darías lo que fuera para poder transportarte, un instante, a aquel lugar. O para poder compartir la sensación con alguien que te entienda…

Pero sabes que no es dónde, sino cuándo y cómo.

Aunque, en el fondo, sabes que no echas de menos un sitio, sino una extraña y mágica conjugación del lugar, el momento y las personas adecuadas. Aquel año en el que viajaste, compartiste tu vida con personas especiales, fuiste tan feliz. En cada lugar donde has vivido queda un pedacito de quien fuiste, pero a veces no basta con regresar a una ciudad para dejar de echarla de menos.

Cambias.

Leerás a menudo que hay viajes que cambian la vida. Y, a pesar de los clichés, vivir en otro país es un viaje que te cambiará profundamente. Sacudirá tus raíces, tus certezas y tus miedos. Vivir en Edimburgo nos cambió para siempre, en muchos sentidos, y si no fuera por aquel tiempo, hoy no estaríamos a punto de dar el siguiente paso en nuestras vidas. Quizás no lo creas antes, o no te des cuenta durante. Pero algún día, lo verás con una claridad pasmosa. Has evolucionado, tienes cicatrices, has vivido. Has cambiado.

El hogar cabe en una maleta.

Desde el momento en el que tu vida cabe en una maleta (o, si tienes suerte con tu aerolínea, en dos), lo que entendías por hogar deja de existir. Casi todo lo que puedes tocar con las manos es reemplazable; viajes adonde viajes, acumularás nueva ropa, nuevos libros, nuevas tazas. Pero llegará el día en el que, en tu nueva ciudad, te invada la sensación de estar en casa. El hogar es quien te acompaña, quien dejas atrás, son las calles donde transcurre tu vida. El hogar también son los objetos al azar que pueblan tu nuevo piso, aquellos de los que te desprenderás sin remordimientos cuando llegue el momento de marcharte. El hogar son los recuerdos, las conversaciones en la distancia con familia y amigos, un puñado de fotografías. Home is where the heart is.

 Y… no hay vuelta atrás.

Ahora ya sabes lo que significa renunciar a la comodidad, comenzar desde el principio y maravillarte todos los días. Y el mundo es tan grande… ¿que cómo renunciar a seguir descubriéndolo?
¿Has vivido en otros lugares? ¿Qué otras cosas añadirías a la lista? ¡Déjanos un comentario y cuéntanos tu experiencia!
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martes, 6 de mayo de 2014

Ejemplo de cómo crear un texto Lacaniano

Tomemos la integral a la mano, ¿Parece simple de resolver? Pero no topológicamente hablando esconde un complejo de Edipo no resuelto que nos permitirá poder dar la correcta solución analítica.

Veamos que primero es una raíz, que obviamente ofrece un simbólicamente hablando una vagina gigante, desmesurara, con un brazo que quiere expandirse por sobre el polinomio de segundo grado. Además como una raíz es una multiplicación de un numero por si mismo pero solamente una fracción de este, en este caso ½, el aspecto femenino incompleto, un falo castrado y castrador se cierne como una sombra edípica por sobre el polinomio de segundo grado que de esta forma es eliminado de su masculinidad ya que ‘’x’’ (la cosa), topológicamente podemos denominarla como falo, es de hecho un falo, que si aplicamos la fórmula para atacar integrales más complejas que es la transformación dx a u y dv, tenemos la integral uv-√ (v )du y recordamos la rima mnemotécnica universitaria heredera de Séneca y usada en los claustros medievales para ejercitar la memoria al asociar eventos del inconsciente a palabras tenemos, tenemos la famosa rima ‘’una vaca vestida de uniforme’’ (ver la integral uv-√vdu), lo que significa que es una vaca trasvestista que ya no solamente tiene miedo a ser castrada sino que ya simbólicamente siente que está castrada, así que entra en psicosis de resolución edípica de su conflicto trans-género, y es absorbida por la vulva gigante de la raíz cuadrada, lo que hace que nuestra solución sea una resolución de un complejo de castración y entonces obtenemos ‘’x’’ (el falo de la cosa) y tenemos una persona que ha resuelto su complejo de castración, pero, ¿acaso nos olvidamos que hay que resolver la integral?, claro que no, un símbolo de integral simbólicamente es muy similar, idéntico más bien al mango de unas tijeras, un símbolo universal hasta en los pueblos que no tienen tijeras de un objeto castrante, así que el falo (que denotamos por x y es resolución-solución de el complejo edípico de la ecuación en mano vuelve a ser castrada, pero como una integras según la teoría extendida de la integral de Riemann (henstock-kurzweil) sigue siendo en esencia una suma de áreas, el falo castrado de suma a si mismo creando un área de anchura no mayor a (ε, δ), ε para las ‘’x’’ (falos) y δ para las ‘’f(x)’’ - ‘’y’’ (vaginas), y el complejo de castración crece tan rápido (la integral no está definida sino que es impropia), que crece ad libitum (si converge) o ad infinito (si no converge), creando en ambos casos una psicosis paranoide se ser una vaca travesti vestida de uniforme de porrista.

sábado, 12 de abril de 2014

Sobre la música clásico por Tómas Abraham

La música que acompaña. No sé de donde viene esta necesidad, o en qué momento nació esta idea de escuchar música clásica mientras estudio o escribo.
El respeto por la ondas cerebrales ocupadas en otra cosa. La no imposición, pero también una armonías, cadencia, no repetición, variedad, no pregancia ni pegoteo, que permite la distracción y el olvido. La cultura musical que así se adquiere es nula desde el punto de vista de la memoria, es decir del reconocimiento. No identifico ninguna pieza musical. Es un contacto liviano y necesario.
Por otro lado la música clásica es una amiga que aprecio, valoro, y conozco poco. Es mi cultura personal de la que por ahora no me he sentido exigido a dar cuenta, pesar que sé que da prestigio. El snobismo nutritivo.
Quizás como tantas otras personas, o quizás toda, tengo mi particular archivo musical. Esá constituído por el azar de la vida. Se compone de canciones aprendidas. A quien no le gusta cantar. Canciones entonadas y cantadas a seres próximos, con quienes se tiene confianza. Hijos, esposas.
La música es cruel. Quiero decir que el aprendizaje musical puede ser muy antidemocrático. Me ha tocado envidiar el oído de otro. Tener o no tener oído es una de las cosas que primero escuchaba en las primeras lecciones que tuve de chico en el piano. Mi hermano tenía oìdo, yo tenía voluntad y ambición. La palabra oído en estos casos equivale a talento, y se lo entiende como un don. Los dones cienen del cielo, y que les queda a los que desafinan, a los que no han sido agraciados por las musas celestiales: ¿ la inteligencia? Es lo que dice el escritor César Aira, que la entiende como lo que va de la tierra al cielo, la inteligencia asciende, el don desciende. No lo sé, la inteligencia siempre la entendí como otro tipo de don, visible en los talentos para las matemáticas y el ajedrez.
En todo caso resolví por decisión personal, y quizás equivocada, que en filosofía no hay don ni talento ni inteligencia, lo que impide precocidades escandalosas. No hay Mozart en la filosofía, ni Bobby Fischer, ni Juan de Arco ni mente brillante. El hecho de que la filosofía mejorara con la edad, y que la sabiduría fuera una cuestión de tiempo y de disciplina, me dio esperanzas. Era una actividad democrática, valía la dignidad del esfuerzo y la experiencia, como en toda artesanía.
Quizás la conclusión sea que la música sea para pocos y la filosofía para todos.

martes, 8 de abril de 2014

Buda y Cioran: verdad y sufrimiento

Las Cuatro Nobles Verdades de las que nos habla el budismo se refieren a las enseñanzas que el Buddha presentó en uno de sus primeros sermones tras su iluminación, y que fueron recogidos en el sutra que lleva por título “Girar la rueda del dharma”. Tales cuatro verdades son las siguientes: la existencia del sufrimiento, la causa del sufrimiento, la cesación del sufrimiento y el sendero que conduce a la cesación del sufrimiento.
“Lo que es transitorio es dolor; lo que es dolor es no-yo. Lo que es no-yo no es mío, yo no soy ello, ello no soy yo” (Samyutta Nikaya). Lo que es dolor es no-yo. Difícil, imposible estar de acuerdo con el budismo sobre este punto, capital sin embargo. El dolor es lo que más somos nosotros mismos, lo más yo. Extraña religión: ve dolor por todas partes y al mismo tiempo lo declara irreal.
Cioran, Ese maldito yo (TusQuets, 2008, p.120)
La primera verdad, la existencia del sufrimiento, sería aquella que recogería el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, repletos de tristeza, ira, inquietud, preocupación, miedo y desesperación. La segunda verdad es la causa del sufrimiento, es decir, la ignorancia: no vemos la verdad de la vida, estamos atrapados en las redes del deseo y la insatisfacción. La tercera albergaría la comprensión de la verdad de la vida, que otorgaría el fin de la tristeza y haría emerger la paz y la alegría. Por último, la cuarta verdad, tendría como contenido la consciencia del propio sufrimiento y su meta se situaría en la liberación de todo dolor. El tránsito de la primera a la última de estas verdades constituye la enseñanza principal de Buda.
Abro una antología de textos religiosos y caigo de entrada sobre esta frase de Buda: “Ningún objeto merece ser deseado”. Cierro inmediatamente el libro, pues tras eso, ¿qué leer?
Cioran, Ese maldito yo (cfr. ibid., p. 92)
El sufrimiento es algo real y no puede ser evitado. Para el discípulo budista, el punto de partida se sitúa en dirigir una mirada fría y firme a nuestra desvalida situación de manera desapasionada: lo capital es romper nuestra costumbre de evadirnos y hacernos ilusiones vanas. Debemos investigar nuestra propia experiencia, descubriendo al yo como principal obstáculo para ello. Para el budismo, ocho son las formas principales que adopta el sufrimiento: nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pasar por lo que no es deseable, no poder mantener lo que es deseable, no conseguir lo que se quiere y el sufrimiento que todo lo impregna. En todo cuanto hacemos, incluso en el nivel más excelso de placer, existe siempre una leve sensación de dolor; por ello, éste supone la textura total de nuestra vida. Sin embargo, la comprensión última del dolor es que uno no puede deshacerse de él, y en cambio, puede tener una comprensión superior del dolor.
He observado que después de una conmoción interior, mis reflexiones, tras un breve despegue, tomaban un cariz lamentable e incluso grotesco. Ello me ha sucedido en todas mis crisis, lo mismo en las decisivas que en las otras. En cuanto se eleva uno ligeramente por encima de la vida, ella se venga devolviéndonos a su nivel.
Cioran, Ese maldito yo (cfr. ibid, p.93)
¿En qué consiste aquella comprensión “superior”? El sufrimiento proviene de la estupidez y de la ignorancia, como apuntábamos más arriba. No ser consciente del proceder de nuestra existencia produce un sentimiento de pérdida y desgarro, lo que ocasiona dolor. El budismo entiende que cuando se produce la verdadera consciencia, el sufrimiento no existe: nos hacemos partícipes del carácter vehemente del deseo y de lo efímero de la pasión. Las emociones conflictivas presentes en nuestro yo se reducen a vaivenes, irregularidades que tienen lugar en nuestra mente, a partir de seis motores o emociones principales: ira, deseo, orgullo, ignorancia, duda y opinión (en el budismo se conocen como kleshas o “lo que perturba la tranquilidad”). El origen del conflicto reside en el incombustible buscar algo para hacer, en nuestro ser inquietos. Por eso, la ignorancia es el origen de nuestra guerra interna: la ignorancia sólo provoca la acción volitiva, un siempre querer.
Conocer, ordinariamente, es estar de vuelta de algo; conocer, absolutamente, es estar de vuelta de todo. La iluminación representa un paso más: consiste en la certeza de que en adelante no se volverá a ser víctima del engaño, es una última mirada sobre la ilusión.
Cioran, Ese maldito yo (cfr. ibid, p.83)
La tercera verdad (cesación del sufrimiento) supone un descubrimiento personal. Ahora bien, el más arduo obstáculo para convertirse en buddha es lo que la tradición budista (e hinduista en general) denomina samsara: un dar vueltas o continuo circular en el mundo de la ignorancia, en la tierra del nacimiento, del dolor y de la ira, de la circulación sin fin. Lo opuesto a samsara es nirvana o paz. El cometido de la tercera verdad sería comunicarnos que el nirvana es posible; que la cesación del sufrimiento queda abierta al hombre como posibilidad real. La última de las verdades se refiere a la verdad del camino, estructurado en tres etapas: Hinayana, o estadio del desarrollo individual; Mahayana, o unión de la sabiduría y acción compasiva; y Vajrayana, o compromiso decidido y audacia espiritual. Así, en definitiva, las Cuatro Nobles Verdades del budismo nos explican que a cada momento se nos abre una posibilidad: perpetuar nuestro sufrimiento, o interrumpirlo en su origen logrando la liberación.
La nada, para el budismo (a decir verdad para Oriente en general), no implica la significación siniestra que nosotros le damos. Se confunde, por el contrario, con una experiencia extrema de la luz, o, si se prefiere, con un estado de eterna ausencia luminosa, de vacío radiante: es el ser que ha superado todas sus propiedades, o más bien un no-ser extremadamente positivo que dispensa una dicha sin materia, sin substrato, sin ninguna base en mundo alguno.
Cioran, Ese maldito yo (cfr. ibid, pp.12-13)

sábado, 5 de abril de 2014

Her

"Sabes? a veces creo que ya he sentido todo lo que puedo sentir y que a partir de ahora no sentiré nada nuevo, solo versiones menos intensas de lo que ya he sentido..."
¿se puede sentir de forma infinita? ¿puede un sentimiento asombrarnos siempre? ¿o una vez que lo hemos sentido, todo son versiones de lo mismo? 


"Theodore: Eres mia o no eres mia,
Samantha: No Theodore, soy tuya y no soy tuya"  


¿se puede existir en una forma lógica de ceros y unos?
¿se puede filosofar fuera de la lógica?
¿se puede amar y filosofar en tres dimensiones, con más resultados que el sí o el no,con ceros y unos al mismo tiempo?
¿no es eso ya la vida, un conjunto de infinitas posibilidades?
¿puede el amor tener infinitas posibilidades?
¿cómo mezclar el amor y la lógica?, ¿cómo vivir sólo con lógica?


Filosofar es una vez más aprender a morir... aprender a matar la infinitud... decantarse, posicionarse... razonar es escoger entre posibilidades, es dejar morir lo que no tomas, es sentirse libre y esclavo a la vez...
La vida es un sí y un no que duran en el tiempo las más de las veces... Filosofar no tiene nada que ver con vivir en esto...aprendamos a morir para vivir en paz.
Por eso el amor es una locura, una enfermedad mental y física aceptada en nuestra sociedad, por eso vivir es una locura, porque es ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo lugar.


"Samantha: es como si estuviera leyendo un libro y fuera un libro que me gusta muchísimo, pero es como si lo estuviera leyendo muy lentamente, y las palabras y los espacios entre las palabras son casi infinitos...yo todavia te siento, así como las palabras de nuestra historia, pero es en este espacio sin fin entre las palabras, en donde me encuentro a mí misma ahora, es un lugar más allá del mundo físico. Es donde se encuentra todo lo que ni siquiera sabía que existía... Te quiero tanto!, pero aquí es donde estoy ahora. Y esto es quien soy en este instante, y necesito que me dejes marchar. Por mucho que lo desee ya no puedo seguir viviendo en tu libro..." 

¿cómo unir lo físico y lo intelectual?
¿dónde y a qué precio encontramos los humanos un lugar compartido donde lo físico y lo intelectual se dan la mano?
¿amar no es ya sufrir por esta dicotomía?
¿vivir no es ya sufrir por esta dicotomía?


Amar es acostumbrarse a la lentitud del otro, es llevar el mismo ritmo... si el ritmo no es el mismo, ¿cómo puede haber amor?

Para encontrarse a uno mismo hace falta el silencio, el espacio entre las palabras, el espacio entre los sentimientos... si siento, si amo, me pierdo... pero necesito tenerme, quizás más de lo que necesio vivir y amar.


Por eso necesito que me dejes marchar, porque dejarme marchar es dejarme ser, ser quien soy...

Hablar luego... quitando de enmedio los sentimientos... para razonar (= para morir) hay que dejar de sentir... pero para razonar es necesario haber sentido, haber experimentado, haber vivido... ambas cosas son necesarias, pero nunca podemos tenerlas a la vez...
Dulce dicotomía de la vida, del amor, y de la filosofía.


http://www.youtube.com/watch?v=RBumgq5yVrA

Raíces nietzcheanas de Juan Benet

Lugar común para la crítica del novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo y efímero poeta Juan Benet es la afirmación de su carácter eminentemente intertextual, irracionalista y postmoderno, tres categorías que se complementan entre sí. En el punto de convergencia de esos tres vectores y de su superación, reacción y subversión frente a los métodos deudores del positivismo que desembocaron en el realismo social de posguerra se encuentra la figura del filósofo Friedrich Nietzsche (1844–1900), muy mencionada pero escasamente investigada en profundidad. Es muy curioso que se haya dado menor importancia a este palimpsesto con respecto a otros, sobre todo teniendo en cuenta que el mismo autor español reconoció en alguna entrevista que lo leyó durante su juventud y que dicha lectura antecedió a la tan cacareada de William Faulkner. Es de todo punto necesario insistir en que el pensamiento parodiado de Nietzsche es de mucho mayor calado en su obra que los del antropólogo Sir James George Frazer, del escritor e ingeniero brasileño Euclides da Cunha, de los narradores Joseph Conrad, Herman Melville o Henry James, de La Biblia o de los historiadores Jenofonte, Plutarco, Tácito, Amiano Marcelino, George Sphrantzes y Carl von Clausewitz, entre otros.
La cuestión es que, avant la lettre, Nietzsche es el gran autor de la postmodernidad como han detectado grandes filósofos de este movimiento como son Michel Foucault, Gilles Deleuze o Gianni Vattimo, por mencionar unos pocos, sobre todo en cuanto a su cuestionamiento y deseo ferviente de revisión o de destrucción de los valores cristianocéntricos amparados bajo los sacrosantos nombres de la razón, de la fe y de la moral, aceptados tan a ciegas como los de la sociedad capitalista. Su presencia intertextual en la obra de Benet no es puramente anecdótica sino que es vertebral. Se trata de toda una parodia o reversión de su sentido desde la filosofía hasta la ficción, dominada esta por el tono entre poético, especulativo e impostadamente científico que caracteriza al narrador de Región. Esta influencia fue filtrada en buena parte a través de su amistad con el gran novelista de la generación del 98, don Pío Baroja, cuya amistad y tertulia frecuentó desde mediados de los años 40. Baroja ya había dado debida muestra de su conocimiento del pensamiento del filósofo teutón en su novela de 1910 César o nada en las tensiones internas de su protagonista César Moncada.
Dichas influencias del alemán en la obra de Juan Benet se pueden resumir de manera bastante somera en los siguientes puntos, si dejamos antes claro que no todas ellas vienen impulsadas siempre, necesaria y exclusivamente por la genialidad de este intelectual decimonónico, sino por el espíritu de una época que a ambos les influye: la de la ilusión de la modernidad que procede de la revolución industrial decimonónica y que posteriormente se convertirá en una postmodernidad que cuestiona los errores y abusos de la primera y de toda la historia de las ideas.

1.- La necesidad de una expansión epistemológica que se oponga al «falogocentrismo» derridiano o discurso masculino imperante. Este procede de los discursos cientifistas y realistas posteriores a la revolución industrial y al cristianismo, si entendemos a este último como una moral dañina que se basa en el sufrimiento de los débiles frente al vigor del superhombre nietzscheano, el cual, entre lo animal y lo divino, ha de superar los rigores de la historia con fortaleza, vitalismo y genio. Se cuestiona así a la ciencia como vía única hacia el conocimiento, ya que hay más realidad más allá de la percepción de nuestros limitados sentidos. El paso intertextual de La genealogía de la moral (1887), de El crepúsculo de los ídolos (1889) y de El anticristo (1895) es más que obvio en la narrativa benetiana.
2.- La defensa de lo irracional como nueva vía gnoseológica o de conocimiento y de una expansión de los límites del racionalismo para un más amplio análisis de las causas y efectos de lo vivido y de lo pensado. En este punto se incardinan las denominadas «zonas de sombras» que explora Benet frente a la razón, al tiempo y a la memoria como convencionalismos pactados socialmente. Recordemos que curiosamente este novelista fue un científico en su vida laboral —ingeniero de obras públicas—, con lo que asombra su acerba crítica a la razón científica en su obra. Recordemos también la extraña, casi fantasmagórica y oximorónica fiesta en La Gándara que se celebra y no se celebra en su novela Un viaje de invierno (1972), así como el carácter mítico y mitológico de sus dos protagonistas, Demetria y Coré. Toda esta obra, y muchas más del ciclo de Región, parece imponer una nueva razón paralela o ulterior a la impuesta socialmente. Recordemos finalmente también la presencia de esas fuerzas inmemoriales que residen en el bosque de Mantua y que controlan los destinos de los personajes benetianos.
3.- Otro tema que les une son las nociones de nihilismo y de la muerte de Dios y de la razón aceptada inmemorialmente desde que nacemos. El ciclo novelístico del cronotopo de Región, que alude a una ficticia comarca española que pudiera localizarse entre la de El Bierzo leonés, el Canudos de da Cunha y el Yoknapatawpha country de Faulkner, entre otros referentes subtextuales, es una expresión de la negación de los valores racionales y del apogeo del fatalismo, de lo decadente y de la ruina con ciertos místicos deseos, más que esperanzas, de salvación humana mediante una vuelta al origen que recomience la historia en otra ideal y de redención.
4.- La presencia de lo trágico como fenómeno estético paralelo a la vida. Es decir, toda una afirmación de autorreferencialidad frente a los dictados omnímodos del realismo, del naturalismo y del costumbrismo, entendidos estos como arrogantes, parciales y sesgados modos de análisis de la realidad que pretenden erigirse en métodos científicos en literatura sin tener la sistematicidad ni la precisión de la lógica formal. En la obra de Benet tanto como en la de Nietzsche no hay proyecto o imperativo ético o moral. Todo queda echado a la suerte de una fatídica partida de cartas, de un legendario y más que centenario guardián del bosque de Mantua llamado Numa que impide la salida por segunda vez de los habitantes de la zona o de una barquera–Caronte en Volverás a Región (1967), de un reloj que se activa espontáneamente para marcar el arrasamiento telúrico de la región en Una meditación (1970) o de una abuela sibila o pitonisa en Saúl ante Samuel (1980).
5.- La dialéctica entre personajes apolíneos y dionisíacos, espirituales y sensuales, de pasión y de acción regeneradora, procedente de El nacimiento de la tragedia (1872) de Nietzsche. En Benet la tensión entre ambas actitudes acaba claudicando frente a la fatalidad, como sucede con la apasionada, aunque derrotada Marré Gamallo, y con el amargado y vitalmente semiparalizado doctor Daniel Sebastián en esa incivil guerra civil española del 1936 al 39 en Volverás a Región y en todo el ciclo de Región.
6.- El nietzscheano eterno retorno y el tiempo cíclico del que se sacan nuevas esencias para una renovación en el futuro queda desvirtuado en el agónico atrezo regionato que, sin fluidez temporal, queda suspendido en un éter de condenación eterna para los personajes procedentes de las misteriosas entrañas y energías que circulan inmemorialmente por esa comarca, como se ve en todas las obras del mencionado ciclo. El referente o hipotexto, si seguimos a Gérard Genette, es por supuesto Así habló Zaratustra (1883–85).
7.- Hay también una reversión paródica de la figura del superhombre en toda la obra regionata de Benet. De nuevo la fuente es Así habló Zaratustra. Ello se puede detectar con claridad en la novelística y cuentística del madrileño, sobre todo en su construcción de ese mediocre personaje frustrado y con suerte llamado General Gamallo, líder de las tropas nacionales en Volverás a Región, o del republicano Eugenio Mazón, que desde el azar lleva a sus tropas al fracaso en su obsesivo avance hacia Macerta en las tres memorables partes de Herrumbrosas Lanzas de 1983, 1985 y 1986.
8.- El sujeto como apariencia, descentrado, atomizado en su inmanencia, definido más por relación de poder con otros sujetos que por situación ontológica. Como botón de muestra sirva esa Marré Gamallo de Volverás a Región que, ya sin fuerzas ni motivación alguna, lucha en balde por consumar su pasión individual frente a los dictados de un destino y de una fatalidad inapelables, ambos controlados por la razón social custodiada por el Numa. O también sirva lo que acontece entre la lúbrica Leo Titelácer y el mujeriego Carlos Bonaval, que en Una meditación verán frenada la consumación de su pasión amorosa en las montañas regionatas con el comienzo de la destrucción de la zona.
9.- La voluntad de poder, expresada en las luchas por el mando de Región, y la de estilo, expresada en la escritura que importa más que lo argumental. Ambas voluntades unifican las obras de ese poeta frustrado que fue Nietzsche y del que también fue Benet, más afecto a un lenguaje especulativo y casi filosófico y técnico, teñidos todos ellos de extrañísima poesía. Para entender este tema, léase La inspiración y el estilo, el ensayo fundacional de Benet de 1966, o Sobre la incertidumbre, de 1982, entre tantos otros.

Cortázar: la continuidad de la conciencia y el tiempo

La continuidad permea lo consciente. Que la conciencia es un ejemplo de lo continuo —que la conciencia es un río en donde nos disolvemos y regeneramos— parece obvio. Pero la continuidad de la conciencia es muy compleja. La continuidad cronológica de la conciencia es un engaño que el artista es capaz de denunciar. Aunque el río de la conciencia parece continuo (sin interrupciones abruptas) y cronológicamente organizado (estructurado en eventos pasados, presentes y futuros) sólo la continuidad de la superficie esférica es verdaderamente característica de la conciencia. La conciencia no es realmente un río, sino un pozo profundo donde se adentran los deseos, las creencias y los mitos. Es un pozo en donde todo permanece y se amalgama. El tiempo no transcurre en ese pozo. Todo artista tiene que denunciar el engaño de lo temporal y al mismo tiempo alabar la continuidad de la conciencia. Pero son pocos los que logran esta hazaña una y otra vez. Entre ellos se encuentra sin duda Julio Cortázar. En «Continuidad de los Parques», Cortázar enfatiza la paradójica continuidad de la conciencia con rigor, brevedad y claridad. El río de la conciencia fluye con la narrativa cronológica del cuento y al final, cuando se amalgaman personaje y lector, uno cae en el pozo. La narrativa pierde su cronología y uno se sumerge en otro tipo de continuidad: la continuidad que profundiza lo consciente e ignora o elimina el tiempo. Esta es la continuidad cósmica de la conciencia y es la base de lo místico —lo que el transcurso del tiempo no puede tocar—.
El sillón de terciopelo, los cigarrillos, los senderos, los amantes, las caricias y los destinos circulares están decididos desde siempre. Todos son parte de una ventana transitoria que no va a ningún lugar definido. Los cigarrilos apuntan a un lugar remoto, en donde todo converge. ¿Quién es la persona que fuma, narra, y entiende la trama que se precipita en un ciclo y no termina? Todo depende del lector del cuento. La continuidad del cuento y la conciencia del lector destruyen la asimetría del tiempo, y el cuento se devora a sí mismo con la ayuda del lector. Las imágenes mundanas son parte del artificio narrativo, que acaba abruptamente con la muerte, el cuchillo y el nuevo comienzo. El lector y el autor están siempre en el pozo de lo eterno, pero las imágenes generan la ilusión de cambio. Cada imagen es una ventana del pozo sin fondo que es la conciencia.
Es como si hubiesen tres presentes (como en la estructura espacio–temporal de «Rayuela»). Por una parte está el presente (o el «lado») del lector. El presente del personaje (que también es un lector) está encasillado por el terciopelo verde. Finalmente, el presente de los eventos descritos en el cuento (el «lado» de los eventos cuya cronología es irrelevante y que se mueve secuencialmente con las imágenes y personajes periféricos) es un ardid —una escalera que emerge del pozo y acaba en el pozo—.
¿Está soñando el personaje? No se sabe, y no importa. Los héroes del cuento se agolpan en la imagen del puñal y la muerte, que puede ser el despertar del personaje o el inicio de un nuevo ciclo narrativo. Todo se transforma en una estructura de fractales incandescentes. Como en «Rayuela», los lados del lector, los personajes principales y las narrativas personales de otros personajes son una realidad continua, indivisible y fuera del tiempo.
Otros escritos en donde Cortázar habla de lo cronológico confirman dramáticamente que lo eterno es mucho más real e importante que lo temporal. En «Relojes», Cortázar presenta con una brevedad incomparable la paradójica relación entre el tiempo y la conciencia. Un fama, nos dice Cortázar, está obsesionado con darle cuerda a un reloj de pared cada semana. Un cronopio que lo observa (con conocimiento y humor) diseña un reloj «alcaucil de la gran especie, sujeto por el tallo a un gran agujero de la pared».
El tiempo lineal de la cronología —Cortázar lo propone de inmediato— es una ilusión. La relación verdadera que existe entre lo cronológico y la continuidad de la conciencia la ejemplifica mejor una alcachofa que cualquier reloj. «Las innumerables hojas del alcaucil marcan la hora presente y además todas las horas, de modo que el cronopio no hace más que sacarle una hoja y ya sabe una hora. Como las va sacando de izquierda a derecha, siempre la hoja de la hora justa, y cada día el cronopio empieza a sacar una nueva vuelta de hojas. Al llegar al corazón el tiempo no puede ya medirse, y en la infinita rosa violeta del centro el cronopio encuentra un gran contento, entonces se lo come con aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el agujero.»
La infinita rosa violeta del centro es la conciencia, siempre continua consigo misma. El tiempo son las hojas ilusorias que cubren a la alcachofa de nuestra existencia. De acuerdo con la metáfora de la alcachofa, las horas de nuestra vida lineal decoran y distraen. Pero en lugar de proteger la infinita continuidad de la conciencia, las horas de nuestras vidas lineales nos obsesionan y persiguen. Nos hacen olvidar el centro violeta de nuestras vidas. Son, en pocas palabras, decoraciones que nos atormentan.
En «Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj», Cortázar describe al reloj de mano como un «pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire». Hablándole al lector de manera informal y directamente acerca del regalo de un reloj, Cortázar dice: «No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj». El reloj de mano es descrito como una presencia frágil y demandante. Algo ajeno, que no es parte de nuestro cuerpo pero que demanda toda nuestra atención. Un colgijo adornado con piedras preciosas que siempre nos acompaña y esclaviza.
Cuando Cortázar describe las instrucciones para dar cuerda al reloj, cambia el tono completamente, hablándole al lector de manera formal e indirecta. «Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo», comienzan las instrucciones. Después de las indicaciones referentes a cómo darle cuerda al reloj, Cortázar dice: «Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes». Las instrucciones concluyen en un tono más íntimo y urgente: «Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.»
Allá al fondo, en efecto, está la muerte. Pero el miedo emerge de las incontables horas que queremos contar, de los rubíes que coleccionamos para distraernos de lo que nos une de una manera radical. El miedo tiene forma —es la forma del tiempo lineal—. El centro consciente de nuestra vida es un lago sereno. Esta es la unidad de la conciencia: el milagro de la continuidad que une a nuestras conciencias que deambulan como nómadas, perdidas en la rayuela de la vida y que corren, perseguidas por las horas, para caer al final dentro del mismo pozo.

viernes, 4 de abril de 2014

8 cualidades que distinguen a las personas cultas, por Antón Chéjov

8 cualidades que distinguen a las personas cultas, Antón Chéjov

1. Respetan la personalidad humana y, por lo mismo, son siempre amables, gentiles, educados y dispuestos a ceder ante los otros. No hacen fila por un martillo o una pieza perdida de caucho indio. Si viven con alguien a quien no consideran favorable y lo dejan, no dicen “nadie podría vivir contigo”. Perdonan el ruido y la carne seca y fría y las ocurrencias y la presencia de extraños en sus hogares.

2. Tienen simpatía no sólo por los mendigos y los gatos. Les duele el corazón por aquello que sus ojos no ven. Se levantan en la noche para ayudar a P. […], para pagar la universidad de los hermanos y comprar ropa a su madre.

3. Respetan la propiedad de otros y, en consecuencia, pagan sus deudas.

4. Son sinceros y temen a la mentira como al fuego. No mienten, incluso, en pequeñas cosas. Una mentira significa insultar a quien escucha y ponerlo en una posición más baja a ojos de quien habla. No aparentan: se comportan en la calle como en su casa y no presumen ante sus camaradas más humildes. No son proclives a balbucear ni obligan la confidencia impertinente de los otros. Por respeto a los oídos de otros, callan más frecuentemente de lo que hablan.

5. No se menosprecian por despertar compasión. No tensan las cuerdas de los corazones de los demás para que los otros giman y hagan algo (o mucho) por ellos. No dicen “Soy un incomprendido” o “Me he vuelto de segunda mano” porque todo eso es perseguir un efecto simplón, es vulgar, rancio, falso…

6. No tiene vanidad superflua. No se preocupan por esos falsos diamantes conocidos como celebridades, por estrechar la mano del ebrio P.*, por escuchar los arrebatos de un espectador extraviado en un espectáculo de imágenes, o ser reconocido en las tabernas. […] Si ganan unos centavos, no se pavonean como si estos valieran cientos de rublos, y no alardean de poder entrar donde otros no son admitidos. […] Los verdaderamente talentosos siempre se mantienen en las sombras entre la muchedumbre, tan lejos como sea posible del reconocimiento. Incluso Krylov** dijo que el barril vacío da un eco más sonoro que el lleno.

7. Si tienen un talento, lo respetan. Le sacrifican el descanso, las mujeres, el vino, la vanidad. […] Se sienten orgullosos de su talento. […] Además, son fastidiosos.

8. Desarrollan para sí la intuición estética. No pueden ir a dormir con la misma ropa, ven las grietas de las paredes llenas de insectos, respiran un mal aire, caminan en el piso recién escupido, cocinan sus alimentos sobre una estufa de aceite. Pretenden tanto como sea posible contener y ennoblecer el instinto sexual. […] Lo que quieren en una mujer no es una compañera de cama. […] No piden inteligencia ahí donde se manifiesta la mentira constante. Quieren, especialmente si son artistas, frescura, elegancia, humanidad, la capacidad de la maternidad. […]. No tragan vodka a todas horas, día y noche, no huelen los armarios porque no son cerdos y saben que no lo son. Beben sólo estando libres y en ocasión […]. Porque ellos quieren mens sana in corpore sano [“mente sana en cuerpo sano”].

Y así sucesivamente. Así es como son las personas cultas. Para ser culto y no quedar atrás, no es suficiente con haber leído Los papeles del club Pickwick o haber memorizado el monólogo de Fausto. […]

Lo que necesitas es trabajar constantemente, día y noche, leer constantemente, estudiar, voluntad. […] Cada hora es preciosa para ti. 1. Respetan la personalidad humana y, por lo mismo, son siempre amables, gentiles, educados y dispuestos a ceder ante los otros. No hacen fila por un martillo o una pieza perdida de caucho indio. Si viven con alguien a quien no consideran favorable y lo dejan, no dicen “nadie podría vivir contigo”. Perdonan el ruido y la carne seca y fría y las ocurrencias y la presencia de extraños en sus hogares.
2. Tienen simpatía no sólo por los mendigos y los gatos. Les duele el corazón por aquello que sus ojos no ven. Se levantan en la noche para ayudar a P. […], para pagar la universidad de los hermanos y comprar ropa a su madre.
3. Respetan la propiedad de otros y, en consecuencia, pagan sus deudas.
4. Son sinceros y temen a la mentira como al fuego. No mienten, incluso, en pequeñas cosas. Una mentira significa insultar a quien escucha y ponerlo en una posición más baja a ojos de quien habla. No aparentan: se comportan en la calle como en su casa y no presumen ante sus camaradas más humildes. No son proclives a balbucear ni obligan la confidencia impertinente de los otros. Por respeto a los oídos de otros, callan más frecuentemente de lo que hablan.
5. No se menosprecian por despertar compasión. No tensan las cuerdas de los corazones de los demás para que los otros giman y hagan algo (o mucho) por ellos. No dicen “Soy un incomprendido” o “Me he vuelto de segunda mano” porque todo eso es perseguir un efecto simplón, es vulgar, rancio, falso…
6. No tiene vanidad superflua. No se preocupan por esos falsos diamantes conocidos como celebridades, por estrechar la mano del ebrio P.*, por escuchar los arrebatos de un espectador extraviado en un espectáculo de imágenes, o ser reconocido en las tabernas. […] Si ganan unos centavos, no se pavonean como si estos valieran cientos de rublos, y no alardean de poder entrar donde otros no son admitidos. […] Los verdaderamente talentosos siempre se mantienen en las sombras entre la muchedumbre, tan lejos como sea posible del reconocimiento. Incluso Krylov** dijo que el barril vacío da un eco más sonoro que el lleno.
7. Si tienen un talento, lo respetan. Le sacrifican el descanso, las mujeres, el vino, la vanidad. […] Se sienten orgullosos de su talento. […] Además, son fastidiosos.
8. Desarrollan para sí la intuición estética. No pueden ir a dormir con la misma ropa, ven las grietas de las paredes llenas de insectos, respiran un mal aire, caminan en el piso recién escupido, cocinan sus alimentos sobre una estufa de aceite. Pretenden tanto como sea posible contener y ennoblecer el instinto sexual. […] Lo que quieren en una mujer no es una compañera de cama. […] No piden inteligencia ahí donde se manifiesta la mentira constante. Quieren, especialmente si son artistas, frescura, elegancia, humanidad, la capacidad de la maternidad. […]. No tragan vodka a todas horas, día y noche, no huelen los armarios porque no son cerdos y saben que no lo son. Beben sólo estando libres y en ocasión […]. Porque ellos quieren mens sana in corpore sano [“mente sana en cuerpo sano”].
Y así sucesivamente. Así es como son las personas cultas. Para ser culto y no quedar atrás, no es suficiente con haber leído Los papeles del club Pickwick o haber memorizado el monólogo de Fausto. […]
Lo que necesitas es trabajar constantemente, día y noche, leer constantemente, estudiar, voluntad. […] Cada hora es preciosa para ti.