Si en el medio de una pirueta mental
alguien se acercara a preguntarnos cuál es la condición que
estimamos mejor en un hombre ¿qué diríamos? Si en esa misma
pirueta nos dieran a elegir entre diversas condiciones del ser humano
como la más admirable, respetable…¿cuál, cuál elegiríamos?
Para unos será la bondad, otros dirán que la inteligencia, el
sentido del humor dirán otros. Hoy, después de haber tenido que
escuchar a una aunque amiga, insoportable mujer, me decanto
directamente por algo que muchas personas olvidan: la discreción. En
la vida política, en la vida social, en las relaciones generales
entre los seres humanos, lo más importante es sin duda la
discreción. No soporto a los que no lo son. ¿por qué? Porque una
falta de discreción es imposible para la vida. Las cualidades
anteriormente mencionadas son algo tangible que se demuestra por
medio de las obras, los hechos…pero ¿cómo se exterioriza la
discreción?. ¿Qué forma tiene y cómo la reconocemos?
En ocasiones nos vemos frente a
situaciones en las que nos horroriza lo poco discreta que es la
gente. Una falta de tono en una conversación, unas carcajadas que no
vienen al caso, un comentario que menos venía aún, es alguien cuyos
hábitos de conducta y de palabra están claramente en pugna con el
contexto que le rodea. Esto es a todas luces insoportable. Terrible
es soportar a un hombre indiscreto, sí, pero no sé si nos deja al
grupo femenino mucho peor una mujer que “se pasa siete pueblos”,
haciendo comentarios disonantes, riéndose de mala manera,
avergonzando en definitiva al resto de las del grupo. ¿Por qué
tiene que ser una mujer la que haga el ridículo? me he preguntado en
más de una ocasión.
Maquiavelo en el Capítulo XXII de
II Príncipe, decía que existen tres clases de espíritus.
Los primeros son aquellos que comprenden las cosas por si mismos; los
segundos son los que las comprenden cuando se las explican, y los
terceros son los que no las comprenden ni por sí mismos ni cuando se
las explican. Los primeros de estos espíritus son discretos; los
segundos pueden ser también capaces de discreción. Pero ¿cómo
podrán ser los terceros? ¿Cómo podrán ser discretos aquellos
hombres que no entienden las cosas ni cuando las ven ni cuando se las
explican? Soportar la falta de discreción para mi es terrible y
mucho más cuando esto sucede en tu casa, por ejemplo. La persona
pasa a ser directamente un intruso. Normalmente la indiscreción –en
ocasiones así lo he visto- se produce entre gentes del mismo sexo,
hombres indiscretos con hombres indiscretos y claro, mujeres sin
discreción delante de otras mujeres que sí la tenemos, ellas –como
la “amiga” de hoy- portan una epidermis impertinente por
naturaleza. He presenciado igualmente hombres sin discreción
cacareando delante de mujeres que sí somos discretas. El espectáculo
es espantoso. ¿Qué le vamos a hacer? Hay espíritus, y lo digo como
apostilla mi viejo Maquiavelo que se engloban en una cuarta categoría
y son los que comprenden las cosas, las saben, pero hacen como si no
las comprendieran, es decir, no les da la gana de comprenderlas
aunque las sepan, se les añade el hecho de que jamás van a
comprender las cosas porque no querrán aunque se les explique. Estos
son los peores de todo, los que no tienen ningún remedio y sin
embargo hay que soportarlos. Me acuerdo del dicho de “lo cortés no
quita lo valiente” y creo que voy a batallarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario