El
nihilismo según Friedrich Nietzsche, es causa de la ,,indigestión,,. Cada
,,comestible,, es una nueva impresión que nunca acaba de ser
asimilada. Esto a la larga, y a un ritmo acelerado, causa el
debilitamiento del ,,estómago,,. Éste se ve preso de un continuo
digerir, no pudiendo así digerir nada en su totalidad.
No
saber discernir, no saber decir no, el decir sí incondicionalmente.
¿Por compasión? ¿Por pena? Por no atreverse a ser uno mismo. Por
ello el nihilista va con miedo, tanteando el terreno, estudiándolo,
siempre con la conciencia fuera y, en ninguno de los casos, con la
conciencia dentro. Ello supondría reconocer sus gustos, sus
instintos, sus miedos, sus traumas, su inacción. Freud diría:
supondría reconocer su inconsciente.
En
la actualidad se vive muy claramente este panorama. La tolerancia
ilimitada ha llegado al punto de tolerar al intolerante. Esto supone,
a causa de esta contradicción interna, uno de los grandes problemas
que jamás ha vivido la humanidad: la pérdida de referentes éticos,
estéticos y metafísicos. El factor determinante de la Modernidad es
la necesidad permanente de novedades lo cual impide el poder apreciar
la obra de arte, la vida en general. Todo se vuelve superficial,
mercancía. Los mecanismos de la publicidad lo han invadido todo.
Un
color, una nota musical o una palabra ya no tienen nada en sí, han
perdido su esencia. Nadie se detiene a sentir un Re o a mirar el
color naranja o a comprender la palabra “ser”. ¿Por qué? Por el
ritmo acelerado de la Modernidad, donde lo que prima es lo que puede
consumirse lo más rápidamente (para seguir consumiendo). Una
sinfonía, un cuadro o una poesía serán disfrutadas de mala manera.
No se escuchará, ni se contemplará, ni se sentirá como algo
íntimo, como algo de sentido especial, sino como una sinfonía más,
un cuadro más, una poesía más. Serán objetos en un mar de
objetos. Como gotas de agua. No importa cuál se viva antes. Todas
son lo mismo pues todas tienen en común el estar delante y detrás,
el estar antes y después de otros objetos. Después de la sinfonía
viene otra, después del cuadro… ¡todavía queda por ver todo un
museo!. ¿Y después de la poesía? Hay más poetas.
Demasiada
avidez de conocimiento, demasiado exigirse saberlo todo ya. Así no
se disfruta. No hay paz, calma, reposo. Nada reposa. Mientras inicias
algo nuevo todavía está de vuelta el eco de lo anterior. ¿Al
final? Ruido.
Mejor respuesta ever!!
ResponderEliminarmúsica
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