jueves, 8 de agosto de 2013

Los silencios de Simone Weil

Toda certeza oprime” Fernando Pessoa
Evidentemente, toda vida es un proceso de demolición” escribió F. S. Fritzgerald, 
Weil lo supo y lo padeció. Se sometió a si misma a ser un experimento del alma. Fue la “virgen roja” de los editores de Liberation , el “azul del cielo” que asombraba a Bataille, la “Severina” de Silone , la licenciada de la École Normale que entra a trabajar como obrera en la Renault para "pensar con las manos", la que decide alimentarse con las mismas raciones de los prisioneros de los campos de concentración nazis.
Padeció el corazón de su pensamiento, su mística: que el alma en cuanto se aferra a la “gravedad”, el deseo de apropiarnos de las cosas, queda sujeta a la erosión: “Mientras el hombre soporta tener el alma llena de sus propios pensamientos, de sus ideas personales, está enteramente sometido hasta en sus más íntimos pensamientosa la coerción de las necesidades y al juego mecánico de la fuerza”.
Para Weil apropiarnos del mundo es alejarnos de lo real, ya que solo podemos abrazar sus representaciones, su forma egoísta, finita y falaz.
Pero la apuesta de Weil es la apuesta por el infinito.
Sabiendo que la ciencia como se presenta, pretenciosa y glorificada, debe abrir nuevos espacios; Weil desarrollo lo que podríamos denominar “ física sobrenatural”:
Todos los movimientos naturales del alma se rigen por leyes análogas a las de la gravedad física. La única excepción la constituye la gracia”. El desarrollo análogo de los principios de la mecánica física, en el terreno inmaterial del espíritu, y con el proyecto de buscar trascender esta “gravedad”, un camino que “trata de encontrar en el ámbito de las relaciones entre el hombre y lo sobrenatural una precisión que sea más que matemática; algo que sea más preciso que la ciencia”.

Si para Wittgenstein los límites del lenguaje son los límites del mundo, para Weil los limites del alma, en su ascenso hacia la gracia, es el lenguaje.

El deseo de apropiarnos del mundo nos aleja de la posibilidad de elevarnos, y la forma en que nos apropiamos del mundo, y del otro; que es aun peor; es mediante las palabras. “Las palabras que tienen un contenido y un sentido, no matan. Pero cuando se conceden mayúsculas a palabras vacías de significación, por poco que las circunstancias empujen a ello, los hombres derramarían ríos de sangre, amontonarían ruinas sobre ruinas repitiendo esas palabras, sin poder obtener nunca efectivamente qué les corresponde. Nada real puede corresponderles jamás, porque no quieren decir nada.”
El silencio fue también elemento central en su camino de la gravedad a la gracia. Desafío no menor ya que implica construir una nueva forma de conocer y “concebir el mundo, a los hombres y a nosotros mismos. Ahora bien, una determinada manera de concebir implica una determinada manera de sentir y una determinada manera de actuar... y eso en todo momento, en todas las circunstancias de la vida, tanto en las más vulgares como en las más dramáticas”.

El silencio y la extinción serán la opción contra la falsa promesa de la palabra, “justicia, verdad y belleza son palabras hermosas. Pero su alianza nunca se cumple. Nunca completamente. Siempre mediante un sacrificio.” Siempre mediante un sacrificio, cordero pascual. La obra de Weil se cierra en la propuesta hacia el ultimo paso al silencio: “Nada poseemos en el mundo – por que el azar puede quitárnoslo todo-, salvo el poder de decir Yo. Eso es lo que hay que entregar a Dios, o sea destruir”.

Después: la gracia. The rest is silence...

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