1. ATEÍSMO Y ANTIATEÍSMO.
Nuestra
cultura se caracteriza por vivir de espaldas a Dios, a la religión. El
cristianismo y sobre todo el catolicismo, han perdido la influencia que
tuvieron en el pasado. La creencia en Dios es menos sólida y ahora el
ser humano la entiende según sus criterios subjetivos. El
distanciamiento entre la doctrina de la jerarquía eclesiástica y la de
los creyentes es cada vez mayor.
Se
acentúa la tendencia a una religión a la carta que se adopta y modifica
en función de intereses personales y circunstanciales, y que convierte a
la religión en un artículo más de consumo. Esta situación tiene una de
sus causas en “la muerte de Dios” propugnada por Nietzsche.
2. EL VITALISMO.
La
“razón” en la filosofía critica la valoración negativa de la vida que
había propagado el pensamiento occidental, y apuesta por la vida y una
moral que gira en torno a ella . Se trata de vivir el momento, de
renunciar a que la trascendencia sea el único sentido de vivir, y de
buscar dicho sentido en la propia vida. Consecuencias, probablemente
vulgarizadas e irreflexivas de este vitalismo, se encuentran en la
actual identificación de la felicidad con lo material (dinero,
consumismo, poder, sexo, etc.) en el culto al cuerpo y a la imagen; en
la búsqueda de la eterna juventud; en el deseo de inmortalidad
aumentando la esperanza de vida…
3. LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA. LA IMAGEN FRENTE AL CONCEPTO.
Si la
realidad tiene un carácter dinámico y cambiante, es perspectiva. Por eso
Nietzsche frente a la unidad y objetividad del concepto, afirma la
pluralidad y la subjetividad de la metáfora. En la expresión artística,
la realidad nunca es definitiva sino que va haciéndose y cambiando
constantemente.
El
llamado arte moderno es una expresión perfecta de la pluralidad de
significaciones que según Nietzsche, constituye la realidad. Este arte
“incomprensible”, que ha roto los criterios clásicos de belleza, se
articula como una obra de arte nunca definitiva. La emoción que inspira
al autor no debe coincidir necesariamente con la que despierta en el
espectador. Estas pueden incluso cambiar con el tiempo. La capacidad de
suscitar emociones e interpretaciones será el criterio para valorar
una obra de arte. En la actualidad es la indiferencia lo que desvaloriza
la obra.
Este
aparente “todo vale” del arte moderno se ha expandido a todos los
ámbitos de la cultura. La cultura de masas ha apostado por la imagen en
detrimento de la palabra, de los conceptos. Esto ha supuesto junto a una
generalización de la cultura, una banalización de los productos
culturales que, para ser consumidos masivamente, deben ser simples,
fáciles y de utilidad inmediata. A su vez, esta simplificación
cultural genera en el consumidor una homogeneización del gusto y una
recepción pasiva y acrítica de sus contenidos.
En
sentido contrario los productos culturales basados en la reflexión, la
palabra, el análisis…..son denostados por los grandes propagadores de
esta cultura de masas: los medios de comunicación, en especial la
televisión. Estos productos culturales no venden, no tienen audiencia.
El tópico “una imagen vale mas que mil palabras” se ha extendido
irreflexivamente para cualquier caso.
4. EL VALOR DE LA EDUCACIÓN PARA LA CRÍTICA DE LA VIDA
La
apuesta por una educación crítica tanto por parte del alumnado como del
profesorado encuentra en el texto de Nietzsche un apoyo. La razón en la
filosofía propone no admitir acríticamente ninguna verdad aunque la
tradición, el tiempo, la mayoría, la apariencia la hayan mostrado
incuestionable. Ningún tema, por importante que sea, debe escapar al
examen de una razón intencionadamente libre de prejuicios.
También
la consigna nietzscheana sobre la alegría de vivir, no olvidando que
prioritariamente somos un cuerpo más o menos inteligente, sigue teniendo
plena vigencia: Nietzsche propone una razón que no debe esclavizar los
instintos, sino procurar satisfacerlos de la manera mas inteligente y
eficaz posible.
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