lunes, 6 de enero de 2014

La libertad como ser de la conciencia. Sartre

La conciencia, que en sí no es nada, consiste, pues, sólo en una estructura abierta, indeterminada: es, como en Heidegger, un proyecto que ha de desarrollarse a lo largo del tiempo, es algo lanzado hacia el futuro. Y a esto se le llama existencia. Existir es ser fuera de sí. La conciencia no es nada antes de existir, no está sometida, pues, a una esencia, sino que consiste sólo en existencia (como en Nietzsche). El ser humano, por tanto, ha de hacerse a sí mismo, definirse en su proyecto (en su estar lanzado hacia el futuro) Con palabras de Sartre "la existencia precede a la esencia" y "el hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente".
La idea de que la esencia precede a la existencia procede del teísmo: Dios ha dado la esencia al hombre, éste ha de cumplirla. Según Sartre, la filosofía atea debe reconocer que el ser humano no está predeterminado por esencia alguna. Si no hay Dios, no hay naturalezas ni esencias: "No hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla".
"El hombre no es más que el conjunto de sus actos": si no hay esencia, el hombre se reduce a lo que hace, a cómo existe, a cómo configura, acto a acto, su existencia. Actos que serán totalmente libres, porque están absolutamente incondicionados: de hecho, si Dios no existe, todo está permitido.
Esta propia indeterminación, esta experiencia subjetiva de que el ser humano está siempre ya en el mundo y a la vez siempre por hacerse, es la libertad. La libertad es la indeterminación absoluta del proyecto, la ausencia de determinaciones esenciales. El ser-para-sí es libre por definición: porque en-sí no es nada. La libertad es el ser nada y tener todo por hacer. Es una libertad, pues, como la propia conciencia, vacía, libre de fines o de valores; todo fin o todo valor, toda manera de ejercer la libertad, ha de ser creada por el ser humano en su existencia.
El para-sí, por ser libre, ha de darse su esencia al existir, ha de autorrealizarse. Esta libertad, esta indeterminación, hace al hombre, a la vez, absolutamente responsable de su existencia, puesto que sólo él la decide. Tarea ingrata, fuente de la angustia existencial, y clave de la famosa frase sartriana: "El hombre está condenado a ser libre", porque, en efecto, lo único que el hombre no decide libremente, es ser libre.
El hecho de proyectarse no implica que el hombre sea lo que quiera ser; porque siempre que va a proyectarse, ya es algo, está ya arrojado en el mundo, y, por eso, ya es responsable de lo que ha sido sin planteárselo. Es una libertad que, por tanto, no siempre supone decisión consciente. El proyecto subjetivo no es una planificación racional, la libertad no siempre se ejerce conscientemente.
Por lo demás, al decidir tu existencia no eres sólo responsable de ella, sino de la humanidad en general, puesto que al elegirte eliges un modelo de existencia, un modelo de hombre; luego, de alguna manera eres el responsable de la humanidad entera: "soy responsable para mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre." Puesto que el hombre en-sí no es nada, con cada acto defines la existencia, defines lo que el hombre es; y por tanto, eres responsable de la humanidad, es decir, de la noción de hombre y existencia que con cada acto configuras.
Esta absoluta responsabilidad -que implica la absoluta libertad- es fuente de la angustia existencial: "El existencialista suele declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad.
La angustia es la conciencia de la libertad.
1. Hay que distinguir entre temor y angustia. El miedo o temor es una conducta abierta a la exterioridad. Por la angustia se toma conciencia de nuestro ser. Hay dos formas de sentir miedo, pasiva y activa. En ambos casos se desarrolla una acción, un comportamiento, que siempre es una conducta de huida. Ambas conductas tienen el elemento común de una referencia a la exterioridad. No soy yo quien decide, sino otros quienes deciden por mí.
En cambio, no sucede igual en el sentimiento de la angustia. La angustia se enraíza con la posibilidad de mi propio ser. La angustia está inscrita en la condición humana. El hombre es angustia. Si la libertad es la esencia del hombre y la angustia es la toma de conciencia de la libertad, entonces la angustia está en el fondo de nuestro ser, pues es el sentimiento de nosotros mismos, de nuestra libertad.
2. La angustia como Nada. El triángulo existencia-angustia-nada aparece así en Sartre y se refleja en una sola palabra: libertad. La nada es identificada con la libertad. La presencia de la angustia se debe, bien a la toma de conciencia de mi libertad, bien a la captación de la nada que soy. Nada y libertad son una y la misma cosa, a la par que esa nada y esa libertad "no son propiedades" de la esencia del hombre, sino su propia esencia.
Así, 1. La libertad es "nada". 2. La libertad es creación. 3. El ser libre del hombre (su no-ser) es lo que hace que un mundo exista. 4. La toma de conciencia de la libertad que soy, produce la angustia.
Así la libertad se enraíza en el absurdo.

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