jueves, 26 de septiembre de 2013

Los llamados pitagóricos

...como si lo mismo no fuera siempre idéntico a lo mismo. El camino de la metafísica occidental, según comienza en Paltón y se afirma definitivamente en Aristóteles, consiste precisamente en eso: en salvar la identidad de las cosas, la identidad que las cosas son. La esencia aristótelica no es más que la identidad a salvo, resguardada de los atentados que el cambiante mundo material se empeña en realizar contra su pureza inmutable. Cada cosa, para serlo, necesita ser una, idéntica a sí misma por siempre jamás, refractaria a la mutación, la ambigüedad y el devenir. Para lograr esta definitiva estabilidad, hay que sustraerle a cada cosa su ser propio y secuestrarlo a un lugar inatacable en el que pueda ser ella misma por siempre y sin riesgo: tal sucede con la idea platónica o la esencia aristótelica. La búsqueda de ese lugar impecable y de cúal pueda ser  su condición es el argumento de la epopeya - o folletín, si preferís - de la metafísica....

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