Todo el que haya pasado por un divorcio, haya
vivido con una pareja celosa o haya sufrido malos tratos domésticos sabe
que una de las causas principales de una noche oscura es el amor. El
amor puede comenzar en la oscuridad, como en la imagen de Cupido con los
ojos vendados cuando dispara su ardiente flecha. Uno se siente de
pronto invadido por otra persona y preso de la pasión. Posteriormente se
producen períodos de confusión y deseo y, quizá, pensamientos de
ruptura. Lo que empieza rebosante de esperanzas y promesas da paso a
serias dudas y la ambivalencia emocional. Aunque el enamorado puede
interpretar esos altibajos como un problema personal a la hora de
comprometerse, sería más exacto decir que el amor es de por sí
inconsistente y encierra una histeria inherente.
La
persona enamorada puede sentirse amenazada o poseída por los celos, ser
víctima del afán de dominio del otro, quedarse estancada en una
relación fría y quizá perjudicial, o quedar atrapada en un callejón sin
salida en el que el amor no le lleva a ninguna parte. Quizá piense que
está con una pareja inadecuada, en el momento inadecuado, en el lugar
inadecuado y por motivos inadecuados. Con frecuencia la relación amorosa
no funciona o se agria. Las personas sueñan con un amor apasionado, una
relación sexual satisfactoria y una vida tranquila, pero a menudo su
sueño se convierte en una pesadilla.
Safo,
la antigua poetisa griega, una de las grandes poetisas del amor de
todos los tiempos, fue la primera en calificar el amor de agridulce,
aunque posteriormente invirtió las palabras y lo calificó de dulce
amargo. La filósofa y poetisa Anne Carson destaca este detalle porque
por lo general el amor al principio es dulce y luego se hace amargo. Yo
creo que el amor es alternativamente dulce y amargo o constantemente
agridulce. La gente se refiere con frecuencia a la dulzura del amor y se
abstiene de mencionar su amargor.
El
amor también es un tipo de locura. Nos encierra en una burbuja de
fantasía en la que las emociones son intensas. Uno siente que pierde el
equilibrio. Comete toda clase de tonterías. Su sentido de la
responsabilidad se esfuma. Uno hace oídos sordos a los prudentes
consejos de amigos y parientes. En su delirio, uno puede acabar
casándose o, en el caso de una mujer, quedarse embarazada.
Posteriormente dedica muchos años a tratar de construir una vida
razonable. En el momento más impensado puede caer en una noche oscura
del alma creada por la profunda insatisfacción que deja la estela del
amor.
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