sábado, 20 de julio de 2013

Mal de amores

Todo el que haya pasado por un divorcio, haya vivido con una pareja celosa o haya sufrido malos tratos domésticos sabe que una de las causas principales de una noche oscura es el amor. El amor puede comenzar en la oscuridad, como en la imagen de Cupido con los ojos vendados cuando dispara su ardiente flecha. Uno se siente de pronto invadido por otra persona y preso de la pasión. Posteriormente se producen períodos de confusión y deseo y, quizá, pensamientos de ruptura. Lo que empieza rebosante de esperanzas y promesas da paso a serias dudas y la ambivalencia emocional. Aunque el enamorado puede interpretar esos altibajos como un problema personal a la hora de comprometerse, sería más exacto decir que el amor es de por sí inconsistente y encierra una histeria inherente.
La persona enamorada puede sentirse amenazada o poseída por los celos, ser víctima del afán de dominio del otro, quedarse estancada en una relación fría y quizá perjudicial, o quedar atrapada en un callejón sin salida en el que el amor no le lleva a ninguna parte. Quizá piense que está con una pareja inadecuada, en el momento inadecuado, en el lugar inadecuado y por motivos inadecuados. Con frecuencia la relación amorosa no funciona o se agria. Las personas sueñan con un amor apasionado, una relación sexual satisfactoria y una vida tranquila, pero a menudo su sueño se convierte en una pesadilla.
Safo, la antigua poetisa griega, una de las grandes poetisas del amor de todos los tiempos, fue la primera en calificar el amor de agridulce, aunque posteriormente invirtió las palabras y lo calificó de dulce amargo. La filósofa y poetisa Anne Carson destaca este detalle porque por lo general el amor al principio es dulce y luego se hace amargo. Yo creo que el amor es alternativamente dulce y amargo o constantemente agridulce. La gente se refiere con frecuencia a la dulzura del amor y se abstiene de mencionar su amargor.
El amor también es un tipo de locura. Nos encierra en una burbuja de fantasía en la que las emociones son intensas. Uno siente que pierde el equilibrio. Comete toda clase de tonterías. Su sentido de la responsabilidad se esfuma. Uno hace oídos sordos a los prudentes consejos de amigos y parientes. En su delirio, uno puede acabar casándose o, en el caso de una mujer, quedarse embarazada. Posteriormente dedica muchos años a tratar de construir una vida razonable. En el momento más impensado puede caer en una noche oscura del alma creada por la profunda insatisfacción que deja la estela del amor.

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