lunes, 15 de julio de 2013

Los alumnos ya no se enamoran de los profesores

Ignasi de Llorens (Barcelona, 1957) lleva veinte años como profesor interino de secundaria de Filosofía, una de las secuelas de su condición «discretamente anarquista». También es cofundador del Café Lisboa con otros dos profesores y del Ateneu Llibertari. «El Rey pasa bajo nuestra bandera».



Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Qué le queda por aprender de los alumnos?»

–Me enseñan a evitar la pedantería, porque ponen caras muy extrañas y me doy cuenta de que les estoy hablando con frases huecas.


Me sorprende que un anarquista tenga móvil.

–Soy discretamente anarquista, huyo de la estridencia. El móvil es una de mis imperfecciones, la atadura sentimental de una novia que, inexplicablemente, quería tenerme localizado.


¿Y funcionó?

–A ella le funcionó.


¿Por qué no hace oposiciones?

–Tengo dos respuestas. La primera, que busco una manera de hacer el trabajo menos aparatosa, que no suponga el enfrentamiento con otros compañeros, porque ser examinado es una pesadilla que facilito a mis alumnos para evitar sustos. La segunda, por incapacidad propia. La primera queda mejor.


¿Se preocupan las madres cuyos hijos empiezan a frecuentar el Ateneu Llibertari?

–Los jóvenes vienen por nuestras estrellas, en busca de chapas y camisetas, como si fuera El Corte Inglés alternativo. Los que acuden por otras razones son casos terminales ideológicamente hablando, por lo que a sus madres ya no les preocupa adónde van.


¿Los profesores han de ser autoridades públicas, o bastaría que llevaran armas?

–Nuestro prestigio residual ha desaparecido porque hace muchos años que los alumnos ya no se enamoran de sus profesores. Con todo, un libro de poesía de Antonio Machado es un arma de destrucción masiva. El profesor que se atreve a empuñarla es un héroe contemporáneo.


¿Ha dado clase en aulas con crucifijo?

–Seguramente. Nunca he conseguido despejar la X, ni fija ni móvil.


Entre los alumnos, el espíritu de funcionariado predomina sobre la rebeldía.

–En la escuela fabricamos analfabetos funcionales, capaces de leer un manual de instrucciones pero no un libro de poesía. Los profesores carecemos de prestigio porque no somos ricos.


«Las escuelas no son granjas de gallinas ponedoras».

–Apelo a Plutarco, «el cerebro es una lámpara a encender, más que un vaso por llenar». Sin embargo, hoy se trata de rellenar y de medir, como ese Informe PISA que es la Eurovisión pedagógica. Se llegó a calcular la hora idónea para dar leche a los alumnos, ¿cuántos huevos me ponen?

Celebra [aquí Vallés hauria d'haver dit «commemora», no «celebra»] usted el centenario del fusilamiento del pedagogo Ferrer i Guardia.

–Su delito imperdonable fue recoger las tendencias más innovadoras, mezclarlas y aplicarlas con éxito. Se enfrentó al poder pedagógico, con libros de texto escritos por Odón de Buen o Ramón y Cajal. Creó más de un centenar de escuelas, una de ellas en Alaior. Antonio Maura firmó su sentencia de muerte, por lo que Instituto Antonio Maura es como Guardería Herodes.


El «Lisboa» es la redacción con más periodistas de Balears.

–Es la redacción nocturna de periodistas y gentes de mal vivir. El «Lisboa»surge de una celebración de amistad entre tres profesores, pero nos hemos extraviado.


¿La república es el sucedáneo de la utopía?

–Hoy se llama república a cualquier cosa, y es un consuelo de mal pagador político. Querría que llegara igual que lo hace en el cuadro de Delacroix, como una mujer con el pecho fuera, pero vendrá a golpe de decreto burocrático.


–¿Es un anarcoposibilista?

–Anarquista requiere una categoría moral, es como decirle a un cristiano si es un santo. Yo aspiro a no someter y a no ser sometido. En cuanto al posibilismo, el pronunciamiento bakuniniano dice que sólo sabemos qué es posible conforme nos va fallando lo imposible Y ya se sabe que donde hay Bakunin no manda marinero.


La filosofía se ha convertido en un subgénero de la autoayuda.

–El filósofo como sustituto del psicólogo, que reemplazó a su vez al confesor. «Tómate dos fragmentos de Epicuro antes de dormir».


Todo lo arreglará internet.

–En vez de un ordenador por niño y una pantalla por habitación, se necesita más gente trabajando en las aulas. Tengo 150 alumnos.


¿Existe la filosofía de la vida?

–La vida no tiene sentido en sí misma, para ateos provisionales como yo. Nuestra tarea consiste en huir de la locura para encontrarle un objetivo. Los niños no son locos bajitos, porque la potencia del niño es su imaginación, y la condena del loco es su delirio.

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