domingo, 21 de julio de 2013

La visión paradisíaca más perfecta


Mi mundo es un valle rodeado por todos lados por rocas impenetrables, elevadas como una muralla frente al mar; ningún ser humano puede conocer el paraíso terrestre que yo veo. Tiene un solo acceso ingeniosamente disimulado por una roca camuflada: es la entrada de una gruta que conduce al interior de la isla. Quien no siga este pasadizo pensará que mi isla es un apilamiento de rocas áridas, sin vegetación y sin vida, que surge del mar. Pero, ¿qué hay en el corazón de la isla? Gigantescos bloques de granito corren, cual si fuesen negros guardianes, alrededor del valle, éste sí profundo y situado debajo del espejo del mar, cubierto de infinitas flores, de viñedos vírgenes y de elevadas y aromatizantes hierbas que jamás han sido segadas. Todo un mundo de animales vive sobre este mullido tapiz del mundo vegetal. Miles de abejas, de abejorros vestidos de terciopelo, de mariposas azules… En el centro del valle, un lago en el que se reúnen las cuatro fuentes… En medio de este lago, otra pequeña isla rodeada de naranjos, que parece oscura porque refleja también las rosas, la maleza y los juncos. Escondida entre los naranjales se encuentra la gruta en donde edifiqué mi casa e instalé mis colmenas. Esta isla dentro de la isla es, en efecto, un jardín que hice para las abejas…

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