El amor es un absoluto, un universal
humano como la felicidad o la verdad. Existe y no existe. Existe en
tanto en cuanto experiencia individual y no existe en tanto que no es
algo externo o reglamentado desde alguna lejana instancia. No existe un
manual de instrucciones para el amor lo que es lo mismo que decir que
cada cual ha de inventarse el suyo a fin de dotar de sentido su
experiencia individual y hacerlo además a ciegas.
Aunque el amor no es del todo ciego -tal
y como nos lo pintan a través de ciertos iconos de arqueros con ojos
vendados- pues todo amor remite a un amor primordial, al que mantuvimos
en nuestra primera infancia con nuestra madre o primer objeto de
dependencia. Ahí se enrosca y desde ahí se despliega el amor adulto. Es
por eso que existen amores y males de amores y es por eso que existen
personas enamoradas del amor que nunca han amado ni amarán a nadie pues
el amor puede operar como mito, y como ideología además de como
sentimiento.
Una vez convertido en un universal el
amor se comporta como un ídolo y apresa a un gran número de fieles que
eligen la idolatría al amor de carne y hueso que naturalmente se tiene y
mantiene con las personas y no con ideales.
Es por eso que el amor universal (amor a
todo el género humano) no es más que una falacia espiritualista. El
amor universal es la forma de huida que tienen algunas personas que son
incapaces de tolerar y mantener o retener a una pareja.
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