domingo, 30 de junio de 2013

Mark Bloch

No hay menos belleza en una exacta ecuación que en una frase precisa. Pero cada ciencia tiene su propio lenguaje estético. Los hechos humanos son esencialmente fenómenos muy delicados y muchos de ellos escapan a la medida matemática. Para traducirlos bien y, por lo tanto, para comprenderlos bien (¿acaso es posible comprender perfectamente lo que no se sabe decir?) se necesita gran finura de lenguaje, un color adecuado en, el tono verbal. Allí donde es imposible calcular se impone sugerir. Entre la expresión de las realidades del mundo físico y la expresión de las realidades del espíritu humano, el contraste es, en suma, el mismo que entre la tarea del obrero que trabaja con una fresadora y la tarea del violero: los dos trabajan al milímetro, pero el primero usa instrumentos mecánicos 'de precisión y el violero se guía, sobre todo, por la sensibilidad del oído y de los dedos. No sería conveniente que uno y otro trataran de imitarse respectivamente. ¿Habrá quien niegue que hay un tacto de las palabras como hay un tacto de la mano?

No hay comentarios:

Publicar un comentario