No hay menos
belleza en una exacta ecuación que en una frase precisa. Pero cada ciencia
tiene su propio lenguaje estético. Los hechos humanos son esencialmente
fenómenos muy delicados y muchos de ellos escapan a la medida matemática. Para
traducirlos bien y, por lo tanto, para comprenderlos bien (¿acaso es posible
comprender perfectamente lo que no se sabe decir?) se necesita gran finura de
lenguaje, un color adecuado en, el tono verbal. Allí donde es imposible
calcular se impone sugerir. Entre la expresión de las realidades del mundo
físico y la expresión de las realidades del espíritu humano, el contraste es,
en suma, el mismo que entre la tarea del obrero que trabaja con una fresadora y
la tarea del violero: los dos trabajan al milímetro, pero el primero usa
instrumentos mecánicos 'de precisión y el violero se guía, sobre todo, por la
sensibilidad del oído y de los dedos. No sería conveniente que uno y otro
trataran de imitarse respectivamente. ¿Habrá quien niegue que hay un tacto de
las palabras como hay un tacto de la mano?
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