Friedrich Nietzsche está considerado como uno de los mejores filósofos de los últimos doscientos años,
pero también estarían dentro de este grupo Ludwig Wittgenstein, Gottlob
Frege, Karl Marx o Soren Kierkegaard. Sin embargo ocurre que Niezsche
le gusta a casi todo el mundo,
mientras que al resto muchas veces ni los conocen. Es más, la cosa
llega al punto de que Nietzsche se convierte en una justificación
filosófica de miles de cosas, muchas veces contradictorias entre sí:
movimientos políticos, ideologías, sentimientos, valores estéticos y
morales, conductas, etc. se justifican desde la filosofía de Nietzsche
porque, claro está, es bueno tener un filósofo para todo. Y no sabemos
si el bueno de Friedrich lo aprobaría. En cualquier caso, con la
aprobación de nuestro bigotudo pensador o sin ella, vamos a dar
respuesta a la pregunta con la que hemos titulado esta entrada.
Nietzsche va en contra de lo que se aprende en casa
Nietzsche está abierto a múltiples interpretaciones
De todos es sabido que Nietzsche era usuario habitual de metáforas, lo cual ha dado pie en la práctica para que sea compatible con, prácticamente, cualquier ideología. Y no nos vamos a referir aquí al nazismo, pues ya se sabe que sus textos fueron manipulados para que pudieran ser considerados el claro precedente ideológico del nacionalsocialismo. Desde el punto de vista anarquista se cita a Nietzsche, la izquierda y la derecha liberal y conservadora también incluyen a Nietzsche entre sus autores y, en definitiva, si por las interpretaciones existentes nos hemos de guiar, las interpretaciones de Nietzsche disuelven los antagonismos existentes, lástima que la realidad no se vea afectada por ello.
Pero, desde luego, el hecho de que exista un “Nietzsche a la carta”, hace que este pensador sea muy popular: hay un Nietzsche para todos.
Un poco de luz
Siendo este el panorama (invito a cualquiera a que escriba en Internet frases como “Niezsche critica marx”, “Nietzsche nazi”, “Nietzsche izquierdas” y similares), algo debe andar mal, pues para todo el que piense que hay un mundo real, independiente de la mente, el lenguaje o cualquier otra instancia humana que se nos ocurra, una cosa cualquiera no puede ser distinta de la cosa que es. Así que, para arrojar luz al respecto, vamos a dar una serie de principios que habría que asociar a las palabras “Friedrich Nietzsche”.
1. Antes de asumir tu predilección o gusto por Nietzsche, léelo cuidadosamente. Tal vez te guste o tal vez te parezca un ser despreciable o quizás no entiendas nada.
2. Nietzsche no estaba a favor de toda ideología ni sus textos apoyan todo lo que nos dé la gana. Se debe revolver en su tumba cada vez que alguien pronuncia su nombre.
3. Si te consideras pro-Nietzsche, jamás lo tomes como una autoridad. Eso es antinitzscheano per se.
Nietzsche también se puede criticar
El amor a Nietzsche suele llevar a no criticarlo o a criticarlo con reservas. No obstante, existen puntos débiles en el pensamiento de Nietzsche, como existen en cualquier otro sistema filosófico. Simplemente hay que conocerlos. En primer lugar, su noción de superhombre no está clara y ni siquiera nos da ejemplos de superhombres. Obviamente, Nietzsche no los da porque no conoce a ninguno, sin embargo sabe lo que tiene que tener un superhombre para ser tal, lo cual no deja de ser sorprendente. Yo no sé si soy un superhombre o si mi vecino lo es. Tampoco tengo claro si siendo individualista, autónomo y saltarín lo soy o si además lo tengo que creer. Y tampoco queda claro cómo puede uno pulir su carácter y su persona para convertirse en superhombre. Tal vez si uno se dice: “soy un superhombre porque me da la gana”, ya sea un superhombre, pero no se ve que efecto puede tener eso en la realidad.
Luego está la crítica a la cultura occidental. Resulta que, después de todo, Nietzsche que entiende la cultura y la naturaleza humana desde el punto de vista de dos instintos básicos, el apolíneo y el dionisiaco, podría estar cayendo en uno de los presupuestos básicos de la cultura occidental, basado en la asunción de una lógica que se asienta sobre el principio de bivalencia. En efecto, esta lógica impondría unos rígidos esquemas de pensamiento basados en dos polos opuestos, avocados al determinismo. Y así ocurre en el caso de Nietzsche, con la dicotomía bivalente entre lo apolíneo y lo dionisiaco. De modo que la crítica de Friedrich Nietzsche al pensamiento occidental podría no ser tan profunda después de todo, estando Nietzsche aún enclaustrado en unos rígidos esquemas de pensamiento que habría asumido sin más.
Nietzsche va en contra de lo que se aprende en casa
El primer contacto con Nietzsche suele ocurrir en la adolescencia. Y durante la adolescencia cualquier cosa que transgreda lo que se ha aprendido en casa o desde una instancia autoritaria resulta atractivo.
Tanto más si aparece con proclamas como “Dios ha muerto” o bajo títulos
como “El Anticristo” o “Más allá del bien y del mal”. Transgresión
sumada a una serie de eslóganes y títulos llamativos es lo primero que
atrae de Nietzsche. Luego hay quien además lo lee y termina pensando que
de mayor quiere ser un super hombre.
De todos es sabido que Nietzsche era usuario habitual de metáforas, lo cual ha dado pie en la práctica para que sea compatible con, prácticamente, cualquier ideología. Y no nos vamos a referir aquí al nazismo, pues ya se sabe que sus textos fueron manipulados para que pudieran ser considerados el claro precedente ideológico del nacionalsocialismo. Desde el punto de vista anarquista se cita a Nietzsche, la izquierda y la derecha liberal y conservadora también incluyen a Nietzsche entre sus autores y, en definitiva, si por las interpretaciones existentes nos hemos de guiar, las interpretaciones de Nietzsche disuelven los antagonismos existentes, lástima que la realidad no se vea afectada por ello.
Pero, desde luego, el hecho de que exista un “Nietzsche a la carta”, hace que este pensador sea muy popular: hay un Nietzsche para todos.
Un poco de luz
Siendo este el panorama (invito a cualquiera a que escriba en Internet frases como “Niezsche critica marx”, “Nietzsche nazi”, “Nietzsche izquierdas” y similares), algo debe andar mal, pues para todo el que piense que hay un mundo real, independiente de la mente, el lenguaje o cualquier otra instancia humana que se nos ocurra, una cosa cualquiera no puede ser distinta de la cosa que es. Así que, para arrojar luz al respecto, vamos a dar una serie de principios que habría que asociar a las palabras “Friedrich Nietzsche”.
1. Antes de asumir tu predilección o gusto por Nietzsche, léelo cuidadosamente. Tal vez te guste o tal vez te parezca un ser despreciable o quizás no entiendas nada.
2. Nietzsche no estaba a favor de toda ideología ni sus textos apoyan todo lo que nos dé la gana. Se debe revolver en su tumba cada vez que alguien pronuncia su nombre.
3. Si te consideras pro-Nietzsche, jamás lo tomes como una autoridad. Eso es antinitzscheano per se.
Nietzsche también se puede criticar
El amor a Nietzsche suele llevar a no criticarlo o a criticarlo con reservas. No obstante, existen puntos débiles en el pensamiento de Nietzsche, como existen en cualquier otro sistema filosófico. Simplemente hay que conocerlos. En primer lugar, su noción de superhombre no está clara y ni siquiera nos da ejemplos de superhombres. Obviamente, Nietzsche no los da porque no conoce a ninguno, sin embargo sabe lo que tiene que tener un superhombre para ser tal, lo cual no deja de ser sorprendente. Yo no sé si soy un superhombre o si mi vecino lo es. Tampoco tengo claro si siendo individualista, autónomo y saltarín lo soy o si además lo tengo que creer. Y tampoco queda claro cómo puede uno pulir su carácter y su persona para convertirse en superhombre. Tal vez si uno se dice: “soy un superhombre porque me da la gana”, ya sea un superhombre, pero no se ve que efecto puede tener eso en la realidad.
Luego está la crítica a la cultura occidental. Resulta que, después de todo, Nietzsche que entiende la cultura y la naturaleza humana desde el punto de vista de dos instintos básicos, el apolíneo y el dionisiaco, podría estar cayendo en uno de los presupuestos básicos de la cultura occidental, basado en la asunción de una lógica que se asienta sobre el principio de bivalencia. En efecto, esta lógica impondría unos rígidos esquemas de pensamiento basados en dos polos opuestos, avocados al determinismo. Y así ocurre en el caso de Nietzsche, con la dicotomía bivalente entre lo apolíneo y lo dionisiaco. De modo que la crítica de Friedrich Nietzsche al pensamiento occidental podría no ser tan profunda después de todo, estando Nietzsche aún enclaustrado en unos rígidos esquemas de pensamiento que habría asumido sin más.
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