Esta es una carta personal para
ti que me lees todos los días y das sentido a mis palabras desde detrás
de una taza de café o frente a una pila de documentos por despachar. Sé
que hoy es tu cumpleaños -cada
día es el cumpleaños de muchísimas personas así que ¿por qué no
felicitar “urbi et orbe” que con alguien acertaré?-, más bien imagino que hoy es tu cumpleaños y que todo tiene que tener un cariz más alegre, más festivo y me apetece colaborar un poquito.
Quiero pensar que me lees y sientes afinidad con mi
pensamiento y mi forma de expresar las cosas, aunque esto es mucho decir
porque soy una “rara avis” pero bueno; también me gustaría creer que
eres, como yo, una persona buscadora de lo diferente, aplicada al
conocimiento y deseosa de encontrar la
propia parcela de felicidad. Aunque todo esto son suposiciones mías,
pero también una especie de “retrato robot inventado” del perfil al que
me siento cercana.
La vida
sigue y nosotros con ella en el mismo baile frenético para el que
sacamos entrada cuando nacimos y que no podemos abandonar hasta que deje
de sonar “nuestra” música.
Espero que vayas a perpetuar el amor ya sabes a qué me
refiero, que cumples la promesa de volver a escribir, que no dejes de jugar al basket, al tenis o de ir al gimnasio, que
los amigos y las amigas son muy importantes cuando la soledad acecha. Y
ojo con los soñadoras, alimañas, clementinas y otras cosas por el estilo.
O sea que hoy toca celebrar: con
la pareja, con los amigos, con los compañeros de trabajo –si todavía
formas parte de esa elite que recibe un sueldo a fin de mes. Hoy toca
celebrar que estamos vivos y vamos a seguir estándolo por mucho tiempo
con alegría, con la alegría silenciosa de saber que todavía tenemos
ilusiones en nuestro corazón, esperanzas de que la sonrisa se nos asome a
los ojos y sobre todo, pero sobre todo, acertar a discernir quién nos
quiere y nos aprecia de verdad.
Feliz cumpleaños, seas quien seas. Gracias por estar ahí.
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