Dentro de una burbuja de jabón que vuela por el viento. Sin rumbo, a
merced de las corrientes, pequeñas o grandes, se deforma, se conforma y
luce tornasolada.
La esfera, su perfección es simple, la misma presión en todos los puntos. En el centro una mota de polvo que quedó atrapada en el momento justo de su formación, seguro que un niño sopló y voilà, un mundo entero dentro de una pompa de jabón.
Si algún día tuviera en mi poder el momento de la creación sería este. Y así como ese mundo vive por sí mismo un instante, la vida hizo su soplo y voilà, acá estoy, pensando en el sentido de la vida, en la razón de la existencia, en su presunta finalidad, en todo ese montón de barbaridades, en un mundo sometido por la codicia, por el deseo de permanencia, por la locura del tener. Es imposible hacer el acorde entre una nebulosa de ruido.
Últimamente he ido recordando que la vida, al ser vida lucha y permanece con la forma, y de esa lucha con el caos que nos rodea el cuerpo cambia constantemente, se renueva, hasta cierto punto, al punto de quiebre, donde la muerte nos encuentra, o más bien nos transporta y disuelve lo que somos al mismo sitio de dónde venimos. Entregamos nuestro cuerpo con todo y pensamiento al todo, o a la nada, que al final son lo mismo, y entre ellos se intentan comer, como caníbales.
Sigo sintiendo esa intuición, ese rumor en el centro de mi cabeza, de que la vida y la existencia aunque tengan un propósito, que es desconocido para mi, debo hacer honor a estar entre los contados que vienen a la vida. Tan improbable, al menos fuera de la tierra aún lo sigue pareciendo, "como una tortuga ciega que nada en el oceano del universo buscando un aro de madera en la superficie dónde meter la cabeza" así de improbable.
Nuestro pequeño mundo, tan infinitesimal que da miedo, no me cabe bien en la cabeza tanto espacio, o quizá sí, pero me sorprende la vastedad, no me queda más que admirarme de la belleza de la dimensión de la grandeza del universo entero, como un grano de polvo flotando en el tiempo, dentro de su propia burbuja, nadando en el infinito universo.
Luego abro los ojos, y despierto de nuevo acá, en el planeta tierra, ese mismo donde miles se mueren entre la abundancia, donde miles viven de la carencia, dónde la realidad está torcida o vuelta de espaldas, sin hacerle honor a la vida en general, como si fuera un circo romano donde todos estamos en la arena esperando a ser desollados. Con tal irrespeto que la vida misma siente asco de la humanidad y tarde o temprano averiguará como deshacerse de este error. Seguro que la vida piensa que habernos dado posibilidades nos haría grandes, pero no tomó en cuenta que el caos nos iba a corromper tarde o temprano. La finalidad de este mundo debería ser la convivencia entre todos los seres humanos, estamos aislados, en una isla en medio de la oscuridad y aún así no queremos sobrevivir como especie, nos tenemos tal autodesprecio que muy a menudo me he estado preguntando cuales serían los pensamientos del último hombre sobre la tierra, que se diría a sí mismo, que le diría al espejo, ¿le gritaría a los volcanes de basura que lo rodearán? ¿se suicidaría? ¿Qué sentimientos tendría al ser el último ser humano? Plagado de la vergüenza al ser la única especie aniquilada por sí misma, en su infinita locura a la que nosotros mismos nos llevamos.
Y así es como yo te siento, deambulando, como ave de alas infinitas, sonriendo en la mente, esperando el momento, como si el tiempo tuviera algo que ver, los dioses al ser infinitos han sido castigados para vivir por siempre, tienen el tiempo siempre de su lado, y esa ave de rapiña que siento vuela en círculos, como la luna orbita la tierra, como la tierra al sol, como el sol a la galaxia... te siento y hasta pienso que te entiendo y digo: ¿cuando será? ¿Lo veré yo?
¿Quién nos salvará de nosotros mismos en el oceano oscuro del universo?
La especie humana debería brillar como la consumación evolutiva de bondad, de compasión, espiritualidad, comprometida con la existencia de la vida misma, en la compresión de ella, y dedicado a ella, a su preservación, usando la tecnología para que todos desarrollemos las posibilidades que tenemos. Cuando comprendamos que nuestro enorme ego ha apostado a nuestras espaldas ya será demasiado tarde, como lo es ahora. La humanidad debe levantarse contra sí misma, en el interior de cada uno de nosotros, hacer una revolución de conciencia, pero quienes necesitan de esto son aquellos que están profundamente dormidos frente al televisor, o profundamente perturbados contando ganancias, todos ellos han desperdiciado la vida, tanto que ni la muerte podrán aprovechar.
Mientras, el mundo gira, y las estrellas indiferentes a nuestros actos, y de nuevo será un día de trabajo para poder sobrevivir.
La esfera, su perfección es simple, la misma presión en todos los puntos. En el centro una mota de polvo que quedó atrapada en el momento justo de su formación, seguro que un niño sopló y voilà, un mundo entero dentro de una pompa de jabón.
Si algún día tuviera en mi poder el momento de la creación sería este. Y así como ese mundo vive por sí mismo un instante, la vida hizo su soplo y voilà, acá estoy, pensando en el sentido de la vida, en la razón de la existencia, en su presunta finalidad, en todo ese montón de barbaridades, en un mundo sometido por la codicia, por el deseo de permanencia, por la locura del tener. Es imposible hacer el acorde entre una nebulosa de ruido.
Últimamente he ido recordando que la vida, al ser vida lucha y permanece con la forma, y de esa lucha con el caos que nos rodea el cuerpo cambia constantemente, se renueva, hasta cierto punto, al punto de quiebre, donde la muerte nos encuentra, o más bien nos transporta y disuelve lo que somos al mismo sitio de dónde venimos. Entregamos nuestro cuerpo con todo y pensamiento al todo, o a la nada, que al final son lo mismo, y entre ellos se intentan comer, como caníbales.
Sigo sintiendo esa intuición, ese rumor en el centro de mi cabeza, de que la vida y la existencia aunque tengan un propósito, que es desconocido para mi, debo hacer honor a estar entre los contados que vienen a la vida. Tan improbable, al menos fuera de la tierra aún lo sigue pareciendo, "como una tortuga ciega que nada en el oceano del universo buscando un aro de madera en la superficie dónde meter la cabeza" así de improbable.
Nuestro pequeño mundo, tan infinitesimal que da miedo, no me cabe bien en la cabeza tanto espacio, o quizá sí, pero me sorprende la vastedad, no me queda más que admirarme de la belleza de la dimensión de la grandeza del universo entero, como un grano de polvo flotando en el tiempo, dentro de su propia burbuja, nadando en el infinito universo.
Luego abro los ojos, y despierto de nuevo acá, en el planeta tierra, ese mismo donde miles se mueren entre la abundancia, donde miles viven de la carencia, dónde la realidad está torcida o vuelta de espaldas, sin hacerle honor a la vida en general, como si fuera un circo romano donde todos estamos en la arena esperando a ser desollados. Con tal irrespeto que la vida misma siente asco de la humanidad y tarde o temprano averiguará como deshacerse de este error. Seguro que la vida piensa que habernos dado posibilidades nos haría grandes, pero no tomó en cuenta que el caos nos iba a corromper tarde o temprano. La finalidad de este mundo debería ser la convivencia entre todos los seres humanos, estamos aislados, en una isla en medio de la oscuridad y aún así no queremos sobrevivir como especie, nos tenemos tal autodesprecio que muy a menudo me he estado preguntando cuales serían los pensamientos del último hombre sobre la tierra, que se diría a sí mismo, que le diría al espejo, ¿le gritaría a los volcanes de basura que lo rodearán? ¿se suicidaría? ¿Qué sentimientos tendría al ser el último ser humano? Plagado de la vergüenza al ser la única especie aniquilada por sí misma, en su infinita locura a la que nosotros mismos nos llevamos.
Y así es como yo te siento, deambulando, como ave de alas infinitas, sonriendo en la mente, esperando el momento, como si el tiempo tuviera algo que ver, los dioses al ser infinitos han sido castigados para vivir por siempre, tienen el tiempo siempre de su lado, y esa ave de rapiña que siento vuela en círculos, como la luna orbita la tierra, como la tierra al sol, como el sol a la galaxia... te siento y hasta pienso que te entiendo y digo: ¿cuando será? ¿Lo veré yo?
¿Quién nos salvará de nosotros mismos en el oceano oscuro del universo?
La especie humana debería brillar como la consumación evolutiva de bondad, de compasión, espiritualidad, comprometida con la existencia de la vida misma, en la compresión de ella, y dedicado a ella, a su preservación, usando la tecnología para que todos desarrollemos las posibilidades que tenemos. Cuando comprendamos que nuestro enorme ego ha apostado a nuestras espaldas ya será demasiado tarde, como lo es ahora. La humanidad debe levantarse contra sí misma, en el interior de cada uno de nosotros, hacer una revolución de conciencia, pero quienes necesitan de esto son aquellos que están profundamente dormidos frente al televisor, o profundamente perturbados contando ganancias, todos ellos han desperdiciado la vida, tanto que ni la muerte podrán aprovechar.
Mientras, el mundo gira, y las estrellas indiferentes a nuestros actos, y de nuevo será un día de trabajo para poder sobrevivir.
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