sábado, 27 de julio de 2013

La educación en Confucio

"Los principios de la educación superior, consisten en proteger el carácter diáfano del hombre, dar nueva vida al pueblo y morar (descansar) en la perfección, o sea el bien esencial. Sólo después de conocer la calidad de perfección en la que uno debe morar, podemos tener un propósito definido en la vida. Sólo después de tener un propósito definido en la vida, podemos alcanzar la tranquilidad de espíritu. Sólo después de alcanzar la tranquilidad de espíritu podemos gozar de un pacífico reposo. Sólo después de gozar un pacífico reposo, podemos comenzar a pensar. Sólo después de aprender a pensar, podemos lograr el conocimiento. Hay una base y una superestructura en la constitución de las cosas, y un principio y un fin en el curso de los acontecimientos. Por consiguiente, conocer el encadenamiento adecuado o el orden relativo de las cosas es el comienzo de la sabiduría".

Cuando Confucio habla de educación superior se refiere a la formación de discípulos y seguidores. Ellos tiene que ser formados para luego poder formar reinos y pueblos.
Proteger el carácter diáfano del hombre. Se tiene que descubrir el más noble aspecto del carácter de cada hombre y hacerlo diáfano, que aparezca a la luz y se vea. Descubrir el centro de la persona, con lo mejor que tiene, y ayudarlo a desarrollar. Lo mismo vale para un pueblo, para un grado, para un curso, para cualquier grupo que aprende. Un grupo, un pueblo tiene una personalidad y hay que ayudar a desarrollarla.
La perfección no se encuentra al final del camino, sino en el medio. Cuando se logra un equilibrio en la propia personalidad y se permanece en armonía, practicando la virtud, es allí donde se debe morar, habitar, permanecer. No es seguir haciendo y produciendo como se alcanza la perfección, sino viviendo desde esa armonía. Los actos saldrán armónicos y perfectos. Nos replantea el modo de como tenemos que ser educados. Los profesores o maestro tienen que intentar formar discípulos y no tener alumnos.
Cuando logramos experimentar la perfección en algún aspecto, aprendemos a permanecer en ella y buscamos hacerlo en todos los aspectos de la vida, paulatinamente. Ya se alcanza la perfección, que no está al final del camino necesariamente, sino en cada momento donde se logra la armonía y un orden social y personal. Desde esta experiencia, un pueblo, un hombre aprende a ponerse  metas en la vida y a definir un sentido para su vida. A medida que vas consiguiendo vivir ese sentido de vida, vas alcanzando la tranquilidad de espíritu y permaneces en esa tranquilidad que es la felicidad. La enseñanza de Confucio puede  servir a los formadores de personas, con humildad y amor, que alcancen esa armonía. Poniendo al alcance de la reflexión, esta sabiduría que proviene del Asia, y que muchas veces está escondida para el mundo occidental.
Sólo cuando estamos en un pacífico reposo y lo podemos gozar es caundo podemos comenzar a pensar. En este silencio interior es donde surge la reflexión. Debe haber una pedagogía del silencio interior. Sólo aprendiendo a pensar se obtienen conocimientos. Dando paso a paso se va logrando la estructura humana y social; se va logrando aprender y desarrollar la personalidad de un hombre y un pueblo.
Saber dar adecuadamente esos pasos es el comienzo de la sabiduría.
Para que un maestro o profesor, logre enseñar con la sabiduría de Confucio, debe reconocer en primer lugar lo mejor del carácter de sus alumnos y aquellos aspectos de su constitución y personalidad, que son buenos, aunque pueden estar desviados. Debe educar desde ellos.
En nuestra mentalidad occidental, siempre se quiere más y se considera que la perfección es seguir siempre creciendo. Como que la perfección fuera algo inalcanzable. Esto no responde a la realidad y determina mal nuestro modelo educativo.
Cuando se logra una cierta perfección, que tiene relación con la naturaleza que tienes y con las posibilidades de cada alumno y del grupo, lo que propone Confucio es permanecer en esa perfección y desde allí plantearte el querer aprender. El deseo de aprender es fundamental para hacerlo. Hoy falta. Cuesta motivarlo y lograrlo en los alumnos. Una de las cuestiones que suceden es que no se les explica que relación tiene ese conocimiento con la vida cotidiana, y su utilidad para sus vidas y la de los que le rodean. Deben educar de tal forma que cuando un alumno adquiere un conocimiento y lo aplica a su vida perfectamente para él, debe aprender a disfrutarlo, tener gozo y permanecer en él. Así estará ese alumno tranquilo y pacífico. Y desde esa actitud de ocio filosófico puede seguir aprendiendo. Cuando descubre una relación causal con cada conocimiento que va adquiriendo, allí comienza la sabiduría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario