jueves, 20 de junio de 2013

Magnolia de Cortázar

Las estaciones cambian más allá de nuestra voluntad, más allá del aire, la lluvia, la imaginación de los poetas, más allá de los cambios políticos y sus lideres. Vienen y se van sin saber cuando y porque. Aunque a veces desciframos algo, no entendemos mucho. Y si entendemos es igual, no sirve para nada. El destino de cada uno estará en sus manos, pero aún queda mucho de lo que el destino nos reserva. Digamos que la primavera es la estación de renacimiento y no sólo del cierre de los hospitales. Florece toda la naturaleza, pero ya no sabemos disfrutar de ella. Por que tenemos que ver tantas imagenes horribles? Ya no queda nada dramático o trágico que nos sea extraño. 
Al hilo de estos negros pensamientos, les propongo hacer un recorrido por las calles con magnolias en flor de Bucarest. En Bucarest o en cualquier sitio del mundo, como en Paris en el Jardin Luxembourg o porque no en Central Park de Nueva York. 
La reina de las magnolias de Bucarest fue plantada en el jardín de una guardería por un farmacista austriaco antes de la segunda guerra mundial. Por ella vino Julio Cortázar cuando era enamorado de Carol Dunlop. Hacían fotos y existe hasta un corto de los dos. 
Las flores son de color rosa, rosa difuminado y rosa intenso. Los capullos son del tamaño de un membrillo y las flores al abrirse llegan a tener el tamaño de una lechuga. Algo asombroso, miles de flores. Abajo otros miles de pétalos, un espectáculo fabuloso que impresiono a Julio Cortázar y Carol Dunlop. La magnolia, le recordaba a Julio los tiempos de estudiante en Buenos Aires. Hay aún más historias sobre la vida de Julio Cortázar que tenia amigos en todo el mundo.
Llegados a casa podemos mirar con otros ojos lo que nos pasa. Que bien vivimos, con o sin magnolias, si sabemos entender de que se trata. La magnolia de Cortázar sigue siendo una certeza.

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