"El hombre ha nacido libre" decía Rousseau. El hombre es superior al animal, es un sistema complejo formado por cuerpo y alma. Pero sólo el alma tiene la capacidad de ser libre. Aunque ni esta libertad no es total ya que la interdependencia entre cuerpo y alma no le permite a este último ser independiente del primero. Parece haber unas cadenas entre cuerpo y alma. ¿Podemos nosotros romper estas cadenas? Al hombre se le ató y se le puso las cadenas desde el momento que evolucionó. Las cadenas, los límites más importantes provienen de la misma condición humana que no puede ser superada. La impresión que el hombre puede superar su condición humana es provocada por el mismo factor que genera la impresión de libertad, el deseo de romper las cadenas. Este deseo es nutrido por ilusiones que estimulan la vida y aseguran su continuidad. El carácter social del hombre es un elemento que no le permite ser libre. La dependencia hacía otros hace del hombre un prisionero del miedo a la soledad. Un hombre solo, se deshumaniza y sí llega a romper las cadenas ya no podemos considerarlo hombre.
La libertad plena podría ser considerada la que esta en el pensamiento, en el alma en los sentimientos. Aunque día tras día, el hombre esta más influido por su alrededor, pierde paulatinamente la poquita libertad que le queda, acorta inconscientemente e inevitablemente las cadenas. Opuesto a la libertad no es obligatoriamente la esclavitud. La libertad no es sólo una necesidad física sino también psíquica. Opuesto a la libertad puede ser la manipulación, la dominación verbal o moral. ¿Pero acaso estas no representan también una forma de expresar la libertad? Llegamos a la conclusión que la libertad no puede ser definida. Ella se manifiesta en tantas circunstancias y viste tantos guantes que no podemos identificarla....en otras palabra, el subjetivismo del ser humano deja su huella perdiendo hasta la idea de libertad como efecto de estar siempre atado por cadenas.
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