Cuando uno comienza, normalmente con
dieciocho años, la Licenciatura en Filosofía, siempre lo hace con la
misma idea: la de ser tan capaz de pensar, analizar y diagnosticar los
problemas que será capaz de resolver el mundo. Y así sigue los dos
primeros años, instalado en esta romántica idea, metido en la burbuja de
las clases, de los acalorados debates fruto de la pasión de la
juventud, de las teorías oscuras y sofisticadas de filósofos que dejaron
su pensamiento incompleto (aunque ellos creyeron que era un sistema
cerrado) para que el resto siguiéramos elucubrando sobre todo aquello
que se les ocurrió.
Escribo este post mientras escucho en un
seminario a diez filósofos discutiendo sobre falibilidad, ciencia,
Popper, Peirce, Freud y con once años de filosofía profesional a mis
espaldas, y con una aguda sensación de saber cada vez menos. Cuando más
estudio, cuanto más aprendo, más me acuerdo de Sócrates y su famosa
frase que no repetiré aquí por ser una de las frases más populares de la
filosofía. Así que debo pasar de esta actitud socrática a aquella de
Píndaro que dice “Llega a ser lo que eres”.
Y en esas estamos, con una identidad
filosófica e intentando llegar a ser lo que soy, tarea harto difícil,
pues como primer paso para cumplir esta máxima es necesario primero
descubrir quién se es para luego encontrar el camino para llegar a
serlo.
Este “llega a ser lo que eres”, es
aplicable a todos los seres humanos: a aquellos que buscan; a aquellos
que se conforman con ser lo que parecen y no lo que son; a aquellos que
aunque busquen nunca serán lo que son y a aquellos que creerán haber
llegado a ser lo que son pero que no lo serán nunca.
Así que la filosofía que es vida, también
es desesperación. Desesperación por saber que nunca se llegará a saber
todo lo que se quiere saber y por saber que probablemente nunca se
llegará a ser lo que se es. Pero no por ello se debe renunciar a la
búsqueda, pues es tan importante la meta como el camino recorrido en el
que realmente se aprende. La vida como camino, esa metáfora tan usada
por los literatos y tan desechada por los seres humanos. La vida es un
camino de ida. La vida es un camino de varias vías (todas en las misma
dirección). Pero al fin y al cabo es un camino que debemos recorrer
inexorablemente. ¡Atrevámonos a recorrerlo!
Izaskun Martínez
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