sábado, 28 de septiembre de 2013

La vida, la filosofía, la desesperación

Cuando uno comienza, normalmente con dieciocho años, la Licenciatura en Filosofía, siempre lo hace con la misma idea: la de ser tan capaz de pensar, analizar y diagnosticar los problemas que será capaz de resolver el mundo. Y así sigue los dos primeros años, instalado en esta romántica idea, metido en la burbuja de las clases, de los acalorados debates fruto de la pasión de la juventud, de las teorías oscuras y sofisticadas de filósofos que dejaron su pensamiento incompleto (aunque ellos creyeron que era un sistema cerrado) para que el resto siguiéramos elucubrando sobre todo aquello que se les ocurrió.
Escribo este post mientras escucho en un seminario a diez filósofos discutiendo sobre falibilidad, ciencia, Popper, Peirce, Freud y con once años de filosofía profesional a mis espaldas, y con una aguda sensación de saber cada vez menos. Cuando más estudio, cuanto más aprendo, más me acuerdo de Sócrates y su famosa frase que no repetiré aquí por ser una de las frases más populares de la filosofía. Así que debo pasar de esta actitud socrática a aquella de Píndaro que dice “Llega a ser lo que eres”.
Y en esas estamos, con una identidad filosófica e intentando llegar a ser lo que soy, tarea harto difícil, pues como primer paso para cumplir esta máxima es necesario primero descubrir quién se es para luego encontrar el camino para llegar a serlo.
Este “llega a ser lo que eres”, es aplicable a todos los seres humanos: a aquellos que buscan; a aquellos que se conforman con ser lo que parecen y no lo que son; a aquellos que aunque busquen nunca serán lo que son y a aquellos que creerán haber llegado a ser lo que son pero que no lo serán nunca.
Así que la filosofía que es vida, también es desesperación. Desesperación por saber que nunca se llegará a saber todo lo que se quiere saber y por saber que probablemente nunca se llegará a ser lo que se es. Pero no por ello se debe renunciar a la búsqueda, pues es tan importante la meta como el camino recorrido en el que realmente se aprende. La vida como camino, esa metáfora tan usada por los literatos y tan desechada por los seres humanos. La vida es un camino de ida. La vida es un camino de varias vías (todas en las misma dirección). Pero al fin y al cabo es un camino que debemos recorrer inexorablemente. ¡Atrevámonos a recorrerlo!

Izaskun Martínez

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