sábado, 3 de agosto de 2013

La era de la indignación

Siempre he mantenido esa tensión entre el deseo de contribuir al cambio social y la investigación. Pero con distintas intensidades en mi vida, y no es una cuestión de edad, sino que en la primera parte de mi carrera lo más importante era el cambio social. Después, en la medida en que por mi experiencia vi que la mayoría de los agentes políticos no eran agentes de cambio social, me distancié de la política como tal, aunque nunca fui un militante en le sentido estricto estuve muy cerca del PSOE en España. Cuando me distancié, la investigación, que siempre había sido central en mi vida, pasó a ocupar un lugar absolutamente predominante. El cambio social no era mi pasión, sino mi deber, mi deber moral frente a la sociedad para no quedarme encerrado solo como un investigador. Soy feliz escribiendo, investigando, enseñando, eso es el centro de mi vida. Y en la investigación, cuanto más ligada al cambio social está, más importante es que sea rigurosa y no ideológica. Hacia el futuro yo estoy intentando entender realmente cuál es este proceso de transición histórica hacia nuevas formas de civilidad y de construcción de la coexistencia entre los humanos, algo que veo en peligro. Yo no quería escribir el libro que acabo de publicar sobre Redes de indignación y esperanza. Era muy pronto para sacar conclusiones, apenas estaba observando lo que pasaba. Pero fue la presión del movimiento mismo para que hubiera una primera cosa, y resultó ser el libro que más rápido escribí en mi vida, apenas 7 meses. Voy a seguir en esto, pero a la vez llevo tres tipos de investigación empírica. Una, sobre la crisis, que aquí en la Argentina no la notan, también trabajo sobre las formas de economía alternativa que están surgiendo en Europa, que es básicamente la economía de la solidaridad, y estoy trabajando en ver cómo estos movimientos, que ya estoy convencido son el patrón de movimientos sociales de nuestro siglo, llegan o no a producir cambios institucionales y de políticas sociales y económicas que afecten de manera positiva la vida de la gente. Esto no lo podemos inventar, ninguna teoría lo puede solucionar, es mirando estos movimientos que aprenderemos. Por qué las cosas fueron mejor en Túnez que en Egipto, por qué el sistema brasileño parece reaccionar de manera diferente, porque de repente la presidenta de Brasil dice estar de acuerdo con algunos de sus reclamos mientras que en Turquía los van a ametrallar. La relación entre movimientos y cambio institucional requiere una investigación cuidadosa desde dentro y fuera del movimiento. En eso estoy.

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