Eric Berne nació en Canadá en 1910 y se trasladó a los Estados
Unidos, donde ejerció como psiquiatra, creó un sistema llamado el
Análisis Transaccional (AT), escribió varios libros que tuvieron mucho
éxito de público, y murió a los sesenta años, el 15 de Julio de 1970.
Unos meses antes, el 14 de marzo de 1970, había muerto Fritz Perls, el
creador de la Terapia Gestalt, a los 76 años. Fueron dos hombres
geniales y los dos aportaron grandes ideas teóricas y muy buenas
técnicas prácticas al mundo de la comunicación.
Creo que Eric Berne es uno de los autores más originales que han
escrito sobre comunicación, que supo conectar muy bien con un público de
millones de lectores y su sistema sigue teniendo una gran actualidad.
Anticipó las principales cuestiones que cada día se plantean desde los
adolescentes hasta los grandes teóricos, pasando por los profesionales
de muy diferentes campos. Es decir, no podemos limitar al Análisis
Transaccional a una especialidad. Vamos a ver si me explico.
Berne comenzó escribiendo varios artículos sobre la intuición. Era un
asunto que le apasionaba desde que ejerció como psiquiatra del ejército
durante la Segunda Guerra Mundial. En uno de los últimos, ya ofreció un
plano de lo que sería el gran edificio intelectual que es el Análisis
Transaccional. Las ideas de Berne sentaron mal en lo que podríamos
llamar la jerarquía psicoanalítica y no le quisieron dar el título. Pues
bien, nunca agradeceremos lo suficiente a los desconocidos miembros de
aquella jerarquía que obrasen como lo hicieron. Si Berne se hubiera
especializado en Psicoanálisis, ahora no tendríamos Análisis
Transaccional. Por eso, en esta vida y en muchas ocasiones, un fracaso
en el presente puede convertirse en un gran éxito a largo plazo.
En muchas ocasiones, lo mejor es lo que ocurre, no lo que podría haber ocurrido
Lo más curioso de todo es que a Berne le pasó lo mismo que Sigmund
Freud había vivido muchos años antes. El estamento universitario no tomó
en serio a Freud y éste adoptó como lema de su vida unos versos de La
Eneida: «Flectere si nequeo Superos, Acheronta movebo» (Si no puedo
doblegar a los dioses de lo alto, moveré a Aqueronte (los infiernos)».
Creó el Psicoanálisis, como Berne creó el Análisis Transaccional.
Conociendo las vidas de Freud y de Berne, tengo muy claro que, en muchas
ocasiones, «lo mejor es lo que ocurre». No estoy defendiendo el
fatalismo sino que uno de los motores de los individuos y de la historia
es el impulso de la dificultad. Las energías de las personas comienzan a
activarse cuando reciben un «no» como respuesta.
Freud vivió muchos más años- veintitrés- que Berne. Sin embargo, las ideas de Berne son más ajustadas y apropiadas para el siglo XXI. Enlazó con gran facilidad los diversos niveles de la comunicación: Desde la persona individual pasó a la pareja, al grupo, a la organización y a los guiones de vida de las personas, dentro de los cuales juega un papel muy importante el ambiente en el que viven. Por eso, el Análisis Transaccional puede interpretar mejor que el Psicoanálisis sectores de la realidad muy diversos.
El estilo de Berne
Freud vivió muchos más años- veintitrés- que Berne. Sin embargo, las ideas de Berne son más ajustadas y apropiadas para el siglo XXI. Enlazó con gran facilidad los diversos niveles de la comunicación: Desde la persona individual pasó a la pareja, al grupo, a la organización y a los guiones de vida de las personas, dentro de los cuales juega un papel muy importante el ambiente en el que viven. Por eso, el Análisis Transaccional puede interpretar mejor que el Psicoanálisis sectores de la realidad muy diversos.
El estilo de Berne
El primer libro de Berne, La Mente en Acción, (traducido al español
como Los mecanismos de la mente), es de 1947, y todavía podemos leerlo
de un tirón. Posiblemente sea el libro que mejor ilustra los conceptos
del Psicoanálisis para cualquier persona no iniciada. Desde este su
primer libro, ya mostró una gran pasión por un estilo claro- en esto
coincidió con Freud- y una «razón narrativa», es decir, una manera de
explicar las ideas plasmándolas en historias de personajes ficticios,
pero seguramente basados en su experiencia profesional. Ahora que en la
literatura empresarial tanto hablan de «story-telling», el primer libro
de Berne sigue siendo un paradigma de cómo contar historias.
Berne admiraba mucho a su padre, médico de cabecera, como llamaban
antes a los actuales médicos de familia. Murió joven, a los 38 años, y
Berne le dedicó su segundo libro - Análisis Transaccional en
Psicoterapia cuya dedicatoria dice mucho sobre su autor: «A la Memoria
de mi padre David, Doctor en Medicina y médico para los pobres». Berne
consideraba que sólo las personas con ingresos considerables podían
permitirse ir al psicoanalista. Por eso, la pasión que Berne tiene por
un estilo claro, y en la que coincide con Freud, tiene una motivación
diferente.
Él quería hacer llegar a las personas una serie de ideas con las que pudieran comprenderse a sí mismas y a los demás. Como él decía, se propuso que las personas se curasen, no simplemente que estuvieran «haciendo progresos», acudiendo al psicoanalista durante años. Con sus gráficos y vectores o flechas hizo la comunicación mucho más real. Un componente esencial del estilo de Berne es su sentido del humor. Como decía el célebre actor de cine Edmund Gween, que protagonizó en España la película Calabuch, de Bernlanga, «morirse es fácil; lo difícil es escribir comedia». O dicho de otra manera: Escribir libros aburridos y pretendidamente científicos es fácil; lo difícil es escribir con rigor y, además, con sentido del humor.
Él quería hacer llegar a las personas una serie de ideas con las que pudieran comprenderse a sí mismas y a los demás. Como él decía, se propuso que las personas se curasen, no simplemente que estuvieran «haciendo progresos», acudiendo al psicoanalista durante años. Con sus gráficos y vectores o flechas hizo la comunicación mucho más real. Un componente esencial del estilo de Berne es su sentido del humor. Como decía el célebre actor de cine Edmund Gween, que protagonizó en España la película Calabuch, de Bernlanga, «morirse es fácil; lo difícil es escribir comedia». O dicho de otra manera: Escribir libros aburridos y pretendidamente científicos es fácil; lo difícil es escribir con rigor y, además, con sentido del humor.
Berne y la comunicación interpersonal
En la comunicación de unas personas con otras, Berne considera que lo
mejor es comenzar distinguiendo entre «comunicaciones manifiestas» y
«comunicaciones latentes». Un individuo, sea empresario, médico,
periodista, ingeniero, arquitecto, economista, profesor, periodista,
juez, político..., es decir, cualquier emisor, puede esforzarse para
formar un mensaje preciso; muy bien, pero su mensaje no se limitar a lo
que él pretende. Resultan mucho más interesantes los mensajes que emite
sin pretenderlo. Mucho más interesantes para el receptor, claro está,
que puede descubrir aspectos insospechados y graciosos. O aspectos
siniestros, que antes le habían pasado inadvertidos. Berne escribió
artículos sobre la intuición porque pensaba que ésta es la respuesta
latente a una comunicación. Por eso, sin intuición no puede existir una
comunicación completa. Berne descubría aspectos insospechados en los
mitos, cuentos de hadas y relatos históricos. Llamó «pequeño profesor» y
«marciano» a quien sabía descubrir las comunicaciones latentes. Él era
también una persona muy ocurrente. Sólo hace falta leer sus libros.
«Un hombre que estaba cortejando a una viuda intentó ganarse su favor
prodigando atenciones a sus hijos y a su perro. Él decía
frecuentemente, con aparente sinceridad: «Me encantan los niños y los
perros». La respuesta manifiesta de la viuda era pensar, hablar y actuar
con propósito consciente, como si tomara su comunicación manifiesta por
su significado aparente. Pero junto con esto último ella recibía una
impresión que no era todavía un respuesta manifiesta. Se daba cuenta de
que su voz tenía un tono peculiar cuando él declaraba que le gustaban
los niños y los perros.Este tono era «ruido» en varios de los sentidos
de la palabra. No era intencionado, no comunicaba ninguna información
acerca del amor del hombre (en ese momento), era una vibración de la
«máquina» que hacía sus palabras menos claras y era perturbador. En una
ocasión ella le observó (sin que él se diera cuenta) cuando él regañaba
a un niño, y en otra ocasión, le vio dar una patada a un perro. En cada
una de estas ocasiones tuvo lugar un hecho interesante: un montón de
«ruidos» de cuyo valor e importancia la viuda no era consciente
previamente y en los cuales ella nunca había tenido la intención de
fijarse, estaban de repente integrados de tal forma que su atención se
dirigió a ellos y éstos se hicieron informativos : «Él estaba mintiendo
todo el tiempo cuando decía que amaba a los niños y a los perros». La
comunicación manifiesta del pretendiente había llevado consigo ciertas
comunicaciones latentes. Éstas activaron en la viuda un fondo de
respuestas latentes inadvertidas que la llevaron a un sentimiento de
incomodidad. Cuando la insinceridad de él quedó manifiesta, ella se dio
cuenta de las respuestas latentes acumuladas».
Cuando publicó Juegos en que participamos, que durante dos años ocupó
uno de los primeros lugares entre los diez libros que más leyeron,
primero los norteamericanos y después, millones de personas en otros
países, desveló las muchas trampas que las personas se ponen a sí mismas
y a otras para no mantener una comunicación honesta. También hay juegos
buenos, pero predominan los perjudiciales. Su obra La estructura y
dinámica de las organizaciones y los grupos ofrece las claves para saber
cómo interpretar lo que ocurre en las empresas e instituciones.
¿Cuántos autores han escrito libros sobre las organizaciones?
Innumerables. Sin embargo, las ideas de Berne pueden ponerse a pelear,
como dicen en algunas regiones de España, con las de cualquier autor, y
el resultado de esta «pelea» es claramente favorable a Berne.
En su penúltimo libro -El sexo en el amor humano, horrorosamente
traducido como Hacer el amor- ofrece una variedad de relaciones
interpersonales, amorosas y profesionales que constituye una auténtica
obra de arte. En ¿Qué dice usted después de decir “Hola”?, su último
libro, fue capaz de presentar de manera atractiva muchos asuntos que
permiten interpretar las vidas de muchas personas, asuntos con los que
escribir novelas y rodar películas. Cuando asistimos a un Viernes Santo
de la imaginación en la novela y en el cine de muchos países; cuando
vuelven a rodarse argumentos que tuvieron éxito hace años y años, Berne
ofrece un camino para estimular la mente y salir del empantanamiento.
Los triunfos de Berne que algunos quieren convertir en inconvenientes.
Eric Berne estaba corrigiendo las pruebas de su último libro, que ya
he citado, cuando sufrió un ataque al corazón. De poco sirve pensar
hasta dónde hubiera llegado Berne si hubiera vivido veintitrés años más,
como Freud. Gregorio Marañón, a propósito de los lamentos sobre la
muerte de Garcilaso a los treinta y tres años, explicaba que hay
personajes que han realizado lo esencial de su vida a esa edad. Lo mismo
podemos decir de Berne, que murió a los sesenta.
Uno de los mayores problemas que ha encontrado el sistema de Berne,
antes y después de su muerte, fue el gran éxito social y económico que
obtuvieron quienes cultivaron el Análisis Transaccional (AT). Hay
seguidores de otras escuelas a quienes les hubiera encantado tener esos
problemas. Berne fue el primero que dedicó todo un capítulo de su último
libro a las objeciones que podían ponerse a su teoría sobre el Guión de
Vida.
Resulta sorprendente que algunos hayan llegado a pensar que el
sistema de Berne es simplista. Quizá se refieren a que tenía una gran
pasión por el estilo y la expresión correcta, aspecto que no caracteriza
a todos los representantes del campo académico. ¿Cómo va a ser
simplista quien se fijaba en los aspectos latentes de la comunicación y
quien los presentaba con humor?. El humor sólo aparece en los estadios
más elevados de la inteligencia humana. Por eso, los libros de Berne no
pueden pasar de moda. Es como intentar sumergir un corcho en el fondo
del agua, que es a lo que se dedican quienes consideran verdes las uvas
de los genios que ellos no pueden alcanzar.
El AT, en un Master Universiario
La Universidad Camilo José Cela, de Madrid, se caracteriza por su
estilo innovador. Es decir, se atreve a ofrecer unas titulaciones
universitarias que abren caminos nuevos para estos tiempos de crisis.
Este año ha apostado por ofrecer un Master Universitario en Análisis
Transaccional y así es como se ha convertido en pionera de una
tendencia.
Hasta ahora, han sido organizaciones internacionales de carácter
privado las que certificaban la formación en AT. Desde ahora, y puesto
que la modalidad es a distancia, cualquier interesado, sea profesional o
estudiante, puede formarse en AT durante 550 horas. Y es válido en, al
menos, 46 países. Y el número de países va aumentando.
Quien curse este Master Universitario puede optar por cuatro campos
en los que puede aplicar la formación básica: Coaching y Negociación
Transaccional; AT y Terapia; AT y Educación; AT, Literatura y
Cinematografía. Además, el estudiante o profesional que lo curse puede
realizar después su Tesis Doctoral.
Sobre el término 'Transacción'
No quiero acabar esta entrada sin responder a otra pregunta que
suelen hacernos a quienes estudiamos y enseñamos el AT. ¿Qué significa
el término «Transacción»? En su última aparición pública, durante un
Congreso en Viena, Eric Berne dijo que tenía mucho interés en esa
palabra: «Sé que cuando las personas hablan, intercambian algo entre sí,
y que por eso hablan unos con los otros. La cuestión fundamental es:
¿por qué unas personas hablan unas con otras?. En la mayoría de los
casos, cuando mencionamos la interacción ello implica que no hay acción
ninguna. Las personas que realmente hacen cosas no usan palabras como
“interacción”. «Transacción»“ significa: “Al menos ya he dado un paso
adelante”.
Felicísimo Valbuena de la Fuente
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