Bendita tu boca incoherente, que se apodera de mi instinto y convierte mi deseo en herida de lobo hambriento.
Benditos tus ojos ambiguos, que reflejan caricaturas de rostros amados , esperando en los espejos por una porción de olvido.
Bendita tu caricia improvisada, que recupera un segundo de mi piel con sonrisas y luego me indemniza el alma.
Y maldita la filosofía que se esconde en tu amargura, pues lejos de aniquilar tu ausencia... la perpetua.
Benditos tus ojos ambiguos, que reflejan caricaturas de rostros amados , esperando en los espejos por una porción de olvido.
Bendita tu caricia improvisada, que recupera un segundo de mi piel con sonrisas y luego me indemniza el alma.
Y maldita la filosofía que se esconde en tu amargura, pues lejos de aniquilar tu ausencia... la perpetua.
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