El jazz - gusto musical de los "personajes enigmáticos, solitarios, que viven a destiempo del resto de
personas. Cuando uno elige vivir en la síncopa, en el contratiempo, en
los matices de los tiempos débiles y de los acordes con tensión, en los
silencios y en las notas de paso, uno se queda, principalmente, con el
jazz. Porque el jazz es una manera constante de inventar y reinventar la
música en cada compás, es la alegría del músico que se aleja de las
melodía para volver a ella, sabiendo un poco más de sí mismo. El jazz es
a la música como el sueño es a la vida de cada día, una manera de vivir
los deseos que no se llegan a hacer realidad. Un músico de jazz se
atreve a salirse del camino trazado y explora las posibilidades que hay
ocultas entre nota y nota de la melodía escrita".
Una emotiva mirada a un hermoso (y exitoso) experimento. Es fácil de
explicar: una escuela de música de barrio forma una Big Band infantil.
Tras el esfuerzo y la idea está un soñador: el dedicado director, Joan
Chamorro. El profesor y alma mater del proyecto se muestra aquí como una
mano firme pero afectuosa, un idealista que defiende que todo el mundo
lleva talento dentro. Sus alumnos no son “cracks”, sino “niños normales
de la calle que han sido incentivados”. El incentivo de Chamorro se basa
en la pasión, y se moldea con su habilidad para transmitirla, sea con
entusiasmo por el jazz o con la ocasional bronca cariñosa. Precisamente
por ello en esta pieza cada niño es protagonista, y son ellos (los
chicos de la calle, los hijos de sus madres) los que toman el
protagonismo aquí: vemos sus vidas, sus inquietudes, sus aspiraciones y
sus esfuerzos. Y lo que es mejor aún, les vemos en acción, una Big Band
bien engrasada que engrosan magistrales músicos negros de jazz, en una
actuación en el Palau de la Música que habla de entusiasmo, docencia
bien dirigida y magnífico swing.
No hay comentarios:
Publicar un comentario