sábado, 20 de julio de 2013

Hablando de amor

"La importancia que tiene esta intensificación del interés da origen a muchos espejismos amorosos, porque el sentirse interesado en algo es una tensión que libera del tedio, un premio al que casi todo el mundo responde alborozado. Pero de esto hablaré más adelante. Estamos dispuestos a entregar nuestro corazón a cualquier situación o persona que intensifique nuestra vida.
¿En qué consiste esta intensificación? Es una buena y complicada pregunta. La vida intensa supone un abrillantamiento de las cosas, la aparición de valores claros, bien definidos, absorbentes en todas las situaciones. Y también una euforia, el vuelo del tiempo, la ligereza, el olvido de los pequeños disgustos y baches de lo cotidiano. La intensidad no tiene por qué ser agradable: en unas encuestas realizadas después de la Segunda Guerra Mundial, los encuestados reconocían que los timepos de la guerra habían tenido una intensidad que, una vez pasada, despertaba en ellos una cierta melancolía.
La llamada de la aventura es la promesa de una intensificación de la vida. También la intensifica la ruleta rusa, el asalto a bancos, el juego de la bolsa y muchas cosas más. El amor procura una experiencia intensa, pero no toda experiencia intensa es amor."
"Como dijo Aristóteles, amar es querer el bien para alguien (Ret. 1380b). Éste es el último criterio del amor, que es distinto a los demás. Los otros, de una manera o de otra, beneficiaban al sujeto, mientras que ahora es el objeto amoroso el beneficiado. Hay, pues, dos direcciones distintas en el amor, una que comienza en la necesidad del sujeto, que hace aparecer el objeto amado como valioso; y otra en que el objeto valioso se destaca con una gran autonomía, que aparece, sin embargo, solo en el sentimiento. Es, por lo tanto, un sentimiento que concede la gran libertad."
"Cada uno de los niveles amorosos que he señalado - el deseo, el dolor de la ausencia, el gozo en la posesión, la afirmación de la existencia ajena y la necesidad de su felicidad - pueden llamarse, sin duda, amor, sabiendo que sólo el nivel último, que integra a los demás, alcanza la totalidad de la experiencia. Se trata de una experiencia integradora y por ello muy compleja.
Cuando la persona amada alcanza esa autonomía asombrosa, aparece otra característica del amor que Sartre también contó, aunque de manera sesgada. Quien emerge de ese sentimiento es un ser dotado de una cualidad muy especial. El sujeto quiere ser querido por esa persona. Pero solamente después de alcanzar, en el propio sentimiento, su autonomía. El sujeto quiere ser amado precisamente por esa persona libre, independiente, valiosa en sí. Surge así un carácter contradictorio del sentimiento: amar, entre otras cosas, significa querer ser amado. Si hacemos una sustitución en la frase - parecida a las que se hacen en matemáticas - aparece un fenómeno muy curioso. Atienda el lector para no perderse en el trabalenguas.
Hemos quedado que amar = querer ser amado. Si sustituimos esta palabra, resulta que amar = querer que el otro quiera ser amado por mí. Si todavía realizamos otra sustitución, tenemos que amar = querer que el otro quiera que yo quiera que el otro me ame. Así podemos llegar a un círculo interminable de solicitaciones de amor. El sentimiento se introduce en un juego interminable de espejos paralelos, que Sartre consideraba como prueba de imposibilidad, pero que también puede interpretarse como prueba de perduración."

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